El rincón más protegido de Carlos III: una habitación del pánico con un kit de seguridad
El monarca británico se refugia en su finca más querida, Highgrove House, donde una habitación del pánico equipada con tecnología de última generación garantiza su seguridad en situaciones extremas

Highgrove House, la finca en la que Carlos III dispone de una habitación del pánico.
Durante un reciente paréntesis en su agenda oficial debido a motivos médicos, el Rey Carlos III ha elegido refugiarse en Highgrove House, su residencia más querida ubicada en Gloucestershire, a las afueras de Tetbury. Esta finca, valorada en 47 millones de euros, se ha convertido en su santuario en tiempos de crisis, como ocurrió tras el fallecimiento de su madre, la Reina Isabel II.
Con 9 dormitorios, 6 baños, cuatro salas de recepción y una piscina, Highgrove House destaca no solo por su lujo sino por el vínculo emocional que el monarca mantiene con ella desde que la adquirió en 1980. Según expertos como el periodista Phil Dampier, “es donde el Rey se siente más relajado”.
La habitación del pánico de Carlos III: el lugar más seguro de Inglaterra

La habitación del pánico garantiza la supervivencia de Carlos y Camilla. Foto: EFE/ARTHUR EDWARDS
El secreto mejor guardado de Highgrove House es una habitación del pánico construida con tecnología de alto nivel. Revestida en acero y diseñada para resistir incluso un derrumbe, este espacio es el más protegido del reino. Solo se utiliza si la seguridad de Carlos III está en riesgo.
En el interior de esta misteriosa estancia se encuentra un kit de seguridad altamente sofisticado, pensado para garantizar la supervivencia del Rey Carlos III y la Reina Camila en caso de emergencia. La habitación del pánico está equipada con suministros médicos esenciales, incluyendo unidades de sangre compatibles con el grupo sanguíneo de ambos monarcas, listas para ser utilizadas si fuera necesario. Además, dispone de alimentos y bebidas de larga duración, una armería completamente equipada, y transmisores de radio capaces de mantener la comunicación incluso a través de los gruesos muros de acero que la recubren.
El sistema se completa con purificadores de aire de alta eficiencia y baños químicos autónomos, convirtiendo este espacio en un auténtico búnker real, preparado para afrontar situaciones de máxima alerta o amenaza.
Highgrove House, el paraíso ecológico de Carlos III

Carlos III está muy involucrado en sus proyectos ecológicos.
Highgrove no es solo un refugio seguro, sino también un símbolo del compromiso ecológico del Rey Carlos III. La finca se ha convertido en un verdadero paraíso sostenible, gracias a los numerosos proyectos medioambientales impulsados por el monarca. Sus jardines orgánicos, abiertos al público desde abril hasta mediados de octubre, están diseñados bajo criterios de agricultura ecológica y biodiversidad, con especies autóctonas cuidadosamente seleccionadas para preservar el equilibrio natural.
Gallinas en libertad recorren los senderos, mientras Carlos III participa activamente en las labores de jardinería, plantando árboles y cultivando un huerto ecológico que provee ingredientes frescos para su cocina.

Los impresionantes jardines de la finca. Foto: Tripadvisor
Los productos cosechados, como frutas y hierbas aromáticas, se utilizan para elaborar mermeladas, mieles y otros productos ecológicos, cuyos beneficios se destinan a obras benéficas y fundaciones solidarias.
Además, en la finca se han implementado sistemas de compostaje, recogida de agua de lluvia y técnicas de cultivo sostenible, lo que ha posicionado a Highgrove como un referente internacional de residencia real ecológicamente responsable.

Highgrove House. Foto: Tripadvisor
En cuanto al interior, la decoración ha ido cambiando con los años. Primero estuvo a cargo de la princesa Diana y luego fue modificada por Camila, quien optó por un estilo más práctico y habitaciones separadas.
Construida originalmente en 1796, Highgrove House ha pasado por varios propietarios, incluido el hijo del ex primer ministro Harold Macmillan. Carlos III la compró por un millón de libras y su valor se ha multiplicado exponencialmente. Hoy, además de ser su hogar más querido, representa una pieza clave de su patrimonio personal y emocional.