Isabel II: sus mejores imágenes con los suyos
Aunque antepuso su deber a sus obligaciones familiares, Isabel II fue una madre y una abuela querida. Aquí recordamos sus mejores momentos con los suyos
Una gran abuela
No pocos cronistas reales afirman que Isabel lI fue mejor abuela que madre. Especialmente con sus hijos mayores, Carlos y Ana, no tuvo una relación cercana hasta que fueron adultos, en cambio, se mostraba muchísimo más cariñosa con sus 8 nietos y sus 12 bisnietos. Guillermo y Harry fueron siempre su debilidad, sobre todo, desde la muerte de la princesa Diana.
Su particular "lo siento"
En 1997, enfureció a cientos de miles de británicos que lloraban a Lady Di por no reaccionar ante su muerte. Cinco días después, casi obligada por el primer ministro Tony Blair, la alabó en televisión y, por primera vez en su vida, habló de sus sentimientos en un discurso, con expresiones como "lo digo de corazón".
¿Habría elegido a Guillermo?
Por razones obvias, Isabel nunca se ha significado en el debate sobre si debía sucederla su hijo Carlos, de 73 años, o su nieto Guillermo, de 40, pero muchos sospechan que ella era más partidaria del duque de Cambridge.
No pudo soportar la soledad
El 9 de abril del 2021, falleció su amado marido, el duque de Edimburgo, e Isabel se quedó totalmente devastada. Habían estado casados 73 años, superando todo tipo de adversidades juntos.
Una ancianita adorable
En la última etapa de su vida, hasta sus más duros críticos "olvidaron" sus errores. Así se convirtió en la abuelita de todo el Reino Unido, como antes lo fue su madre. ¿Lo será algún día su hija, Ana?
Acabó aceptando lo inevitable
Los conflictos con su hijo Carlos debido a la relación del heredero con Camilla Parker-Bowles son históricos, pero, al final, la reina dio su brazo a torcer y permitió que se casaran en el 2005. Esto propició una notable mejoría en su relación y permitió que ahora, la mujer a la que tan vehementemente rechazó, sea la nueva reina de Inglaterra, consorte, sí, pero reina.
Al frente de la nave hasta el final
Isabel no se dejó influenciar por "la ola de abdicaciones" en otras monarquías europeas y cumplió con su deber hasta dos días antes de morir, demostrando, una vez más, el gran amor que sentía por su país.