La guía definitiva para lavarte bien el pelo
¿Agua fría, tibia o caliente? ¿Hay que cambiar de champú de tanto en tanto? Despeja todas tus dudas con este sencillo manual de instrucciones
¿Estás segura de que te lavas el pelo de forma correcta? Si es así, ¡enhorabuena! Estamos hablando del ritual básico para conservar un cabello sano, suave y brillante.
El paso previo. Antes de meterte en la ducha, aprovecha para desenredarte el pelo, ya que una vez mojado, se fragiliza y puede romperse. Pasarte el peine o el cepillo ayuda, además, a retirar los residuos de los productos de fijación.
La temperatura. Antes de aplicar el champú, empapa muy bien el cabello, a ser posible con agua tibia. El agua caliente puede dañar la cutícula y abrir la fibra capilar. Si tienes el pelo muy graso, no obstante, será necesario subir la temperatura para disolver el exceso de sebo y arrastrarlo con eficacia.
Lavar el cabello es todo un arte
Basta con introducir algunos pequeños cambios para lucir un pelo más cuidado, suelto y limpio.
El enjabonado. Es un error aplicar el champú directamente sobre la cabeza, porque se gasta una cantidad innecesaria de producto. Vierte la dosis recomendada –una cucharada de postre– en el cuenco de la mano y haz espuma añadiendo un poco de agua. Ahora sí, emulsiona el producto mediante suaves masajes circulares por todo el cuero cabelludo y extiende la espuma que vaya cayendo por el largo del pelo sin frotar.
Nada de prisas. Conviene dejar actuar el champú durante unos minutos. Respetar el tiempo de aplicación que indique cada fabricante es de suma importancia cuando se utilizan champús de tratamiento: fortificantes, purificantes, redensificadores, etc. Aclara, a continuación, con abundante agua tibia y asegúrate de que no quedan restos del producto. No aclararlo bien es sinónimo de un pelo apelmazado y sin brillo.
No prometas fidelidad eterna. A la que notes que tu champú preferido ha dejado de ser tan eficaz, varía de marca o alterna fórmulas de uso regular con otras de tratamiento (anticaspa, reguladores de la grasa, etc.). ¡Es una buena terapia de choque!
Conoce la frecuencia de lavado más adecuada
¿Una o dos enjabonadas? Las mujeres que se lavan el pelo a diario o cada dos días no tienen el pelo tan sucio como para hacer dos enjabonadas. Sólo si usas muchos productos de "styling" –espumas, gominas, lacas, etc.– será necesario repetir la operación.
Cuántas veces por semana. En otoño e invierno, se suelen espaciar los lavados –dos o tres por semana–, para así preservar la hidratación natural del cabello. Por el contrario, en verano se recomienda lavar el pelo cada día a fin de eliminar los restos de sudor, cloro, salitre, arena, etc.
El tipo de cabello es otra variable a tener en cuenta: las mujeres de pelo graso suelen lavárselo a diario; mientras que las de pelo seco, rizado o coloreado no superan los dos o tres lavados semanales. Al cabello normal o fino le van las frecuencias alternas: día sí y día no.
La hidratación extra que tu pelo necesita
No te saltes el acondicionador. Este producto es esencial, ya que suaviza el cabello, sella las puntas y, no menos importante, facilita el desenredado. Especialmente si tienes el pelo fino o graso, aplica el acondicionador desde la mitad de la melena hacia las puntas.
Mascarilla. Cuando te notes el pelo castigado, sustituye el acondicionador por este tratamiento de reparación intensiva. Aplica el producto de medios a puntas y, a ser posible, envuelve tu pelo con papel transparente y deja actuar de 5 a 20 minutos.
El último aclarado. Realízalo con el agua tan fría como puedas tolerar. Tu melena ganará un brillo espectacular y, al activar el riego sanguíneo, crecerá con más vigor.
Y una vez fuera de la ducha…
Seca el cabello. Retira el exceso de humedad con una toalla limpia sin retorcer el pelo, restregarlo ni enrollarlo. Lo mejor es darle pequeños toquecitos, presionando con suavidad.
Desenrédalo. Pásate un peine de púas anchas y de ser necesario aplica un producto que ayude a desenredarlo: un agua de peinado, un sérum capilar, etc. ¡Y no utilices el secador con el pelo aún empapado!