Los hijos de Cristina e Iñaki, discretos y prudentes ante la crisis de sus padres
El segundo de ellos, Pablo Urdangarín, ha sorprendido con su templanza y educación
Juan, Pablo, Miguel e Irene, los cuatro hijos de la infanta Cristina e Iñaki Urdangarín, han crecido trasladándose de un país a otro y viendo a su madre apartada de la Familia Real y a su padre, entre rejas, pero nunca han dado la nota.
Y, a pesar de todo el revuelo que ha causado la noticia de la separación de la infanta Cristina, han mantenido una actitud discreta y serena que ha llamado la atención, especialmente en el caso del segundo de ellos, Pablo, de 21 años, quien está más expuesto a los medios de comunicación debido a que juega en el F.C. Barcelona de balonmano.
Convertido en portavoz involuntario de la familia, el joven ha atendido a los medios de comunicación con una amabilidad exquisita y ha sido capaz de salir airoso sin ser antipático y sin revelar nada comprometedor, ganándose a los reporteros con una educación que, tristemente, no abunda ante las "alcachofas".
Victoria Marichalar, a gritos con la prensa
Nada que ver con su prima Victoria Federica Marichalar, quien, al ser preguntada por la separación de su tía, perdió los papeles y con aires de diva del trap comenzó a decir: "¡Que no me grabes, tío!".
Es cierto que los hijos de la infanta Elena también vivieron el divorcio de sus padres y que han protagonizado numerosas informaciones que han sido motivo de bromas de mejor o peor gusto –como cuando Froilán se disparó en un pie o cuando su hermana posaba ante los medios chupando un calcetín–, pero su vida no es comparable a la de sus primos, quienes han residido en, al menos, tres países distintos y han visto a su madre prácticamente repudiada por su familia y a su padre, humillado y encarcelado.
Por muy culpable que fuera el exjugador de balonmano, para ellos sigue siendo su padre y han sufrido mucho, sobre todo los dos mayores, quienes han sido testigos, incluso, de insultos a Iñaki.
Por ejemplo, estaban presentes cuando, al volver a instalarse en Barcelona después de tres años en Washington, a Urdangarín le llamaban "chorizo" o decían "¡cuidado con las carteras!" cuando ellos entraban en algún establecimiento.
Cada uno en un destino
Su mudanza a Ginebra (Suiza) les proporcionó una relativa tranquilidad que duró hasta que comenzó el juicio en el que Iñaki fue condenado a cinco años y 10 meses de cárcel, todo un golpe para ellos.
En todo este tiempo, se han educado en el extranjero, pues Juan y Miguel se matricularon en universidades británicas –aunque el mayor reside ahora en Madrid– y Pablo ha jugado en equipos alemanes y franceses hasta fichar por el Barça.
Irene, la menor, permanece con su madre en Ginebra, donde cursa primero de Bachillerato. Quizás, cuando le llegue el momento de ir a la universidad, la Infanta decida si regresa a España o no junto a la Familia Real.
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