Hernia discal: cómo detectarla y tratarla de forma efectiva
Se calcula que un 20% de la población española puede tener una hernia discal. La mayoría de casos no presentan dolor, pero en otros puede llegar a ser incapacitante y será necesaria la cirugía
Esta dolencia aparece cuando una parte del disco intervertebral (concretamente el núcleo pulposo, que es como una almohadilla que separa las vértebras de la columna) se desplaza y comprime los nervios que lo rodean, provocando distintas alteraciones en la zona afectada. Puede ser causa de dolor, hormigueos, cambios en la sensibilidad, falta de fuerza y, en algunos casos, los menos, resulta incapacitante. Afecta principalmente a personas jóvenes de entre 30-50 años, así que no está asociada al envejecimiento, sino al estilo de vida. Un trabajo que conlleva una sobrecarga o esfuerzo físico, una vida sedentaria o sufrir sobrepeso son las causas más habituales que pueden favorecer su aparición.
¿Cuáles son los síntomas?
La presión de la hernia sobre la médula o los nervios suele provocar un dolor agudo y repentino, pero además puede originar:
Problemas de movilidad. De la mano o el brazo (hernia discal cervical) o la pierna o el pie (hernia discal lumbar).
Ciática. El dolor baja por la pierna y puede llegar al pie (hernia discal lumbar).
Debilidad muscular. Pérdida de fuerza y sensibilidad en la pierna y pie o en el brazo y mano, dependiendo de si es lumbar o cervical, respectivamente.
Sensación de hormigueo. Es lo que se conoce como parestesia y afecta a las extremidades. Esta sensación no suele causar dolor.
Incontinencia. La hernia discal más habitual es la lumbar, que afecta a las vértebras del final de la columna (L4-L5 y L5-S1). En algunos casos, los más graves, puede provocar incontinencia urinaria o pérdida de control del esfínter anal.
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Las pruebas necesarias para el diagnóstico
Hay muchas molestias de espalda que no siempre corresponden a una hernia. La lumbalgia, un dolor de la parte baja de la espalda que sufre más del 80% de la población alguna vez, no suele ser causada por este trastorno, sino por una contractura muscular, malas posturas, artrosis, etc. Para confirmar que se trata de una hernia, el médico realizará diversas pruebas:
Examen neurológico. Sirve para detectar síntomas como debilidad o pérdida de sensibilidad. Se evalúa cómo la persona camina y se comprueban los reflejos en la rodilla y el tobillo con ligeros toques.
Resonancia. Cuando el dolor no desaparece transcurridas dos o tres semanas, se puede recomendar un estudio con imágenes de resonancia magnética (MRI) para ayudar a confirmar el diagnóstico.
Más vitamina C. Incrementar el consumo de alimentos ricos en este nutriente (cítricos, pimientos, piña, kiwi, etc.) puede ayudar a reducir la inflamación y, por tanto, el dolor.
Prueba de elevación de la pierna recta (SLP). Es una prueba muy fiable en menores de 35 años para detectar una hernia discal lumbar. Mientras el paciente permanece acostado boca arriba, el profesional le eleva la pierna afectada con la rodilla recta, sin flexionar. Si el dolor se extiende desde la rodilla hacia abajo, se trata de una hernia de disco.
Conoce los tratamientos más habituales
Ejercicio. Fortalecer la musculatura ayudará a evitar la sobrecarga vertebral y prevenir o frenar las lesiones que puedan existir.
Rehabilitación. Estiramientos para aumentar la flexibilidad y mejorar la postura, y ejercicios para fortalecer la musculatura abdominal.
Antiinflamatorios o relajantes musculares. Algunos medicamentos pueden aliviar el dolor, pero debe prescribirlos un profesional.
Corticoides. Es cierto que tienen aún más efecto antiinflamatorio que los anteriores, pero también provocan más efectos secundarios. Siempre deben tomarse bajo supervisión médica para evitar cualquier riesgo.
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La cirugía sólo es precisa en una minoría
El 90% de los casos se tratan con los medicamentos citados. Pero en una minoría, el 10% restante, puede ser necesaria la cirugía si después de un período de tratamiento no quirúrgico el paciente no nota alivio.
Cuándo se prescribe. Si la lesión es voluminosa y comprime la médula espinal –lo que se conoce como síndrome de "cola de caballo"–, provoca debilidad muscular o dificultad para caminar será necesaria una intervención.
Microdiscectomía. Es una de las técnicas más habituales, sobre todo en caso de hernias en la zona lumbar. Es una cirugía mínimamente invasiva. Consiste en extraer la porción de disco que se ha herniado –no se toca el resto– para aliviar el pinzamiento. Tiene muy buen resultado en más del 85-90% de los casos.
Las mejores posturas para prevenir el dolor
Aprender a cargar correctamente con grandes pesos es fundamental para evitar lesiones y dolores.
1. Al levantar los objetos del suelo, flexiona las rodillas. No gires el tronco al mismo tiempo que levantas el peso.
2. No llenes las bolsas de la compra demasiado, reparte el peso y lleva una en cada mano. Lo ideal sería usar un carrito.
3. Al pasar el aspirador, fregar el suelo o barrer, mueve sólo los brazos, sin inclinar la columna hacia delante.
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Qué va bien y qué no en caso de hernia discal
El estilo de vida en esta dolencia es determinante y con unos buenos hábitos podemos ayudar a prevenir su aparición y contribuir a reducir el dolor.
El tabaco es un factor de riesgo
Diversos estudios apoyan que se trata de una de las causas frecuentes de hernia discal al dañar los vasos sanguíneos y producir obstrucciones. Los discos intervertebrales no tienen vasos sanguíneos, pero sí capilares que sufren lesiones producto del hábito de fumar. Una consecuencia directa del tabaquismo es que los discos se "secan", por lo que hay más riesgo de hernias o de que éstas aparezcan de forma más precoz
Elige un colchón adecuado
El 70,5% de los españoles no descansa bien y dos de cada cinco sufren dolores derivados de las posturas al dormir. Si se padecen problemas de espalda, como una hernia, es fundamental escoger un buen colchón –debe tener un grosor mínimo de 24 cm y un ancho de 90 cm, si es individual–. También ayudará usar varias almohadas o cojines bajo las rodillas o tobillos para relajar la musculatura lumbar y aliviar el dolor cuando se duerme boca arriba. En este caso, hay que elegir un colchón más firme que si se duerme de lado.
Evita el sobrepeso
El propio peso es una carga constante para articulaciones y musculatura, por eso es fundamental vigilar la báscula.
El exceso de kilos aumenta la carga sobre los discos intervertebrales, lo que incrementa el riesgo de que se deforme el disco y puede acelerar el proceso de aparición de una hernia. Además, después de una cirugía discal, aquellas personas con algún grado de obesidad tienen mayor posibilidad de que la hernia se reproduzca.
Fortalece la musculatura
El reposo suele ser aconsejable sólo uno o dos días mientras dure el dolor. Tampoco conviene estar más de dos horas sentado o acostado. Al contrario, se ha demostrado la importancia de realizar ejercicio para evitar la sobrecarga vertebral y frenar las lesiones que puedan existir con una musculatura trabajada y fortalecida. La natación ayudará y también actividades como andar o el pilates. En cambio, el yoga puede ser contraproducente si se intentan posturas difíciles o se fuerza el cuerpo.
¡Cuidado con los masajes!
Pueden aliviar el dolor, pero muchos especialistas los desaconsejan sobre todo los primeros días de dolor. Si el médico decide que en tu caso el masaje puede ayudarte, acude siempre a un fisioterapeuta.