Benedicto XVI: así fue la emotiva despedida del Papa emérito
La reina Sofía encabezó la delegación española en una ceremonia más sobria que la de sus antecesores por no ser un pontífice en ejercicio
La capilla ardiente de Ratzinger.
Teólogo erudito, virtuoso del piano, tímido y ultraconservador, Benedicto XVI no tenía el carisma de Juan Pablo II ni la popularidad de Francisco, pero, superando todas las expectativas, más de 100.000 católicos acudieron al Vaticano para darle el último adiós.
Y es que Ratzinger era respetado por muchos aunque sólo fuera Papa siete años y renunciara voluntariamente en el 2013 en plena ebullición de los escándalos de pederastia, de corrupción en el Banco Vaticano y del Vatileaks, una filtración de documentos privados suyos.
Un funeral multitudinario
Tras su muerte, el 31 de diciembre a los 95 años, fue enterrado el 5 de enero, víspera de Reyes, tras unas exequias que presidió el actual Pontífice en una abarrotada plaza de San Pedro del Vaticano.
Un funeral al que acudieron muchos más fieles de lo previsto.
Al no tratarse de un papa en ejercicio, el funeral fue más sobrio que el de sus antecesores, con un escaso número de mandatarios, entre los que se vio a los presidentes de Alemania, Italia, Polonia, Portugal y Lituania, la primera ministra italiana y los reyes Felipe y Matilde de Bélgica. La delegación española estuvo encabezada por la reina Sofía, con quien Benedicto compartía su pasión por la música y por la teología, y sus vínculos con Alemania.
La reina Sofía y los reyes Felipe y Matilde de Bélgica fueron los únicos representantes de la monarquía.
Un joven idealista que se volvió conservador
Joseph Ratzinger nació el 16 de abril de 1927 en Baviera (Alemania) y fue el segundo de los tres hijos de un humilde matrimonio que le inculcó profundas creencias religiosas.
En 1943, su hermano y él fueron reclutados a la fuerza por las juventudes hitlerianas y estuvieron en la retaguardia durante la Segunda Guerra Mundial. Acabada ésta, Ratzinger estudió Filosofía y Teología y se ordenó sacerdote.
Desde niño, Ratzinger mostró por su pasión por aprender. En su juventud, destacó por sus profundos conocimientos teológicos y, ya retirado, siguió estudiando y escribiendo libros de referencia para ciertos sectores del catolicismo.
Siendo profesor en varias universidades, donde impartía una ideología más progresista y abierta que la que esgrimiría siendo Papa, participó como asesor en el Concilio Vaticano II, llamando la atención por su lucidez y su juventud.
Su pensamiento se fue volviendo cada vez más conservador, sobre todo, tras entablar amistad, en 1978, con el cardenal polaco Karol Wojtyla –el futuro Juan Pablo II–. Compartían su afán por devolver a la Iglesia un catolicismo arcaico y formal, y por eso Wojtyla lo eligió para dirigir la Congregación para la Doctrina de la Fe –la antigua Inquisición– lo que le granjeó a Ratzinger el apodo de "rotweiller de Dios".
Absolutamente contrario al comunismo, a la teología de la liberación, al aborto, a los anticonceptivos, a la utilización de células madre en medicina, al sacerdocio femenino, a que los homosexuales no practiquen la castidad... dirigía el "gobierno en la sombra" en los últimos años de Juan Pablo II y fue su relevo natural.
En 2005, el entonces cardenal alemán Joseph Ratzinger saludando al papa Juan Pablo II.
En su mandato, depuso de sus cátedras a más de 110 teólogos y teólogas, pero lo que más se le criticó fue que prohibiera a todos los obispos que entregasen a los sacerdotes y obispos pedófilos a los tribunales civiles.
Ahora, con Francisco, un papa con mayor compromiso social, en la silla de San Pedro, todo aquello quedó diluido y, de Ratzinger, se recuerda más su timidez y su erudición, por lo que ha sido despedido con cariño por católicos de todo el mundo.