Camela: repasamos los inicios del dúo de Dionisio Martín y Ángeles Muñoz
Acaban de celebrar 25 años de carrera y lo han celebrado con un libro y un nuevo tema
Llevan formando parte del panorama musical desde hace más de medio siglo. Camela, el grupo de la tecno-rumba ha vendido en este tiempo más de 7 millones de discos, pero pocos conocer exactamente cuáles fueron sus orígenes.
Con motivo de estos 25 años juntos, han publicado un libro, “Camela por Camela. La banda sonora de nuestra vida”, en el que, tal y como os informamos recientemente en Pronto, de descubren a todos sus seguidores.
“Es una biografía tanto personal como profesional, en la que contamos cosas que muchos de nuestros seguidores ya conocían, pero otras que no. La verdad es que los fans que lo están leyendo nos dicen que les encanta”, nos cuenta Dioni.
Todo empezó en 1990, con una primera maqueta –“Tinieblas2– grabada en un radiocasete con las ilusiones de un grupo de amigos de un barrio humilde de Madrid –San Cristóbal de los Ángeles– que sólo pretendían divertirse con la música.
Dioni Martín era un chaval que abandonó los estudios a los 13 años “por necesidad”, que fue padre adolescente y se ganaba la vida vendiendo lo que podía en los mercadillos.
Por su parte, Angeles Muñoz, miembro de una familia de siete hermanos, era su tímida veci- na, una jovencita de gran coazón que, desde los 9 años, empezó a juguetear con el teclado de su hermano y a cantar. En realidad, Dioni se acercó a ella para “camelarse” a su hermana Lucía, con quien acabó casado.
Pero las largas horas que pasaron escuchando a Los Chichos y a Los Chunguitos les hizo descubrir que sentían una gran pasión por la música. A ellos se les sumó Miguel Ángel Cabrera, el tercer miembro del grupo en sus inicios. Luego, llegaron las maquetas, las ilusiones, las grandes producciones, pero también los engaños. Sin embargo la inocencia y las ganas de llenar con su música cada rincón de España les empujaron adelante.
Continuaron con su carrera, haciéndonos bailar, sufriendo algún que otro altercado y superando la marcha de Miguel Ángel, pero siendo felices y sin cambiar su esencia. Y es que Dioni, que tiene dos hijos, no descarta, si esto se acaba algún día, volver a trabajar de lo que haga falta, incluso en la venta ambula te.
Mientras que Ángeles sigue siendo una mujer antidiva, que va al mercado o pone el lavavajillas. Y eso que hoy, por fin, la industria los ha reconocido, los fans siguen a su lado y famosos como Cristina Pedroche, Alaska, J. A. Bayona –que dirigió sus primeros vídeos– o Christian Gálvez manifiestan abiertamente su devoción por ellos.
PRONTO: En el libro contáis varias anécdotas de vuestra carrera, como que Dioni no estaba muy seguro de ese sonido que os ha hecho triunfar, la tecno-rumba.
DIONI MARTÍN: Piensa que en nuestras primeras maquetas, aunque había sonido tecnológico, habíamos metido guitarra flamenquita y palmas, porque yo siempre he sido muy flamenco. Así que, en el momento en el que Daniel Muneta nos puso los arreglos en las primeras canciones, yo decía: “¡Pero si esto es bakalao!”.
ÁNGELES MUÑOZ: No tenía nada que ver, pero para él era eso.
D.M.: Y fíjate que luego ese sonido que nos hace tan particulares funcionó y sigue funcionando.
P.: Otra anécdota graciosa es la que contáis de cómo, en una comida con altos directivos tras una firma de contrato, tú, Dioni, mezclaste gaseosa con un vino de 16.000 pesetas de entonces (100 euros de ahora).
D.M.: Me dijeron que cómo se me ocurría hacer eso. Nunca había pisado un restaurante de cinco estrellas y sigo pensando que lo que estropeé fue la gaseosa. ¡Ja, ja, ja! Me he criado con el vino tinto de toda la vida en mi casa, y siempre con Casera, como mu- chas familias.
P.: En el libro también contáis con qué piedras habéis tropezado por el camino. ¿No os ha dado rabia recordar a la gente que se aprovechó de vosotros?
D.M.: Pues, no. Lo hemos hecho sin rencor. Los primeros contratos que firmamos fue- ron abusivos, cuando tenían que haber sido estándar. Fueron con Producciones AR y Alfonso del Corral, pero a ese señor le tenemos que agradecer que fue quien hizo nues- tros primeros discos. Y luego, a nivel de medios, pues igual en su día no entendíamos por qué algunos no pinchaban nuestra música o no nos hacian entrevistas. Pero con el tiempo, gracias a Dios, las co-sas han cambiado muchísimo y ahora tenemos el éxito que debimos tener hace 20 años. Así que allá donde nos llaman, vamos encantados.
P.: También habláis de los motivos de la marcha de Miguel Ángel, que fue el tercer miembro del grupo hasta el 2013. ¿Cómo es hoy en día vuestra relación?
D.M.: Nula. Antes lo veía porque tenemos familia en San Cristóbal de los Ángeles, pero ya no.
El dúo, que ha crecido al margen de la industria musical, en una de sus actuaciones.
P.: Vosotros dos sois muy distintos. Dioni es más nocturno y hablador y Ángeles, más madrugadora y casera.
D.M.: Yo me acuesto muy tarde, pero estoy en mi casita. Te lo puede decir mi Lucía, de verdad, soy muy casero y muy hogareño.
P.: ¿Cuál es el secreto para que no os canséis el uno del otro?
Á.M.: Muy fácil: ¡mi santa paciencia! Todo el mundo dice: “¡Qué simpático es!”, y yo les digo que se lo lleven con ellos 26 años, a ver si piensan lo mismo después. Pero, en realidad, nos llevamos muy bien.
D.M.: Yo también digo que paséis 26 años con ella, veréis cómo saca la garra, ¡ja, ja, ja!
P.: Habéis vendido más de siete millones de discos, pero no lleváis vidas de multimillonarios.
Á.M.: ¡No lo somos, cariño! Hay gente que se dedica a guardar, pero yo me he dedi- cado a vivir y a disfrutar con mi familia y a ayudar a asociaciones y muchas cosas. La felicidad no la da el dinero, sino otras cosas.
P.: Pero algún lujo os habréis dado después de tanto trabajar y tantos éxitos.
D.M.: A mí, la música me ha facilitado la vida, porque tengo mi casa. Hoy en día mucha gente sigue con hipoteca, y yo ya la tengo pagada. Pero no tenemos grandes lujos.
Á.M.: Es verdad, no tenemos yates ni nada.