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¿Sufres vértigo? Descubre por qué ocurre y cómo acabar con él

Sentir que da vueltas la cabeza es una desagradable sensación de alteración del equilibrio que puede provocar distintas alteraciones en nuestro día a día. ¡Apréndelo todo sobre los vértigos!

Estos consejos podrán ayudarte a aliviar los síntomas de los vértigos y mejorar tu bienestar.

Estos consejos podrán ayudarte a aliviar los síntomas de los vértigos y mejorar tu bienestar.

N.D
Sección coordinada por la doctora María José Peiró, especialista en Medicina Familiar, con más de 10 años de experiencia tanto en el ámbito público como privado. Máster en nutrición y dietética.

Sección coordinada por la doctora María José Peiró, especialista en Medicina Familiar, con más de 10 años de experiencia tanto en el ámbito público como privado. Máster en nutrición y dietética.

El vértigo es un tipo de mareo y quien lo sufre tiene la sensación de que está girando o moviéndose o de que todo da vueltas a su alrededor, aunque realmente está quieto.

Además, puede sentir náuseas y sufrir vómitos y/o tener dificultades para mantenerse de pie o andar. Conocer qué provoca el vértigo es crucial para tratarlo de forma adecuada, ya que puede padecerlo cualquier persona a cualquier edad. 

Diferentes causas 

Existen dos tipos de vértigo: periférico y central. La mayoría de los casos corresponden al primero y se deben a la existencia de una alteración en la zona del oído interno, que controla el equilibrio.

Dentro de los vértigos periféricos se encuentran el posicional, también llamado vértigo postural paroxístico benigno, que es el más común, así como los causados por la enfermedad de Ménière, una lesión, una inflamación o después de una infección (laberintitis), principalmente.

La causa del vértigo central, por su parte, se sitúa en el cerebro y puede ser originado por una migraña, una enfermedad vascular, esclerosis, fármacos o tumores, entre otras. 

Síntomas

Sea cual sea su desencadenante, todos comparten la sensación de giro, definida como "el balanceo de un barco", que puede ser leve o muy intensa y provocar la pérdida del equilibrio y caídas, un riesgo importante por las fracturas asociadas, especialmente en el caso de mayores de 65 años.

Puede ir acompañada de náuseas y vómitos, problemas para enfocar y pérdida de audición o zumbidos (tinnitus). En caso de vértigo central, también se puede sufrir visión doble o movimiento rápido de los ojos (nistagmo), parálisis facial, mala articulación del lenguaje, dificultad para deglutir, debilidad de las extremidades, mala coordinación, etc. 

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Qué hacer

 

 

Cuando aparece, hay que permanecer quieto y descansar, evitando los movimientos o cambios de postura bruscos y las luces brillantes, la televisión o la lectura. Ante un episodio de vértigo, debe consultarse con el médico, que determinará si es el síntoma de un problema grave o no y qué tratamiento es el más adecuado. 

Acudir a urgencias

Es imprescindible acudir de inmediato a un centro hospitalario cuando el vértigo aparezca asociado a alguno de estos síntomas: fiebre alta, convulsiones, dolor de cabeza o cuello rígido, vómito que no cesa, dolor en el pecho, latidos irregulares, dificultad para respirar, lesión en la cabeza, cambios en la visión o el habla, parálisis en alguna zona, desmayo o pérdida de lucidez mental. 

Tratamientos ajustados 

El origen del vértigo determinará el tratamiento médico que, junto con la dieta, consigue resultados favorables en el 70% de casos.

Dieta y cambios de estilo de vida. Aunque el vértigo no se puede prevenir, se recomienda a las personas que lo sufren algunos cambios de hábitos. Es conveniente dormir bien, seguir una dieta saludable y no comer en exceso, reducir el consumo de sal, cafeína y alcohol, así como realizar ejercicio físico y alguna actividad relajante, como yoga o meditación. No se aconseja conducir ni usar maquinaria pesada hasta una semana después de desaparecer los síntomas.

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Rehabilitación vestibular. En los casos en que el vértigo se origina por movimientos de cabeza o cambios de postura, puede ser efectivo realizar ejercicios que sirven para rehabilitar el equilibrio y mejorar la actividad diaria, ya que ayudan a disminuir los mareos. 

Fármacos para aliviar las molestias. La sensación de vértigo puede aliviarse con algunos medicamentos, como betahistina (similar a la histamina, usado en la enfermedad de Ménière), antihistamínicos, anticolinérgicos, sedantes y antagonistas del calcio. Pueden ser de ayuda los diuréticos, pues, al eliminar agua, reducen su cantidad en el oído interno y mejora la audición. El médico también puede prescribir fármacos para controlar las náuseas y los vómitos, así como antivirales (en el caso de la neuritis). 

Inyección de antibiótico

 

 

En algunos pacientes que no responden a los fármacos, es necesario el uso de gentamicina, un antibiótico que se inyecta en el tímpano y se retira al cabo de 30 minutos. Este tratamiento se realiza de manera ambulatoria y reduce los vértigos de forma progresiva hasta su desaparición. Se calcula que es efectivo en el 90% de casos tratados.

Cirugía, el último recurso. En un porcentaje mínimo de afectados, la única solución para evitar el vértigo es una intervención quirúrgica, que será diferente en función de si existe o no capacidad de audición. La neurectomía vestibular consiste en cortar el nervio del equilibrio (vestibular), de forma que el afectado no sufra vértigos, y no afecta a la audición.

La laberintectomía, por su parte, elimina una parte del oído interno, con lo que se pierde la audición totalmente en el órgano operado. 

Identifica los distintos tipos

El vértigo es el síntoma de un trastorno o enfermedad, por lo que es imprescindible identificar su origen para tratarlo de forma adecuada.

Estos son los más destacables:

Periférico

Vértigo postural. Es el más habitual y, aunque es molesto, no reviste gravedad y puede solucionarse con una serie de movimientos de la cabeza (maniobra de Epley) que realiza el médico. Causado por la presencia de un trocito de calcio (otoconia) en el oído interno, suele durar unos segundos o minutos y se desencadena de forma repentina al cambiar de posición o mover la cabeza.

Enfermedad de Ménière. Además del vértigo, presenta tres síntomas importantes en el oído afectado: pérdida de audición (hipoacusia) variable, zumbido (tinnitus) y presión. Se desconoce su causa, aunque entre sus factores de riesgo están tener algún familiar afectado, el consumo de alcohol o tabaco, alergias o estrés. La sensación de inestabilidad puede durar hasta 24 horas y, aunque la audición se recupera, puede deteriorarse con el tiempo. No se cura, pero algunos cambios en el estilo de vida y seguir el tratamiento ayudan a aliviar las molestias. 

Neuritis vestibular. También llamada laberintitis, es la causa de uno de cada 10 vértigos. Se origina por la inflamación o irritación del oído causada por un virus o una bacteria, por ejemplo, tras una gripe o resfriado. Se trata con fármacos y suele desaparecer en unas semanas. 

Central

Migraña vestibular. Es el vértigo asociado a episodios migrañosos. Se trata y previene con fármacos adecuados a este tipo de cefalea.

Otros. Aproximadamente un 30% de los vértigos tienen orígenes diversos, como la presencia de enfermedades degenerativas (esclerosis), ictus, tumores (cancerosos o no), etc. 

Los problemas en el oído alteran el equilibrio

 

 

El oído interno tiene unos tubos, llamados canales semicirculares, llenos de líquido que se mueve en su interior cuando nos movemos. Esto indica al cerebro cuál es la posición de nuestro cuerpo en cada momento y nos ayuda a mantener el equilibrio. 

Qué ocurre: Si alguna cosa afecta a este líquido (un trocito de calcio en caso de vértigo postural, una inflamación en la laberintitis, presión en la enfermedad de Ménière...), los mensajes que llegan al cerebro son confusos y se pierde el equilibrio, originándose la sensación de inestabilidad y el vértigo. 

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