Irene Urdangarín: así es el centro en el que vive en Camboya
La hija de la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin ha decidido tomarse un año sabático antes de decidir qué estudiará. Así es el centro de voluntariado que ha elegido para pasar los siguientes meses

Aunque en España nos suena un poco extraño, en algunos países anglosajones, sobre todo en Estados Unidos, es muy común que los jóvenes (principalmente los de "buena familia") se tomen un año sabático antes de decir el rumbo que quieren darle a su vida.
La hija pequeña de Cristina e Iñaki ha decidido irse a Camboya a hacer un voluntariado en el centro Arrupe, dirigido por un sacerdote muy amigo de la familia real, y que trabaja, sobre todo, con niños discapacitados de la zona.
Te contamos cómo es el humilde centro en el que vivirá Irene Urdangarin los próximos meses y qué hará exactamente la nieta de los reyes eméritos.
El centro de Camboya donde Irene Urdangarin es voluntaria

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Irene Urdangarin ha elegido Camboya como destino para hacer su voluntariado y lo ha hecho en el Centro Arrupe, dirigido por un gran amigo de su familia: Kike Figaredo, un jesuita asturiano que ha dedicado cerca de 35 años de su vida al cuidado de los más necesitados.

De hecho, la relación entre Kike Figaredo y la familia real es tan cercana que no sólo podemos verlo en fotografías con el rey, sino que tanto la infanta Cristina, la reina Sofía y Juan Urdangarin, hermano de Irene, han visitado Camboya en varias ocasiones. De hecho, Irene está haciendo exactamente el mismo voluntariado que hizo su hermano Juan cuando cumplió 18 años.

Según explican en su página web, el centro Arrupe fue fundado en 2001 para ayudar a las personas con discapacidad de la zona a acceder a educación, atención médica y oportunidades de empleo.
Hay que recordar que Camboya es uno de los países con mayor número de personas con discapacidad causada por accidentes con minas terrestres y enfermedades infantiles prevenibles como la polio.

Este centro está destinado a la acogida permanente de niños discapacitados. La mayoría de estos niños han sufrido la desgracia de ser víctimas de una de las miles de minas antipersona que se encuentran en Camboya, tras años de cruel guerra.

El Centro ha crecido hasta incluir dos zonas más, llamadas Kalapati (Arrupe 2) y La Paloma (Arrupe 3). Todos ellos se convierten en un hogar acogedor donde los jóvenes con discapacidad reciben comida, un lugar para quedarse y apoyo en su educación. También se proporciona asistencia médica si es necesario.

El centro, aunque humilde y austero, es un paraíso para aquellos que lo han perdido todo. Sin duda, Irene Urdangarin va a vivir un estilo de vida completamente alejado al que está acostumbrada, algo que, sin duda, la enriquecerá enormemente.

El centro da mucha importancia a la educación de los niños, que encuentran en los trabajadores y voluntarios todo el cariño y la profesionalidad que necesitan para vivir una vida digna y con futuro.

Irene Urdangarin duerme en el mismo centro en una habitación compartida con otra voluntaria, y se encarga de asistir a las personas que lo necesiten, ya sea en el mismo centro o en localidades cercanas.

Una labor solidaria con los más necesitados

La labor solidaria del centro pretende no sólo ayudar a quienes lo han perdido todo, sino conseguir que se integren a través de oficios y talleres.

El centro cuenta con una pequeña tienda con productos artesanales para conseguir fondos con los que mantener su importante labor solidaria.

Uno de los objetos más preciados es el "Cristo mutilado", un Cristo al que le falta una pierna como representación del dolor de todas las personas mutiladas por culpa de las minas antipersona en Camboya. Según Mons. Kike Figaredo, "el Cristo mutilado nos habla de un cristo roto por la falta de amor. También nos habla del sufrimiento humano y divino".
Irene Urdangarin trabaja mano a mano con los más necesitados

En un entorno natural situado en Battambang, una ciudad de Camboya de la que Kike Figaredo es prefecto apostólico, Irene Urdangarin llevará a cabo su labor de voluntariado junto a otros jóvenes.

El centro cuenta con salas multidisciplinares que se mantienen siempre limpias para acoger a todos los estudiantes y personas que pasan por él.

Los niños discapacitados que viven en el centro comen y duermen allí hasta que consiguen independizarse o les encuentran una familia.
El obispo de las sillas de ruedas

A Kike Figaredo, que lleva realizando una brillante labor humanitaria en Camboya desde hace más de tres décadas con los niños discapacitados, le llaman el “Obispo de las sillas de ruedas”. Te contamos por qué:

A pesar de la gran cantidad de niños mutilados que hay en Camboya, sus humildes familias, por falta de medios económicos, no podían comprarles sillas de ruedas, así que el jesuita, junto con otro compañero suyo, idearon el modelo de silla de ruedas “todo terreno” (sillas Mekong).

Los niños y jóvenes discapacitados aprendieron a construirse sus propias sillas con un presupuesto y material mínimo, y así pueden moverse con libertad.

Además de estudios, en el centro también ofrecen deportes como taekwondo, fútbol, música tradicional, danza…

Ayuda médica a todo aquel que la necesite

La labor humanitaria de Kike Figaredo y la ONG Sauce en Camboya también brinda servicios médicos a pacientes que no pueden acceder o pagar la atención médica.
"A día de hoy, el sistema sanitario de Camboya se ve desafiado por la pobreza, la falta de agua potable, unas débiles normas de saneamiento y la falta de apoyo del gobierno. Intentamos dar acceso a todas las personas a servicios de salud", afirman desde la web de la ONG.

Entre sus proyectos, se encuentran el Centro de Rehabilitación La Paz en el que un equipo, formado mayoritariamente por jóvenes con discapacidades físicas, ofrece tratamientos de rehabilitación para enfermos sin recursos a través de masajes, acupuntura y ejercicios de rehabilitación para mejorar su calidad de vida.

El Centro de salud “Pet Yiey Chi” (Hospital de las Hermanas) ofrece servicios médicos gratuitos y acepta a pacientes con graves dolencias, muchos de los cuales no tendrían acceso, de otro modo, a la atención sanitaria básica.
Asimismo, el centro de salud ofrece varios servicios secundarios como comida, transporte y acogida de enfermos desamparados o de localidades remotas. Este último año, han atendido a más de 5.000 pacientes en centros de salud, más de 3.500 pacientes visitados en sus comunidades y han aumentado en 30 personas más su personal sanitario.

Otra de las zonas del centro donde trabaja Irene Urdangarin como voluntaria es la "Priest House" o "casa del sacerdote", donde se realizan diversas labores con los niños discapacitados del centro.

La torre de la campana, también utilizada como teatro y capilla, es un lugar de encuentro para todos los habitantes de la zona.

La danza es una de las actividades más apreciadas del país.

Aquí vemos a Kike Figaredo junto a la figura de la "Virgen inclusiva", ideada por él mismo. "Cuando estaba en los talleres trabajando con los discapacitados, fuimos capaces de crear el Cristo y la Virgen del amor inclusivo. Bajo su gran manto tiene cinco niños: uno con una flauta, para la alegría; otro con un libro, para la sabiduría; otro con unas flores, hablando del amor; otro dando un abrazo que representa la solidaridad y el último, en silla de ruedas por la inclusión social, lleva en las manos la paloma que es la paz", afirmó en una entrevista.

Otra imagen de los jardines de la zona donde trabaja como voluntaria Irene Urdangarin.
El bar "español" al que se escapa Irene Urdangarin en Camboya

Pero como no todo va a ser trabajar, la hija de Cristina y Urdangarin también se escapa en ocasiones a The Lonely Tree Café, un restaurante de comida variada camboyana y española de calidad y a muy buen precio.

El personal que trabaja aquí son afectados por las minas antipersona y en su carta se pueden encontrar platos como la tortilla española y el gazpacho.

En este café puedes encontrar ropa y artesanías realizadas por las personas afectadas por las minas antipersona con las que trabaja el centro.

Sin duda, un buen plan para que Irene Urdangarin y el resto de los voluntarios desconecten después de una dura jornada dedicada al trabajo más bonito del mundo: ayudar a los demás.