Daniel Sancho: la policía de Tailandia pide la pena de muerte por asesinato premeditado
La policía del país ha dado una rueda de prensa en la que han comunicado la drástica decisión que han solicitado para el hijo de Rodolfo Sancho
Daniel Sancho durante su detención (EFE)
Este martes, la policía tailandesa ha dado un paso definitivo en el caso de Daniel Sancho. El joven de 29 años, declarado culpable de asesinar y descuartizar a Edwin Arrieta de forma premeditada, lleva varios días ingresado en el módulo hospitalario de la prisión de Koh Phangan de Tailandia. Tras analizar las pruebas y las confesiones del joven, las autoridades del país han dado una rueda de prensa donde han compartido la pena que van a solicitar para él.
Han confirmado que el hijo del actor Rodolfo Sancho estaba solo en el momento del crimen, descartando así la existencia de terceras personas. Han aclarado también que se utilizaron dos cuchillos en el crimen, uno de ellos de carnicero, que días antes compró Daniel en un supermercado. También se utilizó una sierra de corte, según las autoridades.
La policía tailandesa pide pena de muerte para Daniel Sancho
La policía ha compartido los motivos por los que consideran que no fue un accidente, aparte de la confesión del propio autor del crimen: la camisa de Edwin mostraba signos de apuñalamiento en el pecho, que podrían ser la causa de muerte.
Al parecer, Daniel Sancho dio un puñetazo al cirujano y lo golpeó en el fregadero. Una vez muerto, lo cortó en pedazos. Además, han confirmado que Daniel tardó unas tres horas en descuartizar el cuerpo, por lo que se quedó una noche más en la habitación del hotel para limpiarlo todo. También encontraron nueve mil dólares en la caja fuerte de la misma habitación en la que el crimen tuvo lugar.
Los investigadores tienen ahora que entregar su informe a la Fiscalía para fijar la fecha del juicio. La legislación tailandesa castiga los asesinatos y homicidios con tres tipos de penas, en función de las circunstancias. Éstas son la condena a muerte, la cadena perpetua o hasta 20 años de reclusión.
Aunque no es extraño que la justicia tailandesa imponga la máxima pena, en la mayoría de los casos no se ejecuta y se conmuta por cadena perpetua.
