El viaje de Carlos III y Camilla a Australia pone a prueba la salud del rey
A los 77 años, en pleno tratamiento contra el cáncer, Carlos III ha protagonizado una gira en la que ha dado muestras de cansancio, pero que ha superado con éxito
Carlos y Camilla posaron delante de la ópera de Sídney.
Y no lo ha tenido fácil. La preocupación por su salud ha sido una constante y su equipo médico, que viajaba con él y con su esposa, portando varias bolsas con sangre de su tipo, ha monitorizado 24 horas al día al monarca para controlar al cien por cien su estado de salud. Y, aunque hubo un momento en el que el rey abandonó un almuerzo oficial a los 10 minutos por encontrarse mal, el resto de la gira, más o menos, ha seguido los planes previstos, que ya se habían adaptado a la delicada situación de Carlos III.
Un viaje repleto de actividades
Un momento distendido del viaje fue cuando participaron en una barbacoa.
En la visita real, han habido momentos divertidos, como cuando él y Camilla cocinaron una barbacoa de salchichas; otros, destinados a poner el foco en su propia enfermedad, como la visita al Instituto de Melanoma de Australia (el cáncer de piel es el que causa más muertes en el país) y a recordar a las víctimas de guerra, y también se vivieron situaciones más tensas como las protestas de activistas indígenas, primero de una senadora del parlamento de Canberra que tachó a los Windsor de "genocidas", y después por la reivindicación, más conciliadora, del presidente del Consejo Local Metropolitano de Tierras Aborígenes, Allan Murray, que le dijo: "Tenemos un largo camino que recorrer hasta conseguir nuestra propia soberanía".
Los reyes británicos en Samoa.
El rey encajó con la mayor diplomacia las dos situaciones y continuó con su periplo, que acabó en Samoa para recibir innumerables muestras de afecto y apoyo.
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