Lady Di, la intensa y triste vida de la reina de corazones
Su carismática figura, su desgraciado matrimonio con Carlos de Inglaterra y su trágica desaparición mantienen viva su leyenda
La separación de sus padres le afectó mucho
Diana nació el 1 de julio de 1961 y fue la tercera hija del octavo conde Spencer.
Diana tuvo una infancia privilegiada pero no siempre fue feliz. Y es que, a pesar de vivir en una casa magnífica y estar atendida en todo momento por su niñera, Judith Parnell, a la que adoraba, se sentía sola. Sus hermanas apenas le hacían caso y sus padres casi no se ocupaban de ella. Por suerte, cuando tenía 3 años, nació su hermano pequeño, Charles.
Como Diana fue una niña regordeta y tímida, que siempre tenía la sensación de ser un incordio, compensó sus complejos dedicándose a ayudar a los demás. Durante gran parte de su infancia fue precisamente Charles quien más se benefició de esta costumbre: Diana le vestía, le hacía la habitación y, cuando se hacía daño o estaba disgustado, Charlie siempre corría a refugiarse en brazos de su hermana.
Cuando Diana tenía 8 años, sus padres se separaron y se embarcaron en una dura batalla por la custodia de sus hijos. "Recuerdo ver a mi madre llorar muchas veces. Mi padre nunca nos habló de ello. Todo fue muy traumático", recordaría con el paso de los años la princesa.
A Diana le encantaban los animales
Lord Spencer (que se casaría en 1976 con Raine McCorquodale, condesa de Dartmouth) obtuvo la custodia de los niños y su exesposa (que aquel mismo año se casó con Peter Shand-Kydd) se fue a vivir a Escocia y, más tarde, a Australia.
En 1970, Diana ingresó en la escuela de Silfield; tres años más tarde, entró en la residencia femenina de Riddlesworth y, en 1976, sería trasladada al internado elitista de West Heath, en el condado de Kent, donde permaneció hasta los 16 años.
La joven no era buena estudiante, la mayoría del tiempo parecía despistada y aburrida y la única asignatura en la que destacó fue Arte porque le encantaba pintar y dibujar. Eso sí, cuando se sentía más segura y feliz era haciendo natación (ganó varios trofeos) y practicando danza clásica, una de las pasiones que siguió cultivando a lo largo de toda su vida y que culminó cuando, en diciembre de 1985, protagonizó uno de los episodios más recordados de su vida como princesa de Gales.
Durante una gala en la Royal Opera House y delante de la aristocracia británica en pleno, apareció de repente en el escenario, con Wayne Sleep, bailando el tema de Billy Joel 'Uptown Girl'.
Ejerció de monitor y de niñera
En 1985, bailando con el coreógrafo Wayne Sleep.
Tuvo que salir a saludar hasta ocho veces. Y en aquella ocasión el príncipe Carlos reconoció que se había quedado "fascinado" por lo que había hecho su esposa.
Después de una estancia corta en el instituto suizo Alpin Videmanette, donde aprendió entre otras cosas a coser, cocinar, escribir a máquina y esquiar, Diana regresó a Londres convertida en una joven muy diferente de la niña regordeta a la que nadie hacía caso de unos años antes. "De repente, el insignificante patito feo iba a convertirse en un cisne", recuerda su hermano Charles.
La hija pequeña del Conde Spencer se instaló en el barrio de Kensington, donde consiguió varios empleos temporales como monitora en una escuela de baile y niñera de una pareja norteamericana. Y cuando cumplió 18 años, en 1979, su padre, tal y como le había prometido, le regaló un apartamento, que estaba valorado en 85.000 dólares.
Conoció a Carlos en un evento en Sandringham
Lady Di y sus hermanos.
Ese año encontró trabajo, tres días a la semana en el jardín de infancia Young England, en el barrio de Pimlico, donde enseñaba a los niños baile, dibujo y pintura.
Carlos y Diana junto a sus dos hijos, Guillermo y Harry.
En ese periodo de su vida, empezó a tener citas con jóvenes, normalmente de buenas familias, con títulos nobiliarios y educados en Eton. Aunque era muy popular, no tenía ningún compañero especial, ya que no encontraba al hombre que ella estaba esperando.
Hasta que en febrero de 1979, unos meses antes de cumplir 18 años, la reina Isabel la invitó, junto con sus hermanas, a un evento en Sandringham, al que asistió el soltero más codiciado de Inglaterra: el príncipe Carlos.
En realidad, la pareja ya había coincidido con anterioridad. El primer encuentro, del que ni él ni ella se acordaban, fue durante el verano de 1965, cuando Carlos, de 15 años, y Diana, de 4, fueron a una fiesta infantil en Sandringham. Y en 1976 se encontraron de nuevo en una partida de caza en Althorp House, la residencia de los Spencer desde 1975.
Tendrían que pasar cuatro años más para que Carlos, quien había salido con la hermana de Diana un tiempo, se fijara en aquella adolescente con la que empezó a verse a partir de entonces. Y en septiembre de 1980, por primera vez, la prensa vinculó a Diana con el heredero de la corona.
Desde entonces, la joven, a quien los diarios bautizaron como Lady Di, pasó a ser objetivo prioritario de los fotógrafos.Lo que todos los británicos daban por hecho se oficializó el 24 de febrero de 1981, cuando Buckingham hizo público el comunicado que anunciaba el compromiso de Carlos de Inglaterra y Diana Spencer.
Se casó tras solamente 13 citas con el heredero
El 29 de julio de 1981, una Lady Di de 20 años recién cumplidos se dirigió al altar de la catedral de San Pablo convencida de que, después de 13 citas, Carlos, de 31 años, era su príncipe azul y el hombre que iba a convertir su vida en un cuento de hadas.
El 12 de julio de 1981 Carlos y Diana se dieron un "sí,quiero" de lo más falso: él amaba a otra y la ella se sentía, según sus palabras, "como un cordero al que llevan al matadero"
La ceremonia fue seguida por televisión por 750 millones de personas de todo el planeta. Desde ese día, Lady Di pasó a ser princesa de Gales.
Meses después de la boda, la prensa empezó a fijarse en la delgadez de Lady Di, quien había empezado a perder peso. Coincidiendo con el 20º aniversario de su muerte, se ha sabido que justo después de casarse, Diana empezó a adelgazar y a autolesionarse, abrumada por los comentarios de su marido sobre su peso y por haber descubierto que éste seguía manteniendo una relación secreta con Camilla Parker-Bowles.
El nacimiento de sus hijos
La Princesa nunca tuvo reparos en mostrar sus sentimientos en público
Once meses después de la boda, el 21 de junio de 1982, nació su primer hijo, Guillermo. Aunque la princesa ya sabía que su matrimonio no iba a ser un camino de rosas, el bebé le dio motivos para recuperar la ilusión.
La princesa de Gales se sintió lo suficientemente fuerte como para empezar a desafiar las normas de palacio, ya que no sólo prescindió de la tradicional niñera, sino que, además, en marzo de 1983, en su primer viaje oficial con Carlos a Australia y Nueva Zelanda, Diana se llevó a Guillermo, quien entonces tenía 9 meses, convirtiéndolo en el primer bebé de la realeza que se embarcaba en una visita oficial.
Lady Di lo pasaba genial con sus pequeños, Guillermo y Harry.
Dos años más tarde, el 15 de septiembre de 1984, la llegada de Enrique supuso una nueva inyección de energía para seguir soportando un matrimonio que podía considerarse ya un absoluto fracaso.
La distancia entre Diana y el príncipe era cada vez mayor. La diferencia de edad, de gustos y aficiones, la popularidad de Diana, que eclipsaba a su marido, y la relación de Carlos con Camilla no mejoraban las cosas. Como explicaría Lady Di en la famosa entrevista que le hicieron en el programa "Panorama" en 1995: "Éramos tres en nuestro matrimonio... Y tres es multitud".
"Fui fiel hasta que tuve muy claro que mi matrimonio estaba irremediablemente roto"
Claro que, un año antes, en unas memorias escritas por el periodista James Whitaker, 'Diana versus Charles', éste decía que el matrimonio se acabó en todos los sentidos en 1986, y, en una entrevista que el propio heredero concedió poco después, reconoció que "fui fiel hasta que tuve muy claro que mi matrimonio estaba irremediablemente roto".
La tristeza de Diana era más que evidente
Antes de esas declaraciones, realizadas cuando los príncipes de Gales ya estaban oficialmente separados, Diana atravesó dos años muy complicados que desembocarían en su ruptura oficial de la pareja.
En abril de 1991, Lady Di vio cómo se hacían públicos sus romances con James Gilbey y, el más sonado, con el oficial de caballería y profesor de hípica de sus hijos, James Hewitt, con quien mantuvo un idilio entre 1986 y 1990. "Estaba cansada de que me vieran como una niña tonta cuando en realidad soy una mujer fuerte", diría años más tarde para explicar aquel idilio.
Centrada en sus labores solidarias
La madre de Guillermo y Harry se volcó en ayudar a los demás
El año siguiente, 1992 - el "annus horribilis" de la Familia Real británica - también fue un auténtico calvario para Lady Di. El libro de Andrew Morton "Diana, su verdadera historia" aireó la auténtica realidad que vivía la esposa de Carlos de Inglaterra y las miserias de su matrimonio.
Todo aquello hizo mella en su estado emocional y provocó que se quebrara en varias ocasiones en las que rompió a llorar en público, sin fuerzas para seguir disimulando su terrible e insoportable situación.
En noviembre de 1992, estalló el Camillagate - las célebres grabaciones en las que Carlos le decía a Camilla que quería ser su "tampax" - y un mes más tarde, el 9 de diciembre se anunció la separación de los príncipes de Gales.
En 1993, una Diana liberada y dispuesta a tomar las riendas de su vida, anunció que iba a reducir sus patrocinios a las organizaciones benéficas que más le interesaban. Quería tener tiempo para sus hijos y, al mismo tiempo, llevar a cabo su labor humanitaria, pero no de cualquier manera. "Si voy a hablar en favor de alguna causa, quiero ir, ver el problema por mí misma y aprender acerca de ello todo lo que me sea posible", dijo.
Sus viajes, hablar con la gente y conocer a grandes personalidades como Nelson Mandela le habían permitido ver realidades muy alejadas de la vida en palacio y tenía muy claro que quería ser útil. Por eso se involucró en muchas causas y apoyó la lucha contra el sida y el cáncer, a los niños enfermos, las víctimas de la guerra, los jóvenes sin hogar y, en definitiva, a cualquier persona que estuviera en situación de vulnerabilidad. Eso la hacía sentirse fuerte.
"Nada me ha aportado más felicidad que tratar de ayudar a quien más lo necesita. Es un objetivo moral y también una parte esencial de mi vida", dijo más de una vez.
Uno de sus mayores compromisos fue, sin duda, la lucha contra el sida. En 1987, cuando estrechó la mano de un paciente seropositivo en el hospital Middlesex de Londres, un especialista declaró: "Un apretón de manos de la princesa vale por cientos de miles de nuestras palabras".
En varias ocasiones visitó a la madre Teresa de Calcuta, fue invitada de honor en galas benéficas de Hollywood, que lograban récord de recaudación con su presencia; la vimos atravesando campos de minas antipersona, siendo embajadora de la Cruz Roja, y, en diciembre de 1995, explicó que solía dedicar tres o cuatro noches a la semana a visitar a enfermos en hospitales londinenses. Precisamente en 1996, asistió en Grecia al funeral de Yannis Kaliviotis, un joven de 28 años que murió de sida y al que conoció en 1994 en una de estas visitas nocturnas.
Esos gestos no pasaron inadvertidos para algunos políticos y, dos años antes de su muerte, recogió, de manos de Henry Kissinger el Humanitarian Award. Todo estaba destinado a hacer realidad algo que ella misma dijo: "No creo que sea reina. Sin embargo, me gustaría convertirme en la reina de corazones de este país".
El cirujano Hasnat Khan, el gran amor de su vida
Dodi Al-Fayed, el último hombre en su vida
En 1995, conoció al que muchos consideran el gran amor de su vida: el cirujano Hasnat Khan. Diana les confesaba a sus grandes amigas, Rosa Monckton, Annabel Goldsmith y Lucia Flecha de Lima, que vivía pensando en sus llamadas telefónicas y que admiraba el trabajo que llevaba a cabo.
Todo parecía ir viento en popa y más cuando, en agosto de 1996, firmó el divorcio de Carlos convirtiéndose en una mujer libre. Pero, aunque viajó a Pakistán a conocer a la familia de Hasnat, éste decidió no continuar temiendo perder su privacidad y anonimato si se casaba con un personaje como Diana.
Era junio de 1997. Dolida por la ruptura, la princesa decidió poner tierra por medio e irse de vacaciones con Guillermo y Enrique. Su primera opción fueron los Hamptons de Nueva York, pero los servicios secretos de Buckingham no lo consideraron seguro. Así que aceptó la invitación de Mohamed al Fayed, para ir a su residencia de Saint-Tropez. Allí coincidió con Dodi y, después de que sus hijos viajaran a Escocia para estar con su padre, fue a pasar unos días con él a bordo del Jonikal.
La muerte de Diana conmocionó al planeta entero.
El 30 de agosto, la pareja se trasladó a París y fueron a cenar al Ritz. Tras una romántica velada, decidieron acabar la noche en la residencia de Dodi, pero el Mercedes en el que viajaban se estrelló en el túnel de l'Alma y nunca llegaron a su destino. La princesa de Gales murió a las 4 de la madrugada del 31 de agosto, pero ese día y a esa misma hora nació su leyenda.