Se cumplen 10 años desde que el príncipe Alberto, el empedernido solterón heredero del trono de Mónaco, conoció a una joven nadadora sudafricana llamada Charlene Wittstock y se enamoró perdidamente, consiguiendo casarse con ella cinco años después. Ahora, él gobierna el pequeño país mediterráneo con ella a su lado y juntos han tranquilizado al pueblo monegasco al ser padres de dos preciosos niños, Jaime y Gabriela, que garantizan la sucesión. Conoce su romántica historia de amor en tu revista PRONTO de esta semana.