Jaime Peñafiel nos cuenta los momentos más conflictivos de la realeza
De la borrachera de Ernesto de Hannover a la ausencia de Juan Carlos y Sofía en la boda de Carlos y Diana, son muchos los episodios conflictivos que han vivido los miembros de la realeza

Juan Carlos y Sofía con Isabel II y Felipe de Edimburgo
El desplante de México al rey Felipe al no invitarle a la toma de posesión de la nueva presidenta, Claudia Sheinbaum, no es el primer episodio de estas características protagonizado por algún miembro de la realeza.
De todos los desplantes reales con ausencias inexplicables, ninguno supera al de los reyes Juan Carlos y Sofía en la que fue llamada boda del siglo, la del hoy rey Carlos III del Reino Unido con Diana Spencer en 1981. A este enlace estaban invitados todos los soberanos del mundo, entre ellos, por supuesto, los reyes de España y no existían motivos personales entre las dos familias reales para que se produjera tal ausencia.
Una "decisión torpe e intencionada"

Lady Di y Carlos de Inglaterra en su viaje de novios cerca de Gibraltar.
Y, aunque es cierto que siempre había estado presente el problema de Gibraltar, nunca se pensó que pudiera ser motivo para tal desaire. Pero, antes del enlace, se había hecho público que el futuro matrimonio real realizaría el viaje de novios a bordo del "Britannia", y que embarcarían en Gibraltar, donde el yate se encontraba atracado como primera escala de su luna de miel por el Mediterráneo.
A pesar de las protestas oficiales del embajador de España en el Reino Unido, la "decisión torpe e intencionada" del embarque de los recién casados en Gibraltar se mantuvo inalterable. Como respuesta, los Reyes de España suspendieron su viaje a Londres para asistir a la boda, el 29 de julio de 1981.
Este episodio me recuerda que Juan Carlos, cuando era pequeño, se negaba a aprender inglés poniendo como excusa, precisamente, el conflicto con el peñón. El tema era tan ridículo, que intervino su padre, el conde de Barcelona, que, según la periodista Sara Castellanos, llevó a su hijo a visitar a Isabel II, con quien estaba emparentado, para sacarle los colores al no poder responder a la reina en su idioma. Y la estrategia funcionó.

El representante del Congo no le dio la mano a Letizia.
Los desplantes, por parte de reyes o políticos, pueden considerarse como faltas de respeto o fallos de protocolo. Como en aquella ocasión en la que durante la inauguración del tren de alta velocidad Murcia-Madrid, presidido por el Soberano, Sánchez se adelantó y, dando la espalda al Rey, subió primero al vagón en un garrafal error de protocolo.
Por otro lado, en una recepción al Cuerpo Diplomático acreditado en España, el representante de la República Democrática del Congo, tras saludar a don Juan Carlos y a doña Sofía, sin saber la razón, dejó a Letizia con la mano tendida y sin estrechársela. Una grosería antidiplomática quizá debido a un despiste o a un no saber mucho de protocolo.

Sofía con gesto de resignación después de que su marido la obligara, por error, a cambiar de lugar al recibir a Benedicto XVI.
También han habido situaciones en que el rey Juan Carlos ha desairado a doña Sofía con gestos que han podido pasar inadvertidos. Entre ellas la que se produjo en el 2011 cuando los reyes se disponían a recibir en el aeropuerto de Madrid al Papa Benedicto. En esa ocasión, el Rey emérito mostró el llamado "pronto Borbón" cuando apartó a su esposa de su lado con una muleta, de forma bastante grosera, para indicarle el lugar que debía ocupar.
Sin embargo, en esa ocasión estaba completamente equivocado: creyó que el Papa se disponía a pasar revista como sucede siempre con altas personalidades del Estado tras escuchar el himno nacional. Pero un pontífice no pasa jamás revista a las tropas. Aun sabiendo doña Sofía que estaba en el lugar que debía, ante el violento gesto de su esposo, se cambió de lado, dirigiendo un gesto de extrañeza y resignación al Servicio de Protocolo de Zarzuela.

En el 2004, Carolina fue sola a la boda de Felipe y Letizia porque Ernesto de Hannover tenía resaca.
Otro famoso desplante fue el de Ernesto de Hannover, esposo de Carolina de Mónaco, el día de la boda de Felipe y Letizia. ¿Qué ocurrió para que aquella mañana lluviosa se viera llegar sola y triste a Carolina sin su marido a la Almudena? Pues que el día anterior el alemán había cogido tal borrachera en una francachela con sus amigos, que le fue imposible acudir a la catedral. No se podía ni poner en pie.
Henri de Monpezat y sus desaires

En el 2015, Henri de Monpezat dejó plantada a su esposa, Margarita de Dinamarca, por su 75º cumpleaños.
Si vamos a las monarquías escandinavas hay que hablar de Henri de Monpezat. Nacido en Francia, el conde y diplomático, casado con Margarita de Dinamarca, siempre tuvo el anhelo de ser rey consorte sin conseguirlo. Tan mal lo llevó, que llegó a instalarse en su viñedo francés negándose a volver a Dinamarca.
Lo más sonado fue cuando faltó a la fiesta del 75º cumpleaños de su mujer, con todas las Casas Reales presentes. A pesar de todas las disculpas que Margarita dio alegando que Henri estaba indispuesto, salieron a la luz imágenes suyas disfrutando de unos días en Venecia junto a unos amigos.
¿Su último desplante? Cuando no quiso ser enterrado en el lugar en que, más tarde, la reina descansaría a su lado. Quiso ser incinerado. Así se hizo. ¡Su última pirueta!