Mª Dolores Pradera, gran dama de la canción
No te pierdas la interesante vida de esta inolvidable cantante…

María Dolores Fernández Pradera nació el 29 de agosto de 1924 en Madrid. Fue la tercera de los cuatro hijos de un empresario asturiano y de una ama de casa de origen vasco-francés.
Desde muy pequeña, le gustaba cantar. Durante su infancia viajó bastante a Chile porque su padre tenía fábricas de cuero, de muebles y un negocio salitrero. La cantante recuerda que "los cuatro hijos fuimos encargados allí, pero a la hora de los partos mi madre se venía junto a su madre para que naciéramos en España. Íbamos y veníamos en barcos muy cómodos para la época, pero tremendos: eran 30 días de travesía, haciendo escalas. Recuerdo el mar con horror: aquellos camarotes allá abajo y los peces que veías por el ojo de buey, que serían sardinas pero me parecían tiburones...".
Mientras estudiaba en un colegio laico, su padre murió en 1935 en Chile. El fallecimiento de su progenitor conllevó que perdieran todo lo que poseían en Sudamérica y la familia regresó a España.

María Dolores era una niña muy imaginativa y, durante la Guerra Civil española, se inventó un personaje llamado Petronila con el que hacía pequeñas funciones para los vecinos. Para que la cosa resultara más profesional, un carpintero le hizo un cajón adornado donde sus hermanos la metían dentro con una manivela y una ventana y le hacían cantar a cambio de un real o de comida. "Durante la contienda cantaba y recitaba ante los vecinos de la madrileña calle Viriato a cambio de puñaditos de garbanzos, lentejas, sal... En casa, me encantaba disfrazarme de lo que yo pensaba que era una espía internacional, con tacones y todo. Tengo imágenes contradictorias. El horror del hambre, el miedo, los bombardeos, los muertos en la calle. Al mismo tiempo, los niños nos sentíamos felices, salíamos a buscar madera para hacer fuego, teníamos mucha libertad", relató.
De aquella época guarda un recuerdo muy cariñoso de su abuelo, quien, en aquellos tiempos tan duros, enseñó a sus nietos a comer exquisitamente y mandó a María Dolores a una escuela a aprender a cocinar. "¡Imagínate! ¡Cuando no había nada! Y todas las recetas empezaban diciendo: "Se coge un pollo...". Y yo miraba y decía: "¡Qué pollo!". Debe ser por eso que no aprendí a cocinar... Bueno, algunas cosas, aunque con la olla exprés...", contó.
Tuvo dos hijos con Fernando Fernán Gómez

Al acabar la guerra, volvió al colegio, estudió corte y confección, pero tuvo que dejar el bachillerato porque en casa no había dinero. Gracias a una amistad que su madre tenía en los estudios Chamartín, empezó a trabajar como extra en los platós de cine. En la década de los 40 hizo de extra en varias películas hasta que protagonizó "Altar Mayor" (1943) e "Inés de Castro" (1944), que la convirtieron en una gran actriz dramática.
Paralelamente al cine, empezó a desvivirse por el teatro al entrar como meritoria en la Compañía de Carmen Carbonell y Antonio Vico, desde donde pasó a la Compañía de Guadalupe Muñoz Sampedro, con la que hizo la obra "Madre, el drama padre" (1942).
Siendo una adolescente rubia, de ojos claros y muy espigada –aunque ella no se consideraba guapa porque quería ser morena como las mujeres del pintor Romero de Torres– conoció al gran actor Fernando Fernán-Gómez.
En aquella época, Paco Rabal decía que parecían hermanos y Lola Flores llegó a creerse que lo eran. En pleno franquismo era muy difícil demostrarse el afecto, así que durante un tiempo fueron novios "al estilo antiguo", dando paseos, tomaban algo y se daban algún que otro beso en la mejilla. La pareja se casó en 1945 y tuvieron dos hijos, Helena (que se convertiría en actriz) y Fernando (que es editor y galerista).

Durante algunos años, María Dolores participó en obras como "La Celestina", "El jardín de los cerezos" y "Las tres perfectas casadas", pero tras "Mariana Pineda", decidió dedicar más tiempo a sus hijos. Por aquel entonces ya había conseguido un Premio Nacional, un Larra y ser primera actriz en tres teatros estables: el María Guerrero, el Español y el Eslava.
En su tiempo libre empezó a cantar temas que había aprendido en Chile. Los que la escuchaban se quedaban maravillados y la actriz Josita Hernán le consiguió, en 1952, un contrato en Alazán, un café-salón con mucha solera en pleno Paseo de la Castellana madrileña. Allí tuvo sus primeros grandes éxitos y le iban a ver grandes nombres de la sociedad como Berlanga, Bardem, Buero Vallejo, Cela, Antonio el Bailarín e incluso Edith Piaf, que adoraba su forma de cantar rancheras.
Sin embargo, el local cambió al morir el dueño. "Cuando se volvió un lugar de niñas de alterne, yo pensaba: ¡Qué suerte, yo tenía que cantar todas las noches y éstas vienen un día sí y otro no! ¡No sabía lo que era alterne!", recordó divertida.
Éxito internacional como cantante

En 1959, su amor por Fernando acabó diluyéndose y la pareja se rompió, aunque no obtuvieron el divorcio hasta la década de los 80. María Dolores decidió no volver a pasar por el altar. Aunque tuvo varios amores duraderos, jamás quiso hablar de ellos por pudor.
Admitió convencida que "siete han sido mis grandes amores: mi madre, mis dos hijos, mis tres hermanos y mi tata Matilde. Tanto viaje y trabajo no me dejaba tiempo para más: si llego a tener un amor no lo hubiera tratado demasiado bien. Lo corté a tiempo; no, no volví a comprometerme".
Tras haber editado un par de discos que no tuvieron apenas repercusión, en 1961 grabó "La flor de la canela", que fue todo un éxito. Poco después, "El rosario de mi madre" dio la vuelta al mundo y le granjeó un gran reconocimiento internacional.
Aquel mismo año conoció a Los Gemelos, que abandonaron su propia carrera para convertirse en los acompañantes de la cantante durante décadas. Durante un tiempo compaginó su faceta de actriz teatral con la música, hasta que llegaron los contratos para giras por todo el mundo.
María Dolores Pradera y Los Gemelos recorrieron con grandísimo éxito casi todos los países de Iberoamérica con canciones que han quedado para la posteridad como "Amarraditos", "Fina estampa", "Que te vaya bonito" o "Cabello prieto azabache". A la cantante, aquellas tierras le recordaban a su infancia, por eso no dudó en vivir en Colombia y en México, país al que consideró su patria adoptiva. En 1971 interpretó su última película, "La orilla" y volvió una única vez más al teatro con "Cándida", de Bernard Shaw.
Referente para varias generaciones

Entre 1984 y 1987 estuvo retirada de la canción a causa de dos graves enfermedades. Una vez superadas, grabó los discos "A mis amigos" (1988) y "María Dolores" (1989).
Ha cantado temas de grandes autores de la talla de Atahualpa Yupanqui, Mercedes Sosa, Lola Beltrán y La Negra Grande de Colombia que le regalaron numerosos ponchos, rebozos y mantillas que a veces se ponía en el escenario. Sin embargo, su diseñador de cabecera siempre ha sido Herrera y Ollero, aunque le gusta tanto coser que se hacía muchos de los vestidos.
A través de sus boleros, baladas, coplas, fados y rancheras, María Dolores Pradera ha puesto la banda sonora a varias generaciones que aún están fascinadas por su vena dramática sobre el escenario.
Recibió innumerables premios, entre ellos, la medalla de Bellas Artes, el Grammy Latino, la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo, el Ondas y más de 30 discos de oro. Además, fue la primera artista española en actuar en el Royal Albert Hall de Londres. A pesar de su avanzada edad, se negaba a retirarse. En el 2006 lanzó, junto con Los Sabandeños, "Al cabo del tiempo", y al año siguiente, editó "En buena compañía" con duetos de Sabina, Rosana, Víctor Manuel y Caetano Veloso.
Un grupo de artistas, entre los que se encontraban Raphael, Ana Torroja, Aute, Sergio Dalma y Sabina, la homenajearon en "Gracias a vosotros".
Falleció por causas naturales en Madrid el 28 de mayo de 2018 a los 93 años de edad.