Cuando el príncipe Harry se enamoró de una actriz estadounidense y con una exitosa carrera que lo dejó todo por él, muchos dijeron: «Ella no lo aguantará», pero el príncipe estaba decidido a luchar al máximo por su amor y convencido de que a Meghan Markle, acostumbrada a la fama, no le costaría adaptarse y podría sumarse a él en su trabajo al servicio de la corona.
Sin embargo, pronto se reveló que ella no era feliz en Londres y que su estado emocional se resentía debido a las críticas feroces de ciertos medios, algo que la pareja no entendía y que ponía en peligro su estabilidad en todos los sentidos. Vivieron momentos horribles.
A Harry le aterraba la idea de perderla y, por eso, denunció a los medios que habían invadido su privacidad, emitió un comunicado comparando su caso con el de su madre,âDiana, y rompió a llorar en una gala benéfica.
Finalmente, el pasado 8 de enero, los duques de Sussex emitieron un comunicado anunciando que dejaban de ser miembros de alto rango de la familia real británica y se mudaban a Canadá para ser financieramente independientes y criar a su hijo lejos de los focos.
La noticia sacudió los vetustos cimientos de Buckingham y la reina hizo lo que ha hecho siempre: mantener la calma y buscar soluciones. El primer paso fue organizar una reunión urgente de las partes implicadas y emitir un comunicado.
Esta semana te contamos todo los detalles y te decimos cuál ha sido el precio de su libertad.