Carlos III y su hijo Guillermo, muy criticados por sus negocios millonarios "ocultos"
Una investigación periodística ha destapado que parte de su fortuna proviene de cobrar alquileres a escuelas, hospitales y oenegés

Probablemente, la noche del pasado 2 de noviembre, en su residencia de Sandringham, al rey Carlos, recién llegado de Australia, se le atragantó la cena. Y, quizás también, algo azorado y nervioso, se pusiera en contacto con su hijo Guillermo, que estaba de viaje oficial en Sudáfrica y seguro que no sabía la que se les venía encima.
Esa noche, el canal británico de TV Channel 4 emitió el documental 'El Rey, el Príncipe y sus millones secretos', que, en pleno "annus horribilis" para la monarquía, a causa de los problemas de salud del rey y Kate y de la crisis familiar con Harry y Meghan, desveló el verdadero origen del inmenso patrimonio del monarca y su hijo, causando una nueva polémica en el corazón de la familia real británica.

Camilla ha sufrido una grave infección.
El documental 'The King, The Prince and Their Secret Millions' (El rey, el príncipe y sus millones secretos) ha dejado al descubierto que Carlos, de 75 años, y su primogénito, de 42, generan sus ingresos a través de los ducados de Lancaster y Cornualles, que, desde hace siglos, son propiedad del soberano y el heredero británicos, respectivamente, y gran parte de cuyas tierras fueron incautadas por reyes medievales.
De hecho, los 179 kilómetros cuadrados del ducado de Lancaster son de la monarquía desde el año 1265, mientras que la extensión de 550 kilómetros cuadrados del de Cornualles están en su poder desde 1337. Y los dos suponen ingresos millonarios para sus dueños.
El año pasado, Carlos se embolsó 32,8 millones de euros a través de su ducado, mientras que Guillermo ingresó por el suyo 26,4 millones. Y eso que los Windsor ya cobran del Gobierno la llamada Subvención Soberana, destinada a cubrir gastos de viajes oficiales, seguridad, mantenimiento de sus palacios... y que, en el 2023, ascendió a 102 millones de euros.
Los ducados, sin impuestos

Ducado de Cornualles
Por otro lado, como recoge la investigación, según el Tesoro británico, los ducados de Carlos y Guillermo disfrutan del privilegio de no tener que pagar ganancias de capital ni impuesto de sociedades. No sólo eso. Además, están blindados y ni siquiera pueden ser expropiados para obras públicas. Eso sí, para que no se diga, el rey paga voluntariamente el impuesto sobre la renta y, en el 2022, desembolsó 7 millones de euros, cifra poco relevante para un hombre que, como ha revelado el documental de Channel 4, tiene una fortuna de 720 millones de euros. En cuanto a Guillermo, el pasado julio causó cierto malestar al negarse a revelar cuánto tributaba, aunque desde el palacio de Kensington aseguraron que pagaba el nivel "apropiado" de impuestos.
El documental concluye que, según queda reflejado en los archivos de los ducados, “la realeza cobra por el derecho a cruzar ríos, descargar mercancías en la costa, tender cables bajo sus playas, gestionar escuelas y obras de caridad e incluso cavar tumbas. Obtienen ingresos de los puentes de peaje, los transbordadores, las tuberías de alcantarillado, las iglesias, los ayuntamientos, los pubs, las destilerías, los gasoductos, los amarres de los barcos, las minas, los aparcamientos, las viviendas de alquiler y las turbinas eólicas. Y muestran que están ganando millones de libras al año cobrando al ejército, la marina, el Servicio Nacional de Salud, el servicio penitenciario y las escuelas estatales por el uso de sus tierras, ríos y costas".

Puerto de Liverpool
El reportaje incide en cómo se generan esas sumas y llama la atención que, en pleno siglo XXI, el dinero se recaude como en la Edad Media. Y es que los dos ducados ingresan millones en concepto de alquileres que cobran a entidades como el Gobierno; el Ejército, iglesias, ayuntamientos, colegios (el de Farrington Gurney, en Bath, paga 71.000 euros, y la escuela Princetown Community, en Devon, 380.000), hospitales (el Guy’s & St. Thomas, que paga un millón de euros anuales), puertos, como el del río Mersey de Liverpool; empresas privadas, aparcamientos, viviendas de alquiler, parques eólicos y al público en general, a través de rentas comerciales y gravámenes sobre sus tierras e, incluso, por cruzar ríos.

McMillan Cancer Support
Tal suma y variedad de pagadores no es extraña, ya que la investigación concluye que los ducados tienen un total de 5.410 activos inmobiliarios. Y eso da para mucho.
Pero de todos los datos de este informe periodístico hay varios que han sentado especialmente mal entre los británicos. Como que Carlos y Guillermo hayan ganado, al menos, 25 millones de euros por el alquiler de edificios y oficinas destinados a oenegés, como el centro MacMillan Cancer Support y el Marie Curie Cancer Care (de las que Carlos es patrono).
También ha levantado ampollas que el ducado de Lancaster tenga un acuerdo con una fundación londinense por el que el Servicio Nacional de Salud (NHS) pagará más de 13 millones de euros, en 15 años, por el derecho a aparcar sus ambulancias en uno de sus almacenes.
Las contradicciones del príncipe Guillermo

Coincidiendo con la emisión del documental, Guillermo estaba en Sudáfrica, donde entregó el premio medioambiental Earthshot.
Y mientras Guillermo se ha erigido como icono de la lucha para que todo el mundo acceda a un hogar digno, resulta que muchas de las casas alquiladas en su ducado no cumplen las normas gubernamentales de eficiencia energética y sus inquilinos deben lidiar con problemas tan peregrinos como la aparición de moho.

Además, en el documental se ponen varios ejemplos que demuestran que las emisiones de carbono de su ducado ponen en cuestión los valores que defiende en su campaña Earthshot, centrada en preservar el planeta para las generaciones futuras y cuyo premio acaba de entregar estos días en Sudáfrica.