Un perro y su dueño dan la vuelta al mundo durmiendo en la calle
Antonio y su perro, Siroco, llevan más de un año en ruta por el mundo, durmiendo a la intemperie y en casas ajenas de más de 20 países
"Yo quería ser dueño de mi tiempo"
Antonio y Siroco viajan juntos.
PRONTO: ¿Qué te llevó a emprender esta aventura?
ANTONIO GALLARDO: Yo quería ser dueño de mi tiempo. Para mí, no es lo mismo vivir la vida que sentirla. Ésta es una decisión tomada a conciencia. Un año y medio antes de iniciar este viaje, di la vuelta a España con Siroco en bicicleta durante cinco meses. Ese viaje sí fue una necesidad, porque estaba atravesando una etapa complicada. Esta vez ha sido mi elección.
P.: ¿Cómo era tu vida en Badajoz?
A.G.: Estudié periodismo y me dedicaba a la comunicación. De hecho, estaba trabajando como "freelance" en un proyecto cuando empecé esta aventura.
Antonio y su fiel compañero de aventuras, Siroco, viajan por el mundo en bicicleta, saboreando la vida del nómada y sin saber nunca dónde dormirán mañana.
P.: ¿Cómo es tu día a día?
A.G.: Me levanto temprano, tomo un café, miro el mapa y decido adónde ir. Cojo la bici y arranca el día. Luego, paro y me preparo la comida, que intento que sea lo más sana posible. No como carne ni pescado, pero sí frutas, verduras y legumbres. Siempre llevo en mi equipaje miel, frutos secos, crema de cacahuetes y chocolate negro. Intento publicar a diario una newsletter en www.likeyourwind.com, donde voy contando mi experiencia, cuelgo cosas divertidas en Instagram (@brutalbichos) y en YouTube (@wildpacking) publico vídeos que hago con mi dron. Cuando acaba el día, decido dónde quiero dormir. Suelo hacerlo en mi tienda de campaña, aunque también he dormido en granjas, iglesias, antiguas fábricas, cementerios y en casas de mucha gente que me ha abierto las puertas. ¡No te imaginas cuántos!
"Voy a trabajar con huskies en Noruega"
P.: No debe de ser nada fácil improvisar continuamente.
A.G.: Suelo programar a dos o tres días vista, aunque también tengo un hito ahora mismo, Noruega. En noviembre empiezo a trabajar con huskies. Vi que una amiga lo hacía, me fascinó y empecé a mandar currículums en ruta. Después de varias entrevistas me llamaron para decirme que me contrataban. ¡Me siento muy afortunado! Que me vayan a pagar por estar en Noruega, perdido en la naturaleza, aprendiendo a esquiar y estando con perros, es alucinante.
P.: Esto supondrá un alto en el camino.
A.G.: Sí. Es un viaje dentro de mi viaje. Mi sustento es la venta de las fotos que hago y el dinero que la gente me da de forma voluntaria. Con eso tengo suficiente. Yo soy un viajero, no un turista.
"Para mí, Siroco y yo somos uno"
En noviembre harán una parada en Noruega.
P.: ¿Cómo llegó Siroco a tu vida?
A.G.: Por casualidad, en un momento personal y laboral malo para mí. Un primo mío encontró a la madre de Siroco abandonada en la calle y preñada. Aunque, al principio, me dijeron que todos estaban adoptados, al final una familia se echó atrás y adopté a Siroco, aunque siempre digo que fue él quien me adoptó a mí.
P.: ¿Se adapta a tu ritmo?
A.G.: Más bien yo al suyo. Siroco viaja en las alforjas, en la cesta delantera, en una caja o va corriendo. Tiene una gran capacidad de adaptación. Para mí, somos uno.
P.: Habrás vivido momentos duros.
A.G.: Sí, claro. Viajar en bici tiene un aura romántica, pero también días complicados. Como experiencias negativas, destaco dos. La primera, cuando me echaron de un parque en Gales a las 11 de la noche y lloviendo a mares. La otra, en Italia. Yendo en bici por una carretera para coger un desvío a una pista, un hombre empezó a pitarme y me dijo que me fuera. Intentó echarme de la carretera con su coche, aceleró, se me cruzó y casi llegamos a las manos.
P.: ¿Qué es lo que más echas de menos?
A.G.: A mi familia y amigos, sin duda. Aunque he aprendido a convivir conmigo mismo de una forma muy saludable, no quita que estoy solo.
P.: Con Noruega en el horizonte, imagino que no te planteas la vuelta a casa.
A.G.: De momento, no.