Isabel II, una reina con mucho sentido del humor. Sus momentos más divertidos
La monarca inglesa ha protagonizado situaciones hilarantes a lo largo de su extenso reinado
La soberana inglesa Isabel II, que lleva 70 años en el trono británico, puede presumir de longevidad y de algo más importante, sentido del humor. A lo largo de su reinado nos ha dejado algunos momentos hilarantes que demuestran que tiene una gran capacidad para ver el lado divertido de la vida.
Decía la actriz Mae West que el sentido del humor es el que ayuda a sobrellevar los otros cinco. En el caso de Isabel II, este rasgo de su carácter, al que hizo referencia su nieto Harry hace unos días, es el que le ayuda a sobrellevar su sentido de la responsabilidad y del deber, amén del estricto protocolo y la carga que supone la Corona y que, a veces, adora romper o saltarse a la torera con alguna ironía.
Porque, aunque muchos crean que Isabel II es seria y solemne, la verdad es que, según el historiador sir Anthony Seldon, “no se toma demasiado en serio, es irreverente y capaz de reírse ante la adversidad para seguir adelante”.
Eso es lo que le ha permitido navegar por las tormentosas aguas de los escándalos de su familia, superar los rigores de su cargo y algunas obligaciones que tienen poco de entretenido o ameno.
Isabel II, siempre con una sonrisa en la boca:
Dispuesta a echarse unas risas
Está claro que si algo la caracteriza es que sabe disfrutar de una buena broma y “siempre está dispuesta a echarse una carcajada”, tal y como ha explicado su prima Lady Margaret Rhodes. O como comentó su nieto, el príncipe Harry, en su reciente visita a la monarca, de la que dijo que “tiene un gran sentido del humor”.
Además, quienes la conocen destacan su habilidad como imitadora. Según se dice, puede imitar a cualquiera, desde políticos como Margaret Thatcher hasta Boris Yeltsin, pasando por clérigos, personajes de la TV y a cualquier británico de cualquier zona, pues la reina es muy hábil e ingeniosa parodiando acentos geográficos.
Como dijo en su mensaje navideño de 1991: “No nos tomemos demasiado en serio. Ninguno de nosotros tenemos el monopolio de la sabiduría”.
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