Familias Reales: descubre los destinos favoritos de los ‘royals’ para veranear
Palacios, casoplones, resorts exclusivos, islas privadas o yates con todas las comodidades son los destinos elegidos por los monarcas para disfrutar del descanso estival
Palacio de Marivent (Mallorca)
En 1973, la Familia Real empezó a veranear en este impresionante edifi cio, que tiene tres anexos más.
En el caso de los soberanos españoles, el destino de vacaciones ha vuelto a ser Mallorca. El palacio de Marivent, enclavado en lo alto de la Cala Major, en una de las zonas más exclusivas de la isla balear, garantiza uno de los lujos más perseguidos por los famosos: disfrutar de intimidad.
Durante sus vacaciones de verano en Mallorca, el Rey practica con sus amigos la vela, su deporte favorito.
En su residencia de verano, los Reyes evitan el escrutinio de las cámaras de los reporteros, que tienen vedado el acceso al enorme terreno de 33.000 metros cuadrados. Felipe, Letizia y sus hijas ocupan Son Vent, una de las cuatro construcciones que conforman el complejo palaciego, remodelado varias veces a lo largo de los años para hacerlo lo más cómodo posible, aunque se mantiene siempre una decoración muy mallorquina. Excursiones marítimas, salidas nocturnas a cenar en restaurantes de moda de la isla, disfrutar de la piscina y jornadas con invitados cuya identidad no trasciende a los medios son algunas de las actividades de los Reyes estos días.
Castillo de Balmoral (Escocia)
Castillo de Balmoral.
Carlos III y su esposa, la reina Camilla, son conservadores a la hora de elegir destino de vacaciones. Optan por el castillo de Balmoral, en las Highlands escocesas, donde el monarca ha pasado todos los veranos de su vida porque era la residencia favorita de su madre, Isabel II.
Para Carlos III, que sigue en tratamiento para curarse del cáncer que padece, Balmoral es como una segunda casa, ya que allí ha pasado todos los veranos.
Allí, con las 22.000 hectáreas de prados y frondosos bosques rodeando esa magnífica construcción del siglo XIX, el monarca disfruta de lo que más le gusta: la vida de campo. A Balmoral está previsto que viajen Guillermo y Kate con sus hijos, después de que los príncipes de Gales hayan pasado unos días de descanso en la isla privada de Tresco, en el archipiélago de Scilly, al suroeste de Inglaterra.
Isla de Tresco (Inglaterra)
Costa de Tresco.
Con sólo 175 habitantes, Tresco es uno de los lugares más exclusivos de Inglaterra y el refugio favorito de la pareja, que ocupa allí una preciosa casa de piedra que es propiedad de Carlos III. A Balmoral también irá el resto de los Windsor, salvo Andrés de Inglaterra y el príncipe Harry.
Aunque se verán en Escocia con todos los Windsor (salvó el príncipe Harry y Andrés de Inglaterra), Guillermo y Kate han pasado unos días con sus hijos en una isla privada.
Kranidi (Grecia)
Residencia de la familia real holandes en Kranidi.
La Casa Real que huye del frío y la lluvia cuando llega el verano son los Orange-Nassau. Con el calor, Guillermo y Máxima de los Países Bajos y sus tres hijas ponen rumbo a la enorme villa que, en el 2012, se compraron por 4,5 millones de euros en Kranidi, al sur de Grecia. La finca cuenta con tres viviendas, una piscina de ensueño y playa y puerto de embarque privados. A los monarcas holandeses les encanta esa zona, que conocieron gracias a la boda del príncipe Nicolás de Grecia con Tatiana Blatnik. Vendieron la casa de veraneo que tenían en Mozambique y se pasaron al Peloponeso.
Tras animar a sus compatriotas olímpicos en París, los reyes de Holanda y sus hijas disfrutarán del sol y el mar en las costas del Peloponeso, donde tienen casa.
Grasten (Dinamarca)
Palacio de Grasten.
Los royals de Dinamarca también pasan sus vacaciones en el palacio de Gråsten, al sur de su país en una zona cercana a la frontera alemana, cuyo jardines llenos de rosales y su invernadero plagado de plantas exóticas tienen enamorada a Mary Donaldson. Federico prefiere practicar el tenis. Otro destino en su caso es el Château de Cayx, en Francia, un hermosísimo lugar rodeado de viñedos.
Federico y Mary, que parecen haber superado su crisis matrimonial, saludaron a su llegada al palacio de Gråsten, residencia de vacaciones de la Casa Real danesa.
Desde que lo compraron en 1974, el edificio se ha ido restaurando y actualizando para que lo puedan disfrutar todos los miembros de la Casa Real.
En su primer verano como reyes y tras la crisis matrimonial que provocaron los encuentros de Federico con Genoveva Casanovas en Madrid, los daneses han aprovechado el verano para reencauzar su relación. Así, además de sus viajes olímpicos a París, la pareja ha disfrutado de unos días de asueto con sus hijos menores, los mellizos Vincent y Josephine.
Juntos han ido a uno de los «resorts» más lujosos y exclusivos de Europa: el Nikki Beach Club. Situado al norte de la isla italiana de Cerdeña, hasta este establecimiento hotelero que admite pocos clientes y tiene precios de infarto, sólo se puede llegar en barco. Playa privada, cócteles de autor, pescado fresquísimo y botellas de vino de más de tres cifras son algunos de los atractivos de este destino vacacional de lujo.
Castillo de Ciergnon (Bélgica)
Castillo de Ciergnon.
En consonancia con la discreción que les caracteriza, Matilde y Felipe de Bélgica eligen destinos donde puedan pasar lo más desapercibidos posible. Hasta el pasado 10 de agosto, los soberanos y sus cuatro hijos, Élisabeth, Gabriel, Emmanuel y Eléonor, estuvieron apoyando a deportistas belgas en los Juegos Olímpicos, para después poner rumbo a la isla de Yeu, en el Golfo de Vizcaya (Francia), donde hace cinco años se compraron una casa después de muchos años alquilando.
Aunque intentaron que la adquisición quedase en secreto por aquello de mantener la privacidad, acabó sabiéndose que eran propietarios de una construcción, ni demasiado grande ni demasiado lujosa, cuando solicitaron un permiso de ampliación que les fue denegado por el ayuntamiento. En las vacaciones, Felipe se dedica a caminar, una de sus grandes aficiones ya que es habitual del Camino de Santiago.
Matilde y Felipe de Bélgica se reúnen con sus cuatro hijos, que ya hacen parte de sus vacaciones por su cuenta, durante unos días en la residencia de verano de la familia real.
Pero las vacaciones de los reyes belgas, que esos días intentan reunir a sus hijos, ya mayores y con sus propios planes, no discurren sólo en tierras galas. También hacen parada para recargar pilas en Ciergnon, un imponente castillo al que los reyes belgas tienen mucho cariño porque allí bautizaron a sus hijos.
Castillo de Solliden (Suecia)
Castillo de Solliden.
Victoria de Suecia y Daniel Westling irán con sus hijos al palacio de Solliden, en la isla de Oland, por cuyo terreno les encanta pasear en calesa con sus hijos. Los principitos Estelle y Oscar se encuentran con sus abuelos maternos, los reyes Carlos XVI Gustavo y Silvia, en esta residencia construida copiando la Villa San Michel, en Capri, por un médico sueco muy famoso, Axel Munthe, y que a principios del siglo XX pasó a ser propiedad de los monarcas suecos.
La princesa Magdalena y el príncipe Carlos Felipe, con sus parejas y sus hijos, también son habituales, aunque todos los miembros de la Casa Real sueca pasan en algún momento del verano por Villa Mirage, la casa que poseen en Saint-Tropez, sanctasanctorum de la exclusividad y el lujo.
Para alegría y diversión de sus hijos, Estelle y Oscar, los príncipes herederos de Suecia salieron a pasear por los alrededores del palacio de Solliden.
Pacha III
Barco Pacha III.
En esa famosa localidad francesa fondea cada verano el “Pacha III”, el barco en el que Carolina de Mónaco veranea navegando por aguas mediterráneas. La más natural de las princesas europeas (como su hermana Estefanía) recibe por turnos en esta embarcación, que le regaló Stephano Casiraghi y que cuenta con las comodidades de un palacio, a sus hijos, nietos y amigos.
Apasionada de la navegación, Carolina pasa el verano embarcada en este velero que le regaló Stefano Casiraghi.
Parece que los "royals" saben combinar tradición y confort, disfrutando de entornos preciosos y mansiones y palacios impresionantes, buscando la mayoría de las veces pasar desapercibidos.