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Ana Obregón, la infancia de una niña soñadora que se enfrentó a la muerte

A partir de esta semana, en Pronto estrenamos coleccionable sobre la apasionada y dramática vida de la actriz

La actriz se ha caracterizado siempre por su optimismo.

La actriz se ha caracterizado siempre por su optimismo.

J.C

Sabemos de Ana Obregón que es bióloga, empresaria, actriz, presentadora, guionista… Una mujer atrevida que ha luchado por sus sueños desde que era una niña, armada siempre con su sonrisa y grandes dosis de optimismo. Pero, ¿la conocemos de verdad? A partir de esta semana, en tu Revista Pronto estrenamos un coleccionable sobre su vida, llena de luces y sombras.

En el primer capítulo, repasamos la infancia y adolescencia de uno de los rostros más populares de nuestro país, que vio su vida truncada hace seis meses, cuando falleció su único hijo, Álex Lequio. Sin embargo, ésta no fue la primera desgracia a la que ha tenido que enfrentarse Ana Obregón.

Nació en una familia numerosa muy unida

Dicen que cuando vino al mundo, el 18 de marzo de 1955, Ana Victoria García Obregón lo hizo con prisa. Sus ganas de ver el mundo la apremiaban, anunciando que aquel bebé de aspecto risueño iba a ser alguien imparable, vitalista y de una imaginación desbordante. Era la tercera de cinco hermanos y la figura de su progenitor fue fundamental en la vida de Ana, a pesar de que era muy exigente con todos sus hijos, a quienes inculcó valores como la disciplina y el esfuerzo.

Así de dicharachera era Ana Obregón de bebé:

 

A los doce años enfermó gravemente y tuvo que ser operada

Ana fue una niña traviesa pero buena estudiante.

Ana fue una niña traviesa pero buena estudiante.

De niña, Ana fue traviesa y revoltosa. Su madre siempre decía que era “como un pajarito lleno de alegría, cantando y correteando por toda la casa”. Todo cambió cuando, a los 12 años, enfermó gravemente. Los médicos tardaron dos años en dar con el diagnóstico: tenía una especie de tumor en el estómago y debían operarla.

Aquella intervención, que le dejó una visible cicatriz desde el ombligo hasta el pecho, marcó su vida, porque le hizo comprender que vencer a la muerte con sólo 13 años y seguir viva era un maravilloso regalo. Y no estaba dispuesta a desperdiciarlo.

Descubre más sobre la infancia de Ana Obregón esta semana en las páginas de tu Revista Pronto.

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