«Siempre te hacen feliz». Así de claro lo tienen los pequeños que hacen terapia con caballos. Dana Spett tenía tan claros los beneficios que el trato con estos animales pueden provocar en los humanos, que en el año 2000 fundó «Pony Power», un centro de actividades equinas en Nueva Jersey.
«Todo empezó como resultado de uno de mis propios hijos, que necesitaba una intervención particular con el uso de caballos y la programación basada en la naturaleza». Fruto de aquello nació «Pony Power», una instalación en la que participan niños y adultos «a partir de los 2 años y medio y hasta los 84 años», que ofrece una variedad de programación para abordar los desafíos físicos y las necesidades especiales de todos los que participan. «Los caballos son animales sociales y responden al lenguaje corporal. Ofrecen una magia especial», afirma Spett y añade «hay algo natural en el hecho de estar con caballos: genera alegría, ayuda a estar presente en el momento».
«Ethan es autista severo y Eve es la típica niña de 6 años», explica la madre de uno de los usuarios. «A ambos les encanta. Y mi hijo sonríe y se calma mucho. Realmente se establece un vínculo».
Este no es el primer ejemplo de caballos que ayudan a humanos. ¿Recuerdas a Peyo, el doctor a cuatro patas?