Raffaella Carrà: una vida repleta de momentos curiosos y divertidos. ¡Los recordamos!
Su muerte ha dejado al mundo un poco más silencioso y triste. Pero nos quedan sus canciones y sus recuerdos, para no olvidar nunca la alegría que impregnó su vida
Se acabó la "Fiesta". Y su canción "En el amor todo es empezar" se ha convertido en una triste elegía que bien podría titularse "En el amor todo es acabar". Porque la diva italiana, la cantante que nos hizo bailar a golpe de melena siguiendo el ritmo de sus temas y que nos invitaba a ir al sur para "hacer bien el amor", nos dejó el 5 de julio, a los 78 años.
Italia entera, donde fue actriz, estrella televisiva, cantante y hasta "coach" de "La Voz", la ha llorado durante días, tarareando su música casi sin querer, y hasta el Reino Unido, a años luz de la esencia mediterránea de la Carrà, se sumó a los homenajes describiéndola como "la estrella del pop italiano que enseñó a Europa la alegría del sexo". Y qué decir de España. La noticia cayó como un jarro de agua fría, porque aquí también triunfó con sus canciones y sus espacios televisivos.
La primera vez que apareció en TVE fue en 1975 y no tardó mucho en tener sus propios programas, entre ellos el que le dio más fama, "Hola, Raffaella", líder de audiencia a principios de los 90. Desde el otro lado de la pantalla, la Carrà nos cautivó por su alegría, sus bailes, sus entrevistas, su optimismo, su peinado, su ropa, las letras de sus canciones y una simpatía que enamoraba. Por eso, desde aquí, queremos recordarla con su mismo descaro y frescura, rescatando las 20 anécdotas más sorprendentes y desconocidas de esta artista, rebelde por naturaleza y huracán por vocación, que revolucionó y puso un poco patas arriba nuestras vidas.
1. Desde que tenía 8 años, Raffaella Maria Roberta Pelloni soñaba con ser, no artista, sino coreógrafa en su Boloña natal. Su madre, separada de su padre, Raffaele, un "playboy" y del que la artista no guardaba buenos recuerdos, la apuntó en la Academia Nacional de Danza. Curiosamente y, aunque al final se dedicó a ello, odiaba cantar y siempre dijo que su prima lo hacía mucho mejor que ella. Raffaella prefería inventar bailes y trabajar detrás de los focos. En definitiva, mandar.
2. Su debut cinematográfico, a los 9 años, fue gracias a un pequeño papel, el de la sensible Graciela, en "Tormento del passato". Este estreno ante las cámaras fue pura casualidad. Durante un viaje con su madre a Roma, donde iban a visitar a un amigo de la familia que tenía contactos, conquistó con su simpatía y desparpajo a aquel hombre, que la animó a presentarse a un "casting".
3. En 1965, a los 22 años, todavía no era rubia ni se apellidaba Carrà. Pero sí que era una joven que intentaba abrirse paso en el mundo del cine siguiendo el estilo de otra italiana legendaria, Sofía Loren. Y no le iba mal, ya que rodó "El coronel Von Ryan" al lado de Frank Sinatra, al que, por cierto, le tiró los tejos y a quien ella, sin complejos, rechazó.
4. A mediados de los 60, el director Dante Guardamagna, un apasionado del arte, le sugirió que cambiara su apellido por el que la hizo famosa, inspirándose en su pintor favorito, un italiano llamado Carlo Carrà.
5. No sólo cambió su nombre. Para completar su transformación artística, también dejó atrás su pelo castaño original y apostó por el rubio y por su icónico peinado (a veces, con flequillo frontal, y otras, un poco ladeado), que jamás abandonaría.
6. Si su corte de pelo se hizo famoso, no menos lo fue su imitadísimo y espectacular golpe de melena, que surgió en 1977 bailando "En el amor todo es empezar", cuando pronuncia el no menos célebre estribillo "explota, explota, ¡me explo!". Hay que decir que por su forma de bailar, la Carrà prefería el pantalón a los vestidos, porque se sentía más libre y cómoda a la hora de ejecutar sus enérgicos movimientos.
7. Mujer rebelde, comunista convencida y de ideas feministas, decidió dejar el cine porque lo consideraba una "prisión", y como siempre decía: "Yo quiero decidir". También tuvo claro que, sobre los escenarios, nadie iba a decirle cómo tenía que vestir. En una entrevista, explicó que en uno de los programas en los que trabajó, había un diseñador de vestuario que no le gustaba. "Un día me trajo un vestido de Yves Saint Laurent. No quise ponérmelo y él me dijo: “¿Pero tú no entiendes que esta seda cuesta una fortuna?”. Miré a la directora y volví a negarme. Tenía 26 años y quería llevar minifalda y no vestir como una señora mayor". Y la directora le dio la razón.
8. Raffaella revolucionó el entretenimiento y la música italiana en todos los aspectos, incluso el estético. En 1968, durante un viaje a EEUU, fue a ver cada noche, durante un mes, el musical "Hair", símbolo del movimiento "hippy". Tras aquella experiencia, vio claro que el mundo del espectáculo en Italia necesitaba un cambio. Y se convirtió en un icono pop y en la reina de la licra y las lentejuelas, en fin, la auténtica precursora del "brilli-brilli". Su vestuario ha sido tan icónico y ha inspirado a tantas artistas –desde Paris Hilton y Katy Perry hasta Kim Kardashian– que hasta el museo de la Cinecittà, en Roma, le dedicó una exposición en el 2018.
9. En los años 80, sus provocaciones le valieron la censura del divino Vaticano, que consideraba demasiado atrevido el baile de uno de sus temas, "Tuca, tuca", que le valió el apodo de "el ombligo de Italia". Según contó en alguna ocasión, para su madre estaba muy clara la causa del éxito de aquella diminuta parte de su anatomía: "Siempre decía que era porque se trataba de un ¡ombligo a la boloñesa!".
10. Transgresora lo fue siempre y hay quien aún recuerda una aparición suya, luciendo una calva, en un programa italiano de 1986. En el mismo espacio televisivo cantó el tema "Tanti Auguri", todo un himno al sexo, que decía: "Viajando por este mundo, me he convencido de que no hay guerra ni odio cuando las cosas están calientes en el dormitorio". Más de uno se llevó las manos a la cabeza.
11. La artista tiene muchas canciones que han desafiado a la sociedad más conservadora. Ahí está el tema que visibilizó el adulterio, "¡Qué dolor! Una mujer en el armario", y el que trató la homosexualidad abiertamente, "Lucas". Esta última canción, de 1978, acabó siendo un himno para los homosexuales que querían salir del armario y no se atrevían. Ah, y no podemos dejarnos en el tintero "Toy boy", del 2013, que dedicó a las estrellas maduras de Hollywood que optan por salir con jóvenes y a las que les aconseja que disfruten.
12. Y hablando de sus canciones, no está de más recordar la anécdota alrededor de su célebre "Hay que venir al sur". Resulta que su letra no se escribió después de comprobar las virtudes de esa latitud para dedicarse al amor, sino por un motivo mucho más prosaico. El autor, Gianni Boncompagni, que fue el primer amor de la Carrà, lo explicó muy bien. "Si hubiera escrito “para hacer bien el amor hay que venir al norte” no habría sido una buena rima", diría.
13. Siempre fue una mujer comprometida y el paso de los años no la cambió. A los 77, seguía reivindicando la palabra libertad como venía haciendo desde los 70. "Libertad, libertad para equivocarte, para vivir y para amar. Libertad en todos los sentidos".
14. A diferencia de otras artistas, decidió no recurrir al bótox, en parte por el miedo que le daban las agujas, pero también porque Raffaella estaba convencida de que "lo importante es la energía que sale de dentro".
15. No le gustaba ser la invitada en los platós televisivos. Prefería estar siempre al otro lado, haciendo preguntas y aprendiendo de los personajes a los que entrevistaba, como la madre Teresa de Calcuta (fue la única presentadora de TV que lo logró). La imagen de la diminuta monja, con su hábito, junto a Raffaella, también con su hábito de estrella, un vestido con mangas abullonadas y transparencias, fue inolvidable.
16. Raffaella no sólo le dijo "no" a Sinatra, también lo hizo con muchas propuestas profesionales. "Mejor decir que no, que arrepentirse. La intuición es una virtud que me ha dado la naturaleza". Y siempre le funcionó.
17. Nunca se casó. En esto también fue diferente y no dudaba al decir que ella no creía en el matrimonio. "Prometer que vas a amar a alguien toda la vida es una promesa demasiado grande. Y yo odio romper promesas. Y a los abogados", decía. Pero tuvo dos grandes amores: Boncompagni, a quien conoció en 1968, y el coreógrafo Sergio Japino. Con éste último rompió más de una década después, pero fueron los mejores amigos hasta el final de los días de la diva italiana. "El amor entre nosotros ha cambiado de forma, pero nunca va a morir", decía la artista, que también vivió un "affaire" con Gino Stacchini, el exfutbolista italiano que jugaba en la Juventus, que por cierto, era su equipo del alma.
18. Nunca negó sus ganas de ser madre, pero no lo logró y por eso se volcó en su carrera, sus sobrinos y proyectos solidarios. Tuteló a varios niños y consiguió que miles de familias adoptaran a 150.000 pequeños.
19. El año pasado, sus canciones volvieron a estar presentes en los cines españoles, gracias a la película "Explota Explota", una comedia en la que suenan con fuerza los éxitos de la artista.
20. En sus últimas voluntades, la diva pidió una despedida simple, en un ataúd de madera sin barnizar y con una urna para guardar sus cenizas. "En la hora más triste, siempre única e inimitable", declaró Japino, que fue quien dio la noticia de la muerte de la única e irrepetible Raffaella Carrà.