Jaime Peñafiel: "Así viví el caso de una española condenada a muerte en Tailandia"
En 1989, estando en Bangkok con el embajador Tomás Chávarri, me enteré del trágico destino de Yolanda Ming, presa por tráfico de drogas. Su padre me llamó para que le pidiera al rey Juan Carlos que intercediera por ella. Eso le salvó la vida

Yolanda con su padre, a su llegada a Barcelona en 1994, tras ser indultada.
Daniel Sancho y la mediática sentencia sobre su terrible delito, hecha pública en Bangkok estos días, me ha recordado el caso de la española Yolanda Ming Villaescusa, una joven de 22 años de Badalona (Barcelona), que fue detenida en junio de 1989 en el aeropuerto de la capital tailandesa cuando intentaba sacar del país casi 2,5 kilos de heroína y condenada a muerte.
He de decir que me enteré de aquella terrible noticia antes que nadie. Y es que entonces me encontraba, casualmente, almorzando en la residencia del embajador de España en Bangkok, Tomás Chávarri.

Tomás Chávarri y su esposa.
El ilustre diplomático, fallecido en el 2005, había sido, también, embajador en Arabia Saudita y Vietnam, donde se enamoraría de la vietnamita Carolina Thieu, su segunda esposa y, hoy, su viuda y madre de dos de sus hijos, Fernando y Carlos (de su anterior matrimonio, con Matilde Figueroa, la hermana de Natalia Figueroa, nacieron Marta, Isabel, Álvaro, Gonzalo y María).
Mientras, como he dicho, estábamos almorzando en la sede de la embajada, una llamada telefónica interrumpió nuestra comida. Procedía del Ministerio de Asuntos Exteriores de Tailandia.
"Una compatriota ha sido condenada a morir ", me dijo

Encarna Sánchez.
Al regresar a la mesa, el rostro de Chávarri reflejaba la impresión que dicha llamada le había producido. Estaba pálido. Esperé a que él me informara, si lo creía pertinente. Y, tras un largo y tenso silencio, me desveló el motivo. "Una joven compatriota acaba de ser condenada a morir por tráfico de heroína", me dijo con tristeza.
En aquella época, de los 340 españoles presos en el extranjero, 33 se encontraban en Tailandia, lo cual suponía, no cabe la menor duda, 33 motivos de angustia para el embajador. Recuerdo que 19 años más tarde, otra española, Nieves García Alcaraz, de 52 años, de la localidad albaceteña de Tobarra, fue condenada a cadena perpetua por un tribunal de Tailandia también por tráfico de drogas.
Por aquel entonces, yo colaboraba con Encarna Sánchez, en la Cope. Aquel dramático día y después del almuerzo, tuve que entrar en el programa vía teléfono desde la embajada asiática. Como es fácil de imaginar, el tema no podía ser otro que el de aquella joven, Yolanda, que acababa de ser condenada a muerte. Pero lo que nadie podía pensar era que, a esa misma hora, Francisco Ming, un taxista de Barcelona que circulaba por la Diagonal, estuviese escuchando el programa de Encarna. Como miles de taxistas.
El padre de Yolanda me telefoneó llorando

En 1994, el monarca tailandés, que murió en el 2016, le otorgó el perdón a Yolanda. En la foto, con su esposa, Sirikit, y su hijo y actual rey, Maha Vajiralongkorn.
Cuando me oyó decir el nombre de su hija, perdió el control del vehículo y estuvo a punto de tener un grave accidente al chocar contra otro coche al tiempo que gritaba: "¡Es mi hija! ¡Es mi hija!". El dolor, cuando no se ha podido prever, es difícil de soportar. ¡Ay!, si yo les contara mi vida y la de mi hija y su relación con las drogas... En otro momento. Lo prometo.
Desde que me oyó pregonar su nombre, Francisco quiso hablar conmigo, algo que hizo al día siguiente, después de que yo hubiese regresado a Madrid.
Llorando, me suplicó que le pidiera al rey Juan Carlos que intercediera ante el rey Bhumidol de Tailandia para salvar a su hija. Y nuestro buen Rey lo hizo. La sentencia a muerte de Yolanda fue conmutada meses después por la de cadena perpetua. Aunque no sé qué era peor, si morir o vivir encerrada para siempre en el penal de Bangkok que yo conocí cuando intenté, sin conseguirlo, ver a la joven.

Nieves estuvo durante años en una cárcel tailandesa.
Tras años de contactos diplomáticos por parte del gobierno español y, gracias también a la labor fundamental de Tomás Chávarri, nuestra compatriota fue indultada. Esta medida de gracia le fue comunicada al entonces embajador justo cuando acudió al palacio real tailandés para despedirse del monarca con motivo de su jubilación. Muchos consideraron que el perdón real fue un reconocimiento de la casa real tailandesa al trabajo del veterano embajador.
Sea como sea, Yolanda regresó a España con su familia en septiembre de 1994. Historia con final feliz que jamás se me ha olvidado ni jamás olvidaré.