Familia real británica: sus secretos más oscuros, desvelados por sus sirvientes
Los testimonios del “staff” palaciego sobre la vida de los Windsor son una mezcla de cotilleos, chismes, rumores y anécdotas de la vida oculta de la Familia Real y de todo lo que hacen y dicen cuando creen que nadie les ve

Cuántas veces hemos dicho aquello de "si las paredes hablasen...". Pues bien, las del Palacio de Buckingham lo han hecho, no literalmente, claro, pero sí a través del personal que trabaja y convive día a día con sus regios habitantes. ¡Esto es lo que cuentan los extrabajadores de la Familia Real inglesa!

El "staff" palaciego, formado por unos 800 empleados, protagoniza el libro 'Yes Ma’am: The Secret Life of Royal Servants' (Sí, señora: la vida secreta de los sirvientes reales), del periodista Tom Quinn, que ha recogido sus testimonios acerca de los cotilleos, chismes, rumores y anécdotas de la vida oculta de la Familia Real y de todo lo que hacen y dicen cuando creen que nadie les ve.

En sus páginas se habla de la vida regalada de la realeza inglesa, se nos presenta a un Carlos y a un Guillermo caprichosos, apegados a estrictas y absurdas rutinas, que, si se cambian, provocan una explosión incontrolable de ira.

Tanto el rey como el heredero son propensos a las rabietas si las cosas no se hacen a su gusto: "Se irritan rápidamente y son muy quisquillosos. No sé dónde estaría Guillermo sin Kate, que sabe calmarlo cuando se pone nervioso. A veces, la princesa tiene que tratarlo como su cuarto hijo".
De "vivir aterrorizado" a los motes de la reina Camilla

El rey Carlos le confesó una vez a un mayordomo que "si creces en un entorno en el que te lo hacen todo, vives permanentemente aterrorizado por si un día tienes que hacer las cosas tú mismo. Te sentirías perdido", le dijo. Y añadió: "Es la única ventaja de ser Príncipe de Gales [lo era entonces]. Estás atendido 24 horas al día y 7 días a la semana".

En cuanto a la reina Camilla, el personal asegura que odiaba la idea de ser reina y que solía decirle a Carlos: "¿No podemos librarnos de todo este protocolo? Es una gilipollez". El hijo de Isabel II, que detesta usar palabras malsonantes, le respondía siempre, con sumo recato: "Hazlo por mí, cariño". El "staff" también repasa algunos de los motes que Guillermo y Harry utilizaban para referirse a su madrastra, entre ellos "Lady Macbeth, Cruella de Vil y la Bruja Mala del Oeste".

El mal genio parece ser un rasgo de los Windsor. Un antiguo sirviente recordó que el príncipe Andrés "tendía a actuar como el clásico matón de colegio" y tenía con el personal un comportamiento "abusivo y autoritario". El hijo favorito de Isabel II, perseguido por el escándalo, llegó a pedir el traslado de un asistente porque no soportaba un lunar que tenía en la cara y despidió a otro por usar corbatas de nailon. En cuanto a sus manías, destacan que tenía más de 50 peluches en su cama y las criadas recibían una fotografía plastificada para que los colocaran siempre en la misma posición.
El momento más complicado del príncipe Harry

De Harry, dicen que era "uno de los “royals” más fáciles y agradables" de tratar, aunque también era propenso a los enfados. Uno de los antiguos sirvientes del príncipe recuerda "que una vez, en sus apartamentos, desordené algunos papeles del escritorio y Harry tuvo un enfado monumental. Fue desproporcionado, teniendo en cuenta que él era probablemente el más desordenado y caótico de todos los miembros de la realeza de su generación. Solíamos bromear diciendo que, sin criados, Harry tardaría dos semanas en ponerse sus propios pantalones. ¡Más de una vez tuvimos que quitarle las botas después de jugar a polo!".

El libro también destaca la figura de Meghan y el choque cultural entre la formalidad británica de los Windsor y la espontaneidad y la inmensa inocencia de la actriz de 'Suits', que creía que podría cambiar una institución de más de 1.000 años.
La duquesa de Sussex odiaba la jerarquía y las limitaciones que imponía el protocolo. Ella tenía sus propios planes y quería ser el miembro de la realeza más conocido y más querido. Hasta llegó a decir: "Quiero terminar lo que Diana empezó". Está claro que "no entendía que cuando entras en la Familia Real no haces lo que quieres, sino lo que te mandan hacer", revela.
Meghan, la duquesa de las dificultades

Todos coinciden en que, al principio, a Meghan, se la vio como un soplo de aire fresco. "Kate y Guillermo la encontraban encantadora", recuerdan de esa época, cuando al cuarteto se le bautizó como los Fab Four (los fabulosos cuatro). Sin embargo, pronto, surgieron "tensiones, debido a la costumbre de la duquesa de abrazar a todo el mundo. Llegaba a abrazar y a besar en la mejilla a su cuñado cada vez que se veían". Eso hizo que, entre los empleados de Buckingham, circulara el rumor de que Meghan "flirteaba" con Guillermo. "Evidentemente no era así, pero la tensa atmósfera que se generó por su manera de saludar hizo que la grieta que existía entre los dos hermanos se hiciera más profunda", explica un antiguo miembro del personal.
En cuanto al trato de Meghan con los sirvientes del palacio, que se dividieron en dos bandos, unos, los más jóvenes, a favor de ella y otros, la vieja guardia, en contra, fue otro escollo en su vida palaciega. "No siempre se llevaba bien con el “staff”. Así, un día podía ser muy amable con los sirvientes y otro entraba en cólera porque no le respondían inmediatamente cuando los llamaba. Por eso, durante un tiempo, la llamaron la duquesa de las dificultades", se explica en el libro.
Así es la difícil relación de Meghan Markle con sus empleados.

Para el personal de Buckingham, Kate Middleton es otra cosa. "No se lanza a cambiarlo todo para adaptarlo a su manera de pensar", explican. Además, aceptaba sin ningún problema los consejos de su marido, que quería evitarle los problemas que tuvo su madre, y del personal. "Siempre aceptaba recomendaciones, incluso las de los cortesanos de alto rango, a pesar de que algunos la trataban con bastante arrogancia. Sobre todo los de la vieja guardia, que son muy esnobs".
De su relación con Guillermo, los sirvientes destacan que a la princesa le encanta gastarle bromas sobre su familia. "Le dice que, a medida que se hace mayor, se parece más a su tatarabuelo Eduardo VII y le recuerda que la amante favorita de este rey fue Alice Keppel, antepasada de su madrastra, Camilla".
Las carencias del heredero

Según un asesor de Guillermo, el príncipe es muy capaz de sacarse las castañas del fuego. "Antes de que Kate se diera cuenta de que tenía que cuidar su vestuario, se compró un conjunto que el príncipe consideró inapropiado y le dijo, sin pelos en la lengua, que parecía que acababa de pasar por una tienda de ropa de la beneficencia. A todo el mundo le hizo mucha gracia, incluso a Kate", dice.
Pero si Guillermo domina el funcionamiento y las normas de los Windsor, no le pasa lo mismo con otras cuestiones más mundanas. Un episodio del libro, que resulta especialmente conmovedor, es el relato de una antigua criada del palacio de Kensington. "Cuando nació George, Kate Middleton tuvo que explicarle a su marido las cosas normales que los padres que no son de la Familia Real hacen con sus hijos e incluso le enseñó a llevar al niño a caballito". Añade la criada que, entonces, "Guillermo le dijo a su esposa algo que me rompió el corazón: “Mi padre nunca me llevó a cuestas”".