Manolete, torero legendario
Repasamos la vida de este torero que todavía muchos recordarán…

Manuel Laureano Rodríguez Sánchez nació en Córdoba el 4 de julio de 1917. Hijo de María Angustias Sánchez y de un matador del mismo nombre y apodo, Manolete perdió a su padre cuando tenía solo 6 años. Pese a aquella pérdida, que dejó a la familia en una difícil situación económica, Manolete siguió la tradición familiar (su tío abuelo y su tío también habían sido toreros) y empezó a ir con sus amigos a las tientas.
Su primera corrida con público fue en 1930, cuando era estudiante en la Escuela Taurina de Montilla.
Obligado a trabajar, a los 17 años se incorporó a un espectáculo cómico-taurino y, un año después, debutó en Madrid. Fue el 2 de mayo de 1935 en la Plaza de Tetuán de las Victorias. En aquella primera tarde profesional y, pese a que en el cartel lo anunciaron erróneamente como Ángel Rodríguez, Manolete llamó la atención de los críticos por su personal estilo.
"En Manolete puede cuajar un buen torero", escribió el especialista del diario ABC. Poco podía imaginar que estaba hablando del mejor torero de todas las épocas.
Debut en la plaza de Tetuán de Madrid

Subió el primer escalón hacia la fama en plena Guerra Civil, el 26 de mayo de 1938 en la plaza de La Maestranza. En ese coso sevillano tomó la alternativa el 2 de julio de 1939 con Chicuelo como padrino y Gitanillo de Triana como testigo y sería donde iría conformando, corrida a corrida, su estilo. Un estilo que fue un antes y un después en la tauromaquia: prácticamente prescindía de la lidia y del repertorio de quites de capa para centrarse en la faena con la muleta, donde arriesgaba al máximo, ya que los pitones del toro casi le rozaban.
Su forma de torear fue la extensión de su personalidad, austera, sobria y valerosa, y tuvo, como pasa con todos los grandes, tan fervientes seguidores como viscerales detractores.
Manolete confirmó su alternativa en Madrid el 12 de octubre de 1939 de manos de Marcial Lalanda, compartiendo cartel con el también mítico Juan Belmonte en una de las tardes más memorables de su carrera. Aquella primera temporada como matador la cerró con un saldo de 16 corridas y las más halagüeñas perspectivas para el año siguiente. También dio nombre a las manoletinas, el cómodo calzado del toreador.

En muy poco tiempo Manolete se fue imponiendo y toreó en Sevilla, Alicante, Bilbao, Barcelona y Madrid. En 1943, contabilizó 72 corridas, que aumentaron hasta 93 en 1944, y absolutamente todas tuvieron, según los entendidos, algo único y sublime.
Al finalizar la temporada taurina de 1945, viajó por primera vez a América para torear en México, Perú, Venezuela y Colombia, países donde obtuvo un éxito arrollador. Su triunfo fuera de nuestras fronteras era ya tan clamoroso que muchos ya tildaban a Manolete como el mejor torero del mundo. Su personalidad y su toreo corrían sendas paralelas.
Enamorado de la artista española Lupe Sino

Durante toda su vida Manolete estuvo muy unido a su madre, doña Angustias, a la que prodigó todos los cuidados y, de hecho, su vida sentimental fue muy breve.
Se enamoró perdidamente de Antonita Bronchalo Lopesino, una joven y guapa artista nacida en un pueblo de la provincia de Guadalajara, que se puso el nombre artístico de Lupe Sino. De melena morena y ondulada, ojos verdes y boca sensual, era una mujer guapa sin estridencias, a la que muchos tildaban de buscona y a la que se había relacionado con otros matadores de la época.
Nada más conocerse su relación con Lupe, fue objeto de todo tipo de comentarios. De hecho, la fama de Manolete era tan grande que cualquier cuestión de su vida, por pequeña que fuera, se convertía inmediatamente en objeto de debate nacional en un país donde, al vivir bajo una dictadura, se podía hablar de muy pocas cosas.
Seguidores y detractores del torero debatían con pasión también sobre Cámara, el apoderado del diestro, y sobre las millonarias ganancias que Manolete obtenía con su trabajo y el despilfarro de su novia, a la que la cuadrilla del torero apodaba "la serpiente" por su fortísimo carácter. En realidad, Lupe era una mujer incomprendida porque llevaba un estilo de vida muy moderno para aquella época, mientras su novio llevaba con dolor que su entorno odiara a la mujer que él amaba.
Un maestro que despertó división de opiniones

En cualquier caso, había siempre tanto clima de polémica en torno a él que todas sus corridas se convertían en un clamor de aplausos y olés de admiración mezclado con gritos, silbidos e insultos contra el torero. Eso sí, con tanta devoción y broncas las ventas estaban aseguradas con llenos hasta la bandera. Tan en boca de todos estaba que hubo quien cambió la letra de un pasodoble compuesto en su honor y cantaba: "Manolete, Manolete, si no sabes torear pa’ qué te metes...".
La presión sobre el diestro llegó a ser tan grande que Manolete empezó a comentar a sus amigos que no estaba a gusto en España, un país donde, según sus propias palabras, "están más pendientes de lo que gano que de lo que hago". Según Francisco Narbona, autor de una obra sobre el torero de Córdoba, Manolete llegó a decir en 1947: "El año que viene no me visto de torero en España. Y, a lo mejor, el siguiente tampoco. Es una decisión firme... Estoy disgustado, amargado".
Casi cumplió lo que había dicho. Se fue a vivir con Lupe a México, pero en el verano de 1947 volvió a torear en España. Durante aquel tiempo Manolete recorrió diversas plazas de la geografía española hasta que el 28 de agosto, festividad de San Agustín, apareció anunciado en la plaza de Linares (Jaén) con Gitanillo de Triana y Luis Miguel Dominguín, uno de los toreros con más nombre de la época y que mantenía una fuerte rivalidad con Manolete, al que llegó a retar en público en una ocasión.
Corneado por un toro de nombre Islero

Tras una brillante faena con su primer toro, los clarines anunciaron la entrada del quinto Miura de la tarde, llamado Islero. Una vez acabada la lidia con su maestría habitual, Manolete entró a matar hundiendo el estoque en el lomo del toro, pero el animal clavó profundamente su pitón en el muslo derecho del torero. En la enfermería consiguieron detener la hemorragia y lo operaron, pero las heridas eran demasiado graves y, sobre las cinco de la tarde, el torero exhaló su último suspiro.
Cuando agonizaba, a Lupe le prohibieron el acceso a su habitación, según algunos, para evitar un polémico matrimonio "in artículo mortis". Días después, Manolete fue enterrado en su ciudad natal y una gran multitud acompañó sus restos mortales hasta su última morada.
Tras la muerte de Manolete, Lupe vivió unos meses muy duros. Finalmente, se fue a México, donde se casó con un abogado curiosamente llamado Manuel Rodríguez, pero se divorció y volvió a Madrid, donde falleció en septiembre de 1959 de muerte repentina.