Mona Jiménez, la celestina de Isabel Preysler y Miguel Boyer
El romance de la "socialité" Isabel Preysler y el ministro Miguel Boyer se "cocinó" alrededor de las famosas lentejas de la periodista peruana, en las que la socialité también conoció a Mario Vargas Llosa

Tras años en Madrid, Mona volvió a Perú, donde falleció en el 2021.
Ella solía decir que en todas las casas se cocían habas, menos en la suya. Allí, se cocinaba unas lentejas que quedaron ligadas a la Transición española y a la vida sentimental de la reina de corazones. Ese sabroso y humilde guiso reunió a personajes muy diferentes de la sociedad madrileña, invitados por Ana María Jiménez Vásquez de Velasco para que comieran, pero sobre todo, para que hablaran.
Nacida en Lima (Perú), Mona, como todo el mundo la conocía, era una mujer activa y tenaz que, según retrató Paloma Barrientos en su libro 'Reina de Corazones' (Ediciones B), llegó a España en los años 50 en compañía de su madre y de sus seis hermanas.
De acudir cuatro gatos a ser una cita obligada

Isabel y Carlos Falcó fueron los anfitriones de Miguel Boyer y su entonces esposa, Elena Arnedo, en Marbella.
En 1978, tres años después de la muerte de Franco y cuando ella colaboraba en algunos diarios de la capital española, Jiménez tuvo la genial ocurrencia de organizar unos almuerzos en su piso de la calle Doctor Fleming –con las lentejas como plato único–, a los que invitaba a las personas más relevantes que entonces se movían por Madrid, con el propósito de limar asperezas entre las diferentes formas de ver la política. "El primer día vinieron cuatro gatos, pero rápidamente se convirtió en una cita obligada", contó una vez la propia Mona, que tuvo el respaldo en aquella iniciativa de Pilar Urbano y Emilio Romero, director de 'Pueblo', a los que entusiasmó la idea.
Cuando Mona, mujer de desbordante simpatía y buena conversadora, se trasladó a un piso más grande, en la calle Capitán Haya, a sus lentejas con chorizo ya acudía gente muy importante del mundo político y de otros ambientes. "Siempre había pocas mujeres en mis almuerzos. Un día, una amiga me dijo que a Isabel Preysler le apetecía venir a mis lentejas y le dije que encantada. Así conoció a Miguel Boyer. Fue un flechazo, pero yo estaba pendiente de los demás invitados y fui la última en enterarme", reconoció años después Ana María. "Muchos dijeron que fui la celestina, pero eso me parece una ordinariez. No merezco esa etiqueta", añadió.

Una de sus primeras fotos cuando oficializaron su relación.
Preysler estaba entonces casada con Carlos Falcó y Boyer, que todavía no era ministro de Hacienda pero sí un importante nombre del PSOE, era marido de la ginecóloga Elena Arnedo. Los cuatro se encontraron en aquellas primeras lentejas, en las que la ley de la atracción de los opuestos funcionó y la "socialité" y el político se enamoraron.
Mientras mantenían su amor en secreto, las dos parejas se vieron y el marqués de Griñón y su esposa fueron los anfitriones de los Boyer-Arnedo cuando éstos fueron de vacaciones a Marbella. También los invitaron a la finca del marqués en Malpica de Tajo (Toledo).
En casa de Mona volvieron a verse varias veces y, allí, también coincidieron con Mario Vargas Llosa, que como es de sobras conocido tendría un capítulo en la vida sentimental de la filipina. Pero ésa es otra historia.
Dos divorcios y un nuevo y largo matrimonio

Mona Jiménez con Isabel Preysler y Miguel Boyer (entonces ya casados) que compartieron sus famosas lentejas con Mario Vargas Llosa y Patricia Llosa.
Los primeros rumores de la relación empezaron a circular en 1982 y llegaron a oídos de Falcó, que no los creyó. Mayor verosimilitud dio Elena Arnedo a los que aseguraban que la pareja se veía en un piso de Madrid y en París con la complicidad de Carmen Martínez-Bordiú. En 1985, al día siguiente de dimitir como ministro de Hacienda, Boyer rompió con su mujer y, días después, Preysler hizo lo mismo. Al poco, Miguel se fue a vivir a la casa de su amante. Lo suyo no fue un romance efímero, como algunos pensaron, sino una firme relación que duró casi tres décadas. ¡Lo que dieron de sí unas lentejas!