Isabel Preysler: la reina del "papel couché" se casó llorando
Isabel Preysler siempre es noticia. Y nuestro colaborador Jaime Peñafiel, que la conoce desde hace más de medio siglo, nos habla sobre los secretos de su boda con Julio Iglesias
Conozco a Isabel desde que se instaló en España. Pero, sobre todo, desde 1971, año en que se casó con mi compadre Julio Iglesias, del que se divorciaría sólo siete años después. ¡Cómo olvidar su boda! Nunca he visto una novia más triste.
Yo estimaba a Isabel por ser la mujer de mi mejor amigo, el hombre que sería años más tarde el padrino de mi boda con Carmen. Pero pronto empecé a admirarla como esposa y como madre: leal en el primer caso, abnegada en el segundo. Hasta que no pudo más.
Isabel estaba cargada de razones para decirle "hasta aquí llegó la riada". Y Julio sabía por qué. Por supuesto que soy consciente de que, si ella contara todo cuanto sabe, sería como metal que resuena, extendiendo su eco por los cuatro puntos cardinales. Pero Isabel prefiere sonreír, regalando su silencio, tan importante como los sonidos. ¿Radica ahí su misterio? Pienso que hay mucho más. Si no, ¿cómo puede una mujer mantenerse en el primer plano de la actualidad a lo largo de casi 50 años, sin romperse ni mancharse?
Una boda "exprés" y un bebé en camino
Isabel Preysler ha sido y sigue siendo la mujer, la dama, la señora, la más importante de España a nivel mediático. Carmen Thyssen, Carmen Martínez-Bordiú o la desaparecida duquesa de Alba tuvieron sus momentos de gloria, pero Isabel siempre ha estado en lo más alto. Y siempre acompañada de hombres brillantes para los que ha sabido ser esposa y amante: Julio, Carlos Falcó, Miguel Boyer, y ahora, en plena madurez, Mario Vargas Llosa, una relación que, seguramente, acabará en boda.
Cuando Isabel llegó a Madrid en enero de 1969, Julio comenzaba a convertirse en un cantante de éxito después de ganar el Festival de Benidorm con "La vida sigue igual", compuesta por él mismo, acompañado sólo de una guitarra. La misma con la que fue al Hotel Barajas para cantar en la boda de Eduardo Sánchez Junco. Julio llegó al convite en un Mercedes descapotable rojo que se había comprado con lo ganado en Benidorm. No cobró por su actuación, aunque le regalaron unos valiosos gemelos, y, durante la cena, compartió mesa y mantel con Carmen y conmigo.
El día que Julio Iglesias se enamoró de Isabel Preysler
Hacía sólo unos días que el gallego había conocido a Isabel en el pabellón de los Terry, en la Feria Internacional del Campo. "Me encanta esa chica oriental, preséntamela", le pidió a su amigo Julio Ayesa. Y aquella misma noche se enamoró de esa espectacular criatura, medio niña, medio mujer, de 18 años.
Le pidió el teléfono, la llamó para invitarla a un concierto de Juan Pardo y, transcurridas unas semanas, empezó a hablar de ella como "la mujer de mi vida". "Tres días después de que nos presentaran se me declaró –contaba Preysler–. Quería que nos casáramos enseguida. Pero en mi cabeza no entraba el matrimonio. Podría decir que nos casamos porque estábamos enamorados y sería verdad, pero lo cierto es que... me quedé embarazada. Entonces parecía una tragedia no pasar por la vicaría".
Su suegra solía llamarla "la china"
Alfredo Fraile, mánager y confidente de Julio, jamás olvidará el día que Julito le confesó lo del embarazo y le pidió que le organizase una boda urgente y secreta. "No daba crédito –reconocía Fraile, recordando todo aquello–. Me parecía una locura embarcarse en una boda con una mujer que acababa de cruzarse en su camino. Además, casarse suponía cambiar de registro su imagen pública. No era lo mismo vender a un romántico seductor, triste y solitario, que a un padre de familia".
A los padres de la novia les parecía poco que ésta se casara con un simple cantante. Y para los de Julio, Isabel tampoco era suficiente para su hijo (Charo, la madre de Julio, solía llamarla despectivamente "la china"). Pero ninguno de los dos se planteó un aborto. Isabel tenía muy firmes creencias y deseaba traer al mundo el bebé. Costara lo que costase. Julio también. Por lo que urgía encontrar rápidamente un cura y un lugar discreto. Después de visitar varias iglesias, se decidieron por una en Illescas (Toledo) próxima a un salón de banquetes del famoso restaurador José Luis. Lo del cura fue más fácil. Alfredo recurrió al padre Aguilera, que le había casado a él meses antes.
A pesar de todas las medidas que se tomaron para guardar el secreto, el 29 de enero de 1971, en la boda hubo más periodistas y fotógrafos que invitados. Era la primera vez que Isabel se enfrentaba a la popularidad. Su bautizo ante los focos. Y lo pasó realmente mal. "Nunca he visto llorar igual a una novia", comentó el sacerdote. Y no eran lágrimas de emoción, sino de tristeza. Se casaba embarazada del primer hombre con el que se había acostado. Y sin que su padre pudiera llevarla al altar.