Corrector o iluminador: ¿cuál necesitas realmente?
Cada uno de estos productos de maquillaje tiene su misión y un efecto. Conoce los secretos de estas dos "armas" de seducción, ambas imprescindibles en tu neceser, para sacarles el máximo partido
El efecto "glow" está de moda porque, ¿quién se resiste a lucir una piel con aspecto jugoso, fresco y descansado? Es lo que consigue el iluminador que, gracias a sus partículas luminosas, embellece tus rasgos. Como sabes, el maquillaje es ante todo un bonito juego de luces y sombras y éste es, sin duda, el instrumento mágico para dar volumen, resaltar y amplificar aquellas zonas que desees que se conviertan en el foco de la luz y, por tanto, de las miradas.
Corregir para borrar o disimular
El corrector en cambio busca tapar las imperfecciones mimetizándose con el tono y la textura de tu piel. En definitiva, es tu mejor aliado para unificar, acabar con los signos de cansancio y hacer borrón y cuenta nueva.
De ahí que tampoco pueda faltar en ningún neceser para disimular granitos inesperados, manchas, cambios de pigmentación, rojeces, cicatrices, marcas de acné y borrar las ojeras y las bolsas de debajo de los ojos.
La confusión en la utilización de ambos viene en parte dada porque, a pesar de estas claras diferencias en su función y objetivos, en ciertas zonas ambos pueden unirse para lograr un acabado más perfecto. Por ejemplo, en el contorno de los ojos puedes aplicar primero el corrector para eliminar las ojeras y después dar un pequeño toque final con el iluminador si fuera necesario elevar algunos puntos más hundidos u oscuros.
Reglas para un buen uso de estos productos
Pero ¿sigues teniendo dudas sobre cómo aplicar cada uno? No te preocupes, te damos las respuestas. Tanto el iluminador como el corrector se utilizan después de la base. Aunque la base ya eliminará muchos defectos, el corrector te acabará de ayudar a tapar imperfecciones.
Los que son en barra cubren las más pronunciadas, mientras que los líquidos son idóneos para las más ligeras. Son tus grandes aliados en la zona del contorno de los ojos para tapar las ojeras. Eso sí, hidrátala primero aplicando un contorno de ojos para unos mejores resultados.
Dónde y cómo iluminar. "Menos es más" es la gran consigna para el uso del iluminador. Se aplica en las zonas del rostro donde hay hueso. En la parte alta de los pómulos, eleva las facciones. Debajo del arco exterior de las cejas, rejuvenece. Una línea vertical en el centro del tabique nasal estrecha la nariz y un toque en el arco de cupido aumenta volumen de tus labios. También puedes agrandar tu mirada con un punto de luz en el lagrimal.
La textura importa. Los líquidos crean un sutil velo sobre la piel y se difuminan con una brocha grande. Los que son en polvo tienen un acabado más pronunciado y también quedarán mejor integrados con toques de brocha. Los que son en crema puedes extenderlos con la yema de los dedos y aumentan la sensación de frescor en la piel.
¿Qué tono elegir? Los tonos rosados son aptos para casi todas las pieles, los cobrizos se recomiendan en pieles más cálidas y los blancos se reservan para las más frías. En el caso del corrector, para que pueda mantener su invisibilidad, elige un tono más claro que el de la base. Los beis y rosas son más los más versátiles y habituales.
A tener en cuenta
Procura no extender el corrector por todo el contorno de los ojos. Ponlo sólo en los puntos más oscuros y difumina con ligeros toques sin arrastrarlo. Ten en cuenta que el iluminador no suele ser aconsejable ni en la barbilla ni la frente, a no ser que ésta necesite ganar amplitud.
Cuidado con las arrugas. Si aplicas el iluminador en las líneas de expresión, en lugar de disimularlas, destacarán.
Un acabado natural. Lo lograrás con una hidratación previa de la piel, lo que también evitará que el corrector se cuartee.
El colorete. Es el complemento imprescindible del iluminador para dar calidez al rostro.