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¿Sientes fatiga e irritabilidad? Comprueba que no sea tu hígado

Estos dos síntomas pueden revelar que el gran encargado de mantener limpia la sangre del cuerpo está congestionado. Modificar a tiempo el estilo de vida nos ayudará a recuperar la energía y a frenar otras graves consecuencias

Es un error normalizar el cansancio y la irritabilidad, pues detrás de estos síntomas puede haber algún problema de salud. ¡Te contamos por qué!

Es un error normalizar el cansancio y la irritabilidad, pues detrás de estos síntomas puede haber algún problema de salud. ¡Te contamos por qué!

G.G
Sección coordinada por la doctora María José Peiró, especialista en Medicina Familiar, con más de 10 años de experiencia tanto en el ámbito público como privado. Máster en nutrición y dietética.

Sección coordinada por la doctora María José Peiró, especialista en Medicina Familiar, con más de 10 años de experiencia tanto en el ámbito público como privado. Máster en nutrición y dietética.

El hígado es uno de los órganos más importantes del organismo –puede contener hasta un 10% de la sangre del cuerpo –y una de sus funciones vitales consiste en transformar las sustancias que pueden dañarlo para que puedan ser eliminadas. Si nuestra dieta y estilo de vida (poco ejercicio, mucho contacto con sustancias químicas, toma de fármacos, etc.,) propician su acumulación, esta labor de desintoxicación puede sobrecargarlo. Entre las señales de congestión hepática más frecuentes destacan la fatiga, que puede aparecer incluso al despertar, y la irritabilidad. Cuando el hígado se enlentece también pueden darse otros signos de alarma como digestiones difíciles, hinchazón, estreñimiento, náuseas, dolores de cabeza y un aumento de peso o dificultad para adelgazar. 

La dieta que favorece la desintoxicación hepática 

Cuidar la alimentación es fundamental para mejorar la función hepática, combatir estos síntomas y recuperar la energía y el equilibrio emocional. 

Aumenta el consumo de vegetales. Incluir en las comidas principales hortalizas de hojas verdes (espinacas, berros, rúcula, etc.) aporta al organismo fibra vegetal, que favorece el tránsito intestinal y la eliminación de grasas, lo que facilita el trabajo al hígado. Estos alimentos también contienen clorofila, otra aliada a la hora de drenar tóxicos, así como nitrato inorgánico, un compuesto que reduce la acumulación de grasas en este gran filtro del cuerpo.

• Las hortalizas de sabor amargo son las más beneficiosas para el hígado (alcachofas, endivias, escarola, cardo, brócoli, coles de Bruselas, etc.) al estimular la producción de bilis, lo que facilita las digestiones, así como las que aportan azufre (cebollas, puerros, ajos, espárragos, etc.), una sustancia que favorece la eliminación de toxinas por la orina. 

• Tómalas cocidas al vapor o, siempre que puedas, crudas. 

Hortalizas de sabor amargo. Comer alcachofas, escarola o rúcula estimula la secreción de enzimas que facilitan el trabajo del hígado.

Hortalizas de sabor amargo. Comer alcachofas, escarola o rúcula estimula la secreción de enzimas que facilitan el trabajo del hígado.

Reduce y elige bien las grasas. Otra función hepática consiste, con la ayuda de la vesícula biliar, en digerir los lípidos. Por eso, conviene disminuir las grasas saturadas, presentes sobre todo en los alimentos procesados, y optar por aceites de primera presión en frío como el aceite de oliva virgen extra y lípidos saludables (aguacate, nueces, etc.), de manera que se evite la acumulación de grasas en las células hepáticas. 

Incluye proteínas de calidad. Los germinados, legumbres y carnes blancas (pollo, pavo o conejo) son fuentes de proteína que el hígado agradecerá, así como el huevo, que además de proteínas de alta biodisponibilidad, aporta colina, un nutriente que estimula la eliminación de grasas del hígado. 

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Opta por cereales integrales. Alimentos como la cebada, el arroz integral o el trigo sarraceno aumentan la ingestión de fibra, algo muy aconsejable para mejorar el metabolismo de los azúcares, favorecer también la eliminación de las grasas y con ello aligerar la sobrecarga hepática. 

El poder de los cítricos. La riqueza en antioxidantes de los limones, las limas y las naranjas ayuda al hígado a eliminar toxinas.

El poder de los cítricos. La riqueza en antioxidantes de los limones, las limas y las naranjas ayuda al hígado a eliminar toxinas.

Bebe agua. Tomar 2 litros de agua al día mantiene limpio e hidratado este órgano, lo que aumenta su capacidad de trabajo y su regeneración celular. Si le añades limón, se estimula la producción de bilis, otro factor que mejora la eliminación de toxinas y la metabolización de grasas. 

Otros factores que lo protegen 

Controla los fármacos. Los medicamentos se metabolizan en el hígado, que puede verse afectado por ellos si su administración no está supervisada. De hecho, el paracetamol puede ser hepatóxico ingerido en grandes cantidades.

Toma tisanas amigas del hígado. Existen plantas hepaprotectoras como el cardo mariano que, gracias a la silimarina, protege las células hepáticas e incrementa la eliminación de toxinas. Puede combinarse con otras plantas beneficiosas como el diente de león, la alcachofa y la genciana. Mezcla tres cucharaditas de cada una de ellas dejándolas en agua caliente durante cinco minutos. 

Cuida las horas de sueño. Dormir bien facilita la buena marcha del hígado. 

Haz una actividad física moderada. Este órgano también agradece el ejercicio, que moviliza las grasas y ayuda contrarrestar los daños provocados por las toxinas al favorecer su eliminación a través de la sudoración. 

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Qué hacer y qué no para cuidar el hígado

Algunos alimentos y plantas pueden convertirse en grandes aliados y protectores del hígado. Conoce cómo pueden ayudarte a ganar salud. 

Limita el azúcar y los alimentos fritos 

La bollería y los dulces, que acaban convirtiéndose en grasas si no los quemamos a tiempo, así como los alimentos rebozados y los fritos aumentan el riesgo de esteatosis o acumulación de células grasas en el hígado. Distintos estudios muestran el beneficio para este órgano de seguir una dieta de bajo índice glucémico y pobre en grasas. 

Come alcachofas 

Este alimento favorece la detoxificación, ya que sus hojas contienen cinarina, un compuesto que estimula la producción de bilis. Esto facilita la digestión y metabolización de las grasas. Además, su riqueza en fibra contribuye a reducir el colesterol malo. Prepáralas al vapor o al horno aliñadas con aceite de oliva virgen extra. 

Evita el alcohol y modera el consumo de café 

Cuando tomamos bebidas alcohólicas estamos obligando al hígado a realizar un sobreesfuerzo para metabolizar esta fuente de toxinas. Asimismo, un consumo excesivo de éstas puede alterar las células hepáticas. Beber más de dos tazas de café al día también puede ser perjudicial para este órgano. Puedes sustituirlo por el té verde, que es antiinflamatorio y una fuente de antioxidantes que favorecen la depuración. 

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Aliña tus platos con cúrcuma 

 

 

La curcumina presente en esta especia de color anaranjado tiene efectos antiinflamatorios y antioxidantes. Se ha demostrado que favorece la regeneración de las células hepáticas y tiene un efecto hepatoprotector. Puedes añadir el llamado azafrán indio en tus platos de arroz y en los caldos. También puedes preparar té de cúrcuma. Hierve tres tazas de agua, añade dos cucharaditas de esta especia y deja la mezcla a fuego lento entre 5 y 10 minutos. 

Aléjate de los químicos y los contaminantes 

Ciertas sustancias presentes en los detergentes, las pinturas, los restos de pesticidas y la contaminación, son otra causa frecuente de sobrecarga del hígado. 

Conoce cómo nuestro organismo depura las toxinas 

El hígado, que actúa como un gran laboratorio, es el director de orquesta a la hora de eliminar las toxinas que llegan al cuerpo desde distintas vías. Así nos mantiene sanos. 

1. Una de las principales funciones del hígado, además de almacenar nutrientes y digerir grasas, es limpiar la sangre de las sustancias dañinas que nos llegan a través delapiel,delaireydeloque ingerimos. 

2. Una vez procesadas, estas toxinas son excretadas de nuestro organismo a través de la respiración, las heces, la sudoración y la orina.  

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