Adiós a Carmen Sevilla: repasamos su apasionante vida
La queridísima actriz ha fallecido a los 92 años tras una vida muy intensa. ¡La recordamos para ti!
Carmen Sevilla ha fallecido a los 92 años en el hospital, tras ser trasladada desde la residencia de Madrid donde residía desde 2015. Aquejada de Alzheimer desde hacía casi una década, la veterana artista llevaba casi desde entonces alejada de los focos.
Desde Pronto queremos homenajear a esta queridísima figura destacada del cine y la televisión españoles con este vídeo. ¡Querida Carmen, nunca te olvidaremos!
Debutó como bailarina a los 15 años
María del Carmen García Galisteo, que era como se llamaba realmente, nació el 16 de octubre de 1930, en Sevilla. Fue la primera de los tres hijos de José García Padilla, contable y compositor de coplas, y Florentina Galisteo Ramírez, ama de casa.
Carmen y sus hermanos, Antonio y Pepe, vivían con sus abuelos paternos y una prima. En 1940, finalizada la Guerra Civil, la familia se trasladó a Madrid, donde siguió sus estudios elementales y, por la insistencia de su abuela que le veía madera de artista, la apuntaron a una academia de baile. Allí la llamaban Carmen “la de Sevilla” para distinguirla de otras alumnas con el mismo apellido.
“Una tarde mi padre me mandó llevarle unas letras a Estrellita Castro al teatro Calderón. Ella, que se había enterado de mi vocación, me pidió que bailara unas sevillanas delante del maestro Quiroga y me propuso entrar en su grupo.
Mi padre era un poco reticente, decía que aquella no era vida para mí, pero Estrellita lo paró en seco: ‘Mire, Padilla, si su hija quiere ser puta, da igual que esté en un escenario o en un mostrador’”. Así fue como, con 15 años, Carmen debutó como bailarina.
Del baile a pareja de Jorge Negrete en el cine
Dos años después, entró en la compañía del marqués de Montemar con la que se fue de gira por toda España hasta que aquélla se disolvió y Carmen se quedó sin trabajo.
Por su padre consiguió un papelito en una película: “Serenata española”, de Juan de Orduña. Pero, su verdadero debut cinematográfico fue a través del teatro. El bailarín Paco Reyes la contrató para un espectáculo que se estrenó en el teatro Gran Vía de Madrid. Allí la vio un periodista que le dijo que un productor mexicano buscaba nuevos rostros para la primera película que Jorge Negrete iba a rodar en España.
Carmen optó al papel junto con cien bellas desconocidas. Salió elegida, le pagaron 7.000 pesetas y le regalaron los vestidos que lució en el rodaje.
Era 1948 y tuvo que repetir hasta doce veces la escena en que Jorge Negrete la besaba. “Jorge y yo hicimos buenas migas. Era todo un caballero. Solía decir que yo era su ahijada”, contaba.
Pero no fue el charro quien cautivó su corazón, sino el torero mexicano Carlos Arruza, de 27 años, que sería su primer novio.
Una chica ingenua lanzada al estrellato
En 1949, Carmen rodó “La revoltosa”, con Tony Leblanc, que fue un rotundo éxito. “Aquélla fue la película que me lanzó al estrellato, pero yo aún no me daba cuenta de lo que estaba pasando. Sencillamente, estaba en las nubes, como a lo largo de toda mi vida, porque yo he sido siempre muy ingenua. Veía a mis padres felices y para mí era suficiente. Por entonces andaba demasiado ocupada memorizando aquellos guiones, pero mi padre se encargada de recordarme todos los días que había que contestar las cartas de los admiradores y fue él quien me animó a tomar clases de dicción, porque no sabía hablar en público”, explicó la simpática actriz en una ocasión.
Las ofertas de trabajo empezaban a llegar, su nombre se consolidaba como el de una actriz conocida, pero su novio le exigía que se retirase del cine para casarse. Como no quería, rompió con él.
A los 19 años le ofrecieron trabajar con Luis Mariano. Rodaron “Sueño de Andalucía”, que se convirtió en un éxito inmediato en nuestro país y en Francia, donde Mariano era “el rey de la opereta”. La pareja volvió a repetir en 1952, con “Violetas imperiales”, otro bombazo de taquilla.
Ese año se publicó en “Abe” una fotografía de Carmen en bañador que revolucionó la pacata España de la postguerra. Armó muchísimo revuelo porque “en aquella época no era normal que una chica decente se dejase fotografiar en bañador. Era la primera vez que yo enseñaba mis muslos”.
Caché elevado y un coche de importación
Dos años después Carmen era una estrella consagrada que cobraba 60.000 pesetas por trabajo y se daba lujos como comprarse un coche de importación.
Protagonizaba, sobre todo, películas de corte folclórico en las que daba el perfil de mocita ingenua, pero también intervino en películas más comprometidas como “La venganza”, de Juan Antonio Bardem. La producción italiana “Europa di notte” fue totalmente prohibida en España, y su papel en “Pan, amor y Andalucía” fue bastante más picante de lo habitual en el cine patrio.
Entre película y película, Carmen, a la que muchos bautizaron como “la novia de España”, se fue a la plaza africana de Sidi Ifni para actuar ante los soldados españoles, presidía almuerzos benéficos, cantaba o bailaba en fiestas de caridad. El público la adoraba.
Hermosa, ingenua y muy coqueta, Carmen Sevilla era una preciosidad que no pasaba inadvertida a los hombres y que “pasó mucha hambre” para conservar el tipo, ya que le gustaba comer y tiene tendencia a engordar.
Tuvo muchos pretendientes, pero ella, que siempre dijo que era “muy estrechita", los mantuvo a raya. Quería llegar virgen al altar. En París, el director de cine John Berry la llevó a una buhardilla e intentó propasarse. En México, Mario Moreno “Cantinflas” se enamoró perdidamente de ella. “Tras una cena, Mario me dio un beso, me cogió una mano y me colocó en un dedo un anillo de brillantes descomunal”. Lola Flores, una de sus mejores amigas, le aconsejó que se lo devolviera.
El rodaje de “Rey de reyes” le permitió conocer a actores como Gary Cooper, Cary Grant, Frank Sinatra y Yul Brynner, que se prendaron de los encantos de quien Paco Rabal apodó, con cariño, “la virgencita de España”.
Carmen Sevilla podría haber triunfado en la meca del cine, ya que, después de haber hecho varias películas en Hollywood, la Paramount le ofreció un contrato por seis años. Pero rechazó la oferta porque fue incapaz de aprender a hablar en inglés (se aprendía los textos de memoria, sin saber lo que decía) y se añoraba mucho de su tierra y de su gente.
Boda en Zaragoza con el músico Augusto Algueró
A punto de casarse con un empresario chileno divorciado, Lucho del Villar, la vida de Carmen dio un giro de 180 grados cuando volvió a encontrarse con Augusto Algueró. El compositor catalán, al que había conocido rodando “La fierecilla domada”, tenía que hacerle un disco y se enamoraron.
La boda, celebrada en la basílica zaragozana del Pilar, fue el 23 de febrero de 1961, y Carmen lució un vestido “estilo princesa” de Pertegaz que fue la admiración del gentío que se agolpó para ver cómo una de las actrices más queridas y famosas del momento entraba en el templo pisando una alfombra hecha con las capas de una tuna.
Querida era también por los estamentos oficiales. Carmen era una de las folclóricas que siempre acudió a las recepciones de Franco en El Pardo o en La Granja para conmemorar el 18 de julio. “Sé que me admiraba, porque yo era el prototipo de jovencita española y decente”.
Aborto en Argentina por motivos de trabajo
Tras una corta luna de miel, Carmen volvió al trabajo con “Buscando a Mónica” una película de José María Forqué que se rodó en Argentina. Allí, según contó en unas memorias, decidió abortar cuando se quedó embarazada porque tenía compromisos laborales que atender y no podía permitirse esa maternidad.
De vuelta a Madrid, el matrimonio se instaló en un espacioso piso de la entonces ave nida del Generalísimo, donde entró a su servicio Agripina, una mujer que se convertiría en una segunda madre para ella y para su hijo Augusto, nacido el 3 de julio de 1964.
Para entonces, el matrimonio ya hacía aguas debido a las continuas infidelidades con yugales de Algueró. Sin embargo, cara al público, la pareja mantenía las apariencias de una familia feliz y artísticamente avenida.
Carmen volvió a quedar embarazada en 1965, pero volvió a abortar. Su unión con Algueró se mantuvo hasta que, en 1976, se separaron. Aquella separación, muy aireada por las revistas, coincidió con el declive de la España más folclórica y el final del cine costumbrista y ramplón en el que la Sevilla más había trabajado.
Carmen Sevilla, musa del destape
A diferencia de la mayoría de sus colegas, este cambio no cogió desprevenida a Carmen Sevilla, que, desde 1969, había apostado por renovar su imagen y apuntarse a lo que luego sería un fenómeno social: el destape. De alguna manera, la actriz sevillana supuso el eslabón entre el sexo imaginado de los años 50 y el explícito erotismo del posfranquismo, con películas como “Nosotros los decentes”, “Enseñar a un sinvergüenza”, “Terapia al desnudo” o “No es bueno que el hombre esté solo”.
Entre 1969 y 1974, Carmen trabajó a un ritmo frenético y llegó a hacer hasta cuatro películas por año. Cuando llegó la moda de la minifalda se fue a Londres y se compró un buen surtido para ser una de las primeras españolas en lucir bien las piernas, apareció casi desnuda en un reportaje de “Triunfo” y mostró generosa mente su aún firme anatomía en “La loba y la paloma”, “La cera virgen” o “El apartamento de la tentación”.
Volvió a encontrar el amor a los 44 años
En 1974, Vicente Patuel, propietario de salas cinematográficas, entró en la vida de Carmen Sevilla cuando ella tenía 44 años y presentaba en el teatro Calderón de Madrid la obra “Telemusical en directo”, en la que actuaba con un Algueró al que ya no soportaba. Se enamoraron, pero vivieron un amor secreto hasta que él, en el verano de 1978, pidió también la anulación de su matrimonio.
La prensa se hizo eco de que Carmen Sevilla había rehecho su vida sentimental con el empresario madrileño y a finales de ese mismo año la pareja hizo su “presentación” oficial cuando acudieron juntos a una actuación de Rocío Jurado en el Florida Park.
Vicente, que no tenía hijos, se ganó el cariño de Augusto Jr., un niño que se educó desde pequeño en internados debido a la inestabilidad emocional de sus padres. Tras el cierre de uno de sus cines, Patuel vendió todas sus salas e invirtió el dinero en la finca que se había comprado en Herrera del Duque (Badajoz) para ejercer de ganadero. Y convenció a Carmen para que, tras una carrera de 80 películas, se retirara.
Pero, lo que en principio parecía un buen negocio se reveló como un “tragadero” de dinero. Patuel invirtió todo lo que tenía, pero la finca demandaba más y más. Así fue como la pareja, que vivía apartada del mundo farandulero, decidió vender la exclusiva de su boda, que se celebró por lo civil el 5 de septiembre de 1985, en Arcos de la Frontera (Cádiz). Carmen aseguró en una ocasión al respecto: “Convertí mi segunda boda en un negocio, algo que desde mi óptica no se debe hacer, pero que consideré necesario para salvar la finca”.
Presentadora de TV en el “Telecupón”
Aunque era feliz con su marido, su campo y sus ovejitas, Carmen sentía añoranza de su vida artística. Un día de 1991 sonó el teléfono en la finca y era Valerio Lazarov que quería proponerle algo. Patuel se resistía a que Carmen volviera a trabajar, pero, al final, permitió que su mujer presentara el “Telecupón” de Tele 5.
Primero fue un contrato de seis meses, pero el impacto mediático de Carmen como presentadora fue tan increíble que la sevillana se quedó durante siete años al frente del programa del sorteo de la ONCE. Su peculiar manera de hablar, sus equivocaciones, sus esparadrapos y sus ovejitas convirtieron un espacio anodino en un programa con audiencia.
Lo negativo fue que el inesperado éxito de este retorno estuvo a punto de costarle el matrimonio, ya que, instalada de lunes a viernes en Madrid, Carmen sólo veía a su marido los fines de semana.
Carmen reconoce que ella y Patuel vivieron momentos difíciles, pero que supieron superarlos por el profundo amor que les unía. Tanto que, el 17 de noviembre de 1996, coincidiendo con los veinte años del inicio de su historia de amor, la pareja volvió a darse el “sí, quiero” en la alcaldía de Herrrera del Duque.
En diciembre de 1997, Carmen Sevilla se despidió del “Telecupón”. Dos años después, devuelta a la popularidad, la actriz volvía a ser noticia por “Ada Madrina”, una serie de Antena 3 en la que trabajaba con el ya desaparecido Jesús Puente y la modelo Mar Flores, pero que no tuvo el éxito que se esperaba.
Momentos trágicos y la felicidad de ser abuela
Carmen vivió uno de los momentos más trágicos de su vida el 24 de abril de 2000 cuando Vicente Patuel, al que le faltaban pocos días para cumplir 69 años, falleció en su finca a consecuencia de un infarto de miocardio. Con el cariño de su familia y de sus amigos, Carmen salió adelante. Le ayudó especialmente su trabajo como madrina de ANDE, asociación en favor de los disminuidos psíquicos.
El 22 de julio de 2004 Carmen Sevilla vio hecha realidad una de las grandes ilusiones de su vida: ser abuela. La actriz siempre había deseado tener una nieta, pero el primer hijo de Augusto Jr. y su esposa, Marta Díaz, fue un niño que recibió el mismo nombre que su padre.
A la alegría de ser abuela se unía la buena marcha del programa “Cine de barrio”, que Carmen Sevilla presentó desde que sustituyó a José Manuel Parada, en 2004. Un año después participó en el concurso “¡Mira quién baila!”, en el que fue la segunda expulsada. Pese a ello, confesó que su paso por este formato le había devuelto la ilusión de vivir”.
Su aventura al frente de “Cine de barrio” duró hasta 2010, cuando fue sustituida por Concha Velasco. Un duro varapalo para Carmen, que se enteró por terceras personas de que TVE quería prescindir de ella y sustituirla por Velasco. A Sevilla, que por aquel entonces tenía 80 años, le hubiera gustado seguir, puesto que se sentía con fuerzas suficientes para continuar trabajando.
La muerte de Augusto Algueró la dejó abatida
En 2011, la vida volvió a golpear a Carmen: fallecía su exmarido, Augusto Algueró, a causa de una parada cardiorrespiratoria. Una noticia que la dejó abatida. Aunque su matrimonio no fue un camino de rosas, en los últimos años habían mantenido una relación de cariño y amistad. “Me ha dado muchísima pena esta muerte, Augusto era el padre de mi hijo y fue mi marido durante 10 años. Yo le adoraba, y él a mí. Nos hemos llevado muy bien hasta su muerte”, confesó.
Meses después, se hacía público que Sevilla, con 81 años, estaba perdiendo la memoria. Sus lagunas indicaban que podría padecer un principio de Alzheimer, la misma enfermedad que sufrió su madre. Algo que terminó confirmándose.
A causa de la evolución de su dolencia, su hijo, Augusto, decidió ingresarla en una residencia de la localidad madrileña de Aravaca, ya que el centro contaba con una unidad especial para enfermos de Alzheimer. Allí vivió desde los 84 años hasta su muerte. Allí, tal y como nos contó su amigo Moncho Ferrer con motivo de su 90º cumpleaños, era la paciente “estrella”. Todos adoraban a esa cariñosa mujer que no se acordaba de los éxitos de su pasado glorioso.
¡Descansa en paz, Carmen Sevilla!