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Metabolismo lento: cuáles son sus señales

¿Siempre tienes sensación de frío? ¿Sufres estreñimiento? ¿Tienes la piel seca y se te cae el pelo? Puede que tu cuerpo haya bajado el ritmo

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Ariadna Munuera

Según los últimos estudios, no parece confirmarse la idea (como se creía hace años) de que el sobrepeso o la obesidad puedan ser una señal de un metabolismo lento. En cambio, sí pueden serlo otros síntomas como sentir fatiga, padecer estreñimiento, tener bajo el ánimo, una piel seca, sensación de frío, etc.

En la velocidad del metabolismo influyen factores como la genética, el sexo, la edad, el estado de salud y la actividad física. Por lo general, en los hombres, es más rápido que en las mujeres, pero son los niños pequeños quienes tienen el metabolismo más rápido, ya que el crecimiento requiere un elevado gasto calórico.

En cambio, a medida que envejecemos, baja el ritmo de su funcionamiento. Pero también hay otras causas que pueden provocar que el metabolismo vaya más despacio.

Qué es el metabolismo y cuál es su función

El metabolismo es el encargado de todas las reacciones bioquímicas que hacen que nuestro cuerpo funcione y, para ello, requiere una cantidad de calorías (energía). Para realizar funciones esenciales como respirar, digerir y obtener los nutrientes de los alimentos, dormir, mantener la temperatura corporal, etc. necesita cerca del 70% de la energía total –es lo que se conoce como metabolismo basal—. A esta cifra se le debe añadir el gasto que conllevan las actividades adicionales, como trabajar, hacer deporte, estudiar, etc.

También debemos protegernos al hacer deporte al aire libre y no solo la piel, ya que los ojos son muy sensibles a la radiación ultravioleta.

Haciendo deporte se quema mucha energía.

Síntomas para reconocer un metabolismo lento

Te cuesta perder peso. Aunque se solía pensar que la tendencia a engordar podía ser indicio de un metabolismo más lento, los últimos estudios tienden a mostrar que no. De hecho, las personas obesas y las delgadas presentan un metabolismo similar y, en la mayoría de casos de obesidad, la ingesta de calorías es mayor que el gasto calórico. No obstante, cuando baja el porcentaje de tejido muscular –algo que ocurre con la edad– y aumenta el de grasa puede costar más adelgazar, ya que el músculo quema más calorías que la grasa.

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A diferencia de lo que se pensaba, los estudios muestran que la tendencia a engordar no se debe a un metabolismo lento.

Sensación de frío. Las personas con metabolismo lento tienen más dificultades para regular la temperatura corporal y es habitual que sientan frío.

Cansancio. Si el metabolismo está menos activo, puede haber una falta de nutrientes, porque el organismo no digiere bien o no los absorbe correctamente, que originan esta sensación.

Estreñimiento. La velocidad del tránsito intestinal es lenta al igual que las funciones básicas del cuerpo.

Retención de líquidos. Asimismo, hay más dificultad para realizar los procesos normales del organismo, entre ellos desechar las toxinas a través de la orina. Y si tu consumo de líquidos es escaso, el problema se agrava.

Piel seca. La falta de nutrientes relacionada con un metabolismo que no trabaja a buen ritmo afecta a la regeneración de tejidos como la piel –que aparece agrietada y seca– y el cabello, que a causa de este déficit puede debilitarse y caerse.

Causas que provocan un metabolismo lento

Hay que tener en cuenta que es más frecuente que algunos síntomas como el cansancio se deban a una mala dieta y a la falta de ejercicio que a un problema metabólico, algo menos habitual. Pero si sospechas que lo padeces, debes consultar a un endocrino. Las razones para su enlentecimiento pueden ser varias.

Hipotiroidismo. La glándula tiroides es la hormona más importante en la regulación del metabolismo y del gasto calórico. Cuando funciona de forma insuficiente, aparece este trastorno, que enlentece el metabolismo y provoca un aumento de peso (4-5 kg). Esto, según la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), suele deberse a la retención de líquidos que causa esta enfermedad y no a un aumento de grasa. El tratamiento con tiroxina soluciona esta patología en la mayoría de los casos.

 

Intolerancias alimentarias. Si no han sido detectadas y, por tanto, no se les ha puesto remedio, pueden provocar una mala digestión continuada y el enlentecimiento metabólico. Se han de tener en cuenta a la hora de realizar una valoración para que el especialista las diagnostique y trate, ya que pueden tener graves repercusiones.

Hígado graso. La mayoría de personas que lo tienen lo sufren de forma leve de manera que no afecta a la hora de realizar sus funciones. Sin embargo, cuando ya existe cierto grado de hepatitis o fibrosis como resultado de esta afección, puede tener graves consecuencias.

Edad. La tasa metabólica basal disminuye aproximadamente entre un 1% y 2% por década al perder masa muscular y ganar tejido graso.

Factores que desequilibran el metabolismo

Fiebre. Por cada medio grado más de temperatura corporal, la tasa metabólica basal aumenta en un 7% aproximadamente.

Enfermedades. El cáncer y algunas infecciones conllevan un mayor gasto metabólico, lo que puede llevar a perder mucho peso al enfermo. Esto agrava sus síntomas y merma sus defensas. Por el contrario, algunos fármacos (tranquilizantes, antidepresivos, etc.) pueden tener como efecto secundario desencadenar una menor velocidad metabólica.

Estrés. Mantiene acelerada la actividad neuronal y provoca así un mayor gasto de energía. Eso que puede parecer positivo para incrementar el ritmo del metabolismo en realidad no lo es, ya que conlleva riesgos para la salud (problemas digestivos, bajada de defensas, alteraciones del sueño...) y ser causa de enfermedades importantes.

Temperatura ambiental. Cuanto más baja es la temperatura, en invierno por ejemplo, más energía (calorías) emplea el metabolismo basal para mantener el calor corporal.

Alcohol. Además de otros perjuicios, reduce la capacidad para absorber algunos nutrientes y desacelera el metabolismo.

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¿Es posible acelerar el metabolismo?

Una buena higiene de sueño, comer adecuadamente y realizar entrenamientos de fuerza ayudará a incrementar el ritmo de nuestro metabolismo.

Dormir bien. Ayuda a mantenerse activo y a quemar grasas. En cambio, cuando no dormimos lo suficiente, la función metabólica de transformar los alimentos en energía se altera. Además, la carencia de sueño continuada puede causar un deterioro metabólico.

Adaptar la dieta. Es recomendable limitar el consumo de azúcar y aumentar el de proteínas y grasas saludables (frutos secos, aguacate, salmón, etc.). En contraste, una dieta restrictiva, además de poder conllevar un déficit de nutrientes, puede enlentecer el metabolismo. El organismo aprende a vivir con menos calorías y el metabolismo baja el ritmo para quemar menos. Lo que es aconsejable es adaptar la ingesta calórica a lo que el cuerpo es capaz de gastar.

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Asimilar los distintos nutrientes de los alimentos requiere una notable dosis de energía que puede representar el 5-10% del gasto energético total.

Beber agua. El organismo necesita al menos dos litros de líquido diarios para eliminar sustancias que, en algunos casos, son tóxicas. Así, se contribuye a su correcto funcionamiento y eso incluye que el metabolismo vaya a buen ritmo. De hecho, hay estudios que aseguran que tomando medio litro de agua los minutos después de comer se puede acelerar el metabolismo un 30% y este efecto se mantendría durante al menos 1 hora.

Hacer ejercicio. Debe ser regular, durar mínimo una hora y ser de una intensidad alta tipo HIIT (consiste en alternar períodos cortos de ejercicio de alta intensidad con períodos de recuperación o ejercicio ligero). El aceleramiento metabólico que generan los actividades de fuerza se mantiene hasta 16 horas después de su práctica. Ayudarán a evitar la acumulación de grasas.

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