La viuda de Bernardo, en la calle y en la miseria, da las gracias a Anabel Pantoja
La japonesa, que cobra una modestísima pensión, tendrá que abandonar el piso en el que vivían, que es de Isabel Pantoja
Al dolor inmenso que supone el fallecimiento de su marido, Bernardo Pantoja, con el que contrajo matrimonio en una íntima ceremonia sin amigos ni familia, celebrada el 28 de noviembre del 2018 en Sevilla tras dos décadas de convivencia, se une la precaria situación económica a la que Junko tendrá que hacer frente a partir de ahora.
La japonesa tan sólo cuenta con una pensión de menos de 400 euros, que recibe desde su país. Queda por ver lo que le corresponderá como pensión de viudedad, pero es evidente que la cantidad será mínima. Pero éste no será su único quebradero de cabeza, ya que, tarde o temprano, se verá obligada a abandonar el piso en el que convivía con el hermano de Isabel Pantoja.
Unas controvertidas palabras a los medios
Junko jamás ha querido hablar sobre su vida pero, tras la muerte de Bernardo, hizo unas polémicas declaraciones al reportero José Antonio León, que tras emitirse en "Sálvame", han sembrado aún más la discordia en el popular clan de los Pantoja. "Isabel comenzó a chillarme: “Esa casa es mía, esa casa es mía...”. No entendía nada, por qué me trataba así. Ni tampoco que me echara la culpa de que yo soy responsable en un 85% de la enfermedad de mi marido", lanzaba como una bomba. Presa de un ataque de nervios, se fue llorando a la cafetería del centro sanitario, donde se la pudo ver hablando con una de sus amigas y con Sylvia Pantoja.
Isa Pantoja: "Mi madre nunca se peleó con Junko"
Estas declaraciones no tardaron en encontrar respuesta. Fue Isa Pantoja quien, durante su intervención en "El programa de Ana Rosa", quiso desmentir y matizar algunas de las afirmaciones de la viuda de Bernardo. "Mi madre nunca se peleó con Junko. Eso es mentira. Bernardo y ella han vivido en la casa de mi madre 20 años y no he escuchado decir a nadie qué generosa es mi madre. Además, no ha dejado nunca descuidado a su hermano. Incluso le pagaba la Seguridad Social para que tuviese una pensión. Y mi prima Anabel se ha volcado siempre con su padre", afirmó.
Diego, amigo íntimo de Bernardo, desmintió que se haya ignorado a Junko. "Se le ha dado su lugar en todo momento. En el hospital no hubo enfrentamientos familiares, pero Junko tiene a su alrededor una serie de personas que la están mal aconsejando", manifestó.
"No sé lo que me va a ocurrir"
Anabel también resultó salpicada por esta polémica y no dudó en entrar en directo en el programa en el que ha colaborado tantos años para expresar su malestar. "¿Podéis dejar descansar a mi padre? Estáis dando la versión que os interesa, porque mi teléfono lo tenéis. La que me he tragado el tanatorio y que mi padre se me fuera, he sido yo. Esa señora también, porque ha estado. Que no diga que se le ha invitado a irse", declaró.
Tras la incineración de sus restos mortales, Anabel mantuvo una larga conversación con Junko en la que concretaron que las cenizas se repartirían entre ambas. También, se ofreció a presentarle a su gestor, para que le ayude a tramitar todos los documentos relacionados con la muerte de su progenitor. En este sentido, la nipona ha expresado que "gracias a Dios, Anabel se ha portado bien conmigo".
Pero ahora, su gran problema es afrontar su nueva vida con el optimismo que hoy le falta. Confiesa que "me siento muy mal y muy nerviosa, porque no sé lo que me va a ocurrir a partir de estos momentos". Junko cuenta con el apoyo de su amiga Caty, Sylvia Pantoja, la tía Magdalena, hermana de doña Ana, la que fuera matriarca del clan, los amigos de su marido, y el presunto hijo ilegítimo del finado, al que todos conocen con el apodo de Pinocho. A todos se les impidió la entrada en la sala del tanatorio en el que se velaban los restos mortales de Bernardo.
Sea verdad o mentira todo lo que se está diciendo desde que murió Bernardo, la cruda realidad es que el estado emocional y económico de Junko está bajo mínimos. Me dicen que no para de llorar, que está muy nerviosa y que siente mucho miedo ante el futuro que le espera. Esta mujer de 75 años, que tiene que apoyarse en una muleta para no perder el equilibrio, se enfrenta no sólo a la pérdida irreemplazable de quien ha sido su compañero del alma durante más de 20 años, sino también a un futuro lleno de incertidumbres.