Jaime Peñafiel: todas las coronaciones reales a las que ha asistido
El 6 de mayo será recordado por la solemne coronación del rey Carlos III, la única que, desde la de su madre, la reina Isabel II, el 2 de junio de 1953, se realiza colocando sobre la cabeza el símbolo más importante y representativo de la realeza: la corona
Isabel II, madre del actual rey inglés, el día de su proclamación como reina del Reino Unido, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica, Pakistán y Ceilán.
En esta sección, Peñafiel analiza cada semana a los personajes más fascinantes del mundo del corazón y cuenta historias y anécdotas, muchas de las cuales vivió en primera persona
De todas las coronaciones de las que he sido testigo a lo largo de mi dilatadísima vida profesional: el Shah y Farah de Irán, en 1967; Margarita de Dinamarca, 1972; Carlos Gustavo de Suecia, 1973; Juan Carlos de España, en 1975; Bokassa, en 1977; Beatriz de los Países Bajos, en 1980 y su hijo, Guillermo, en 2013; Harald de Noruega, en 1991, ninguna tan surrealista como la de Jean Bedel Bokassa I, el ex capitán de la antigua África Ecuatorial Francesa y Presidente del nuevo Estado desde 1966 y emperador de Centro África, el 20 de diciembre de 1977.
Aquel día, al igual que había hecho Napoleón, el 2 de diciembre de 1804, y más tarde el Shah de Iran en 1967, se convertía en el tercer hombre que, en un gesto de gran soberbia, se atrevía a autocoronarse con una pesada corona de oro con dos mil diamantes y otras dos mil piedras preciosas entre rubíes, esmeraldas y zafiros así como un fabuloso brillante, de treinta y cuatro kilates de peso.
Y, al igual que hizo Napoleón y el Shah, el nuevo emperador coronó a su esposa, la emperatriz Catherine, de 28 años y madre de ocho de los 33 hijos que tenía el flamante soberano.
Carroza de la coronación de Isabel II, en 1953.
Mi coronación más querida
Sin duda, la más querida, fue la del rey Juan Carlos. Yo fui testigo de primera mano, en el Palacio de las Cortes, del juramento de don Juan Carlos como Rey de todos los españoles. Y sé que aquel 22 de noviembre de 1975 no fue un día gozoso para los nuevos reyes. Especialmente para Sofía, ya que el presidente del Gobierno Arias Navarro no dejó que su madre, la reina Federica, asistiera a una ceremonia tan importante en la vida de su hija. Para doña Sofía supuso la más dolorosa y la más injusta y gratuita de las humillaciones.
El día de la proclamación del rey Juan Carlos I de España, que estuvo acompañado por su esposa, la reina Sofía, y sus hijos.
La más triste
La coronación de Margarita de Dinamarca, el 15 de enero de 1972, fue terrible. Pongámonos en situación, ya que se trataba de una muchacha joven a quien se le acababa de morir su padre. Margarita apareció enlutada de la cabeza a los pies, como la protagonista de una película de Ingmar Bergman, en el balcón principal del Palacio Real de Copenhague mientras caía una lluvia que lo tiñó todo del color de la tristeza.
Guillermo y Máxima de Holanda ascendieron al trono en abril del 2013, con grandes ausencias que entristecieron mucho a la argentina.
La investidura como soberana de Beatriz de los Países Bajos tuvo lugar en 1980, cinco meses después de la abdicación de su madre, la reina Juliana, que estuvo 31 años en el trono. El ascenso de Beatriz, que tenía 42 años, el 30 de abril, no fue sencillo. La ceremonia de coronación tuvo lugar en el Palacio Real y la Catedral Nueva de Ámsterdam, donde hubo enfrentamientos con la policía porque los holandeses consideraban los fastos de la investidura real un despilfarro, en un momento de crisis profunda y de serios problemas de vivienda en la ciudad.
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