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Jaime Peñafiel nos cuenta el día que don Juan Carlos se vengó de Isabel II

El protocolo tiene sus normas, pero la mismísima reina de Inglaterra se lo saltó al negarse a ir a recibir al rey Juan Carlos al aeropuerto de Londres, un desaire imperdonable que no quedó impune

Felipe VI joven cenando con la reina Isabel II de Inglaterra y el rey emérito Juan Carlos I

Cuando Isabel visitó España en 1988, el emérito envió a su hijo Felipe a recibirla. Él esperó en El Pardo, donde se celebró una cena.

Jaime Peñafiel
En esta sección, Peñafiel analiza cada semana a los personajes más fascinantes del mundo del corazón y cuenta historias y anécdotas, muchas de las cuales vivió en primera persona

En esta sección, Peñafiel analiza cada semana a los personajes más fascinantes del mundo del corazón y cuenta historias y anécdotas, muchas de las cuales vivió en primera persona.

Recientemente, la opinión pública española mostró su indignación por la presunta humillación que el soberano alauita había infligido al presidente del Gobierno de España, con motivo de la visita oficial de éste al reino de Marruecos. Pero es obligado por mi parte y en honor a la verdad, reconocer que el comportamiento de Mohamed VI fue el que tenía que ser según el protocolo.

Y, es que, como escribe el compañero Josemi Rodríguez-Sieiro: "Mohamed sólo trata con los de tú a tú, o sea, con los jefes de Estado, ya sean reyes o presidentes de repúblicas". Se trata simplemente de las reglas del protocolo que se establecen en todos los países para actos oficiales entre iguales. Y en la cumbre marroquí no existía tal igualdad. Por lo que el Rey no tenía por qué interrumpir sus vacaciones para encontrarse con un jefe de Gobierno, que no jefe de Estado, que en nuestro país lo es el rey Felipe VI.

Los Reyes fueron recibidos por los príncipes de Gales

Siempre recordaré la visita oficial del rey Juan Carlos al Reino Unido, en abril de 1986. En aquella ocasión se produjo un grave y tremendo error de protocolo. Los Reyes españoles fueron recibidos, contra toda lógica, en el aeropuerto de Heathrow por los entonces príncipes de Gales, Carlos y Diana, mientras la reina Isabel decidió esperarles en Windsor.

A don Juan Carlos no le agradó aquella actitud. Lo normal hubiera sido que Isabel II acudiera personalmente a recibirles. Y menos le agradó que yo escribiera una crónica contando tal desaire.

Aunque tuvieron sus más y sus menos por el asunto de la luna de miel, Lady Di y los reyes eméritos siempre mantuvieron una magnífica relación.

Aunque tuvieron sus más y sus menos, Lady Di y los reyes eméritos siempre mantuvieron una magnífica relación.

El Rey emérito, no obstante, se vengó, comportándose de igual manera cuando, en octubre de 1988, la reina Isabel II llegó a Madrid en visita oficial. Hasta entonces, don Juan Carlos acudía siempre al aeropuerto de Madrid-Barajas para dar la bienvenida a sus invitados. Pero, en aquella ocasión, envió al entonces Príncipe de Asturias, hoy Felipe VI, a recibir a la soberana inglesa y a su esposo, Felipe de Edimburgo, en el aeropuerto, para acompañarles al palacio de El Pardo, donde él y doña Sofía les esperaban.

A su graciosa majestad, maldita la gracia que le hizo este recibimiento en el que fue su primer y único viaje oficial a España. Es que a un rey o a una reina tiene que recibirles un igual.

"¡Ni Juanito ni hostias!", espetó el Rey

Antes de este rifirrafe con Isabel II, en 1980, durante un viaje a Indonesia, don Juan Carlos ofreció una recepción a la reducidísima colonia española en la Embajada en Yakarta. Y mientras se estaba celebrando este encuentro, al entonces ministro de Exteriores, Pedro Pérez Llorca, no se le ocurrió otra cosa, desafiando las normas del protocolo, que organizar, en un rincón, una rueda de prensa para hablar del éxito del viaje.

Viendo aquella descarada falta de respeto, Juan Carlos se dejó llevar por la cólera mientras dirigía incendiarias miradas al grupo que formaban el ministro y los periodistas. Cuando no pudo más, dejó a los españoles invitados con la palabra en la boca y, enfadado con la prensa, se fue a la salida. Al pasar junto a mí y Oneto nos gritó lleno de ira: "¡Esto no se me puede hacer a mí! Es la última vez que vais a viajar conmigo", mientras, la pobre Sofía, corriendo tras él, le suplicaba: "¡Juanito, Juanito!". A lo que él respondió, antes de abandonar el salón con un portazo: "¡Ni Juanito ni hostias!".

Un monarca con mucho carácter

El expresidente del gobierno de España Zapatero y el rey emérite Juan Carlos en Chile junto a Hugo Chávez, cuando el rey dijo Por que no te callas

En el 2007, en Chile, Juan Carlos nos regaló una anécdota, hoy célebre, cuando se dirigió al presidente de Venezuela diciendo: "¿Por qué no te callas?".

Y hablando de Juan Carlos y su carácter, es imposible no mencionar cómo se saltó el protocolo en la cumbre Iberoamericana del 2007, en Chile. El emérito, en un momento que pasó a la historia, perdió los papeles dirigiéndose al presidente de Venezuela con aquella frase impropia de un Rey. "¿Por qué no te callas?", le espetó a Hugo Chávez por las continuas interrupciones que hacía al presidente José Luis Rodríguez Zapatero.

El abrazo que escandalizó a toda Inglaterra

Isabel II abrazada por Michelle Obama.

En su visita oficial al Reino Unido en el 2009, la ex primera dama de EEUU Michelle Obama se saltó la norma de no tocar a la reina.

Mi compañero y tocayo Jaime Campmany solía decir que "el protocolo es un coñazo, pero son las formas". Y saltárselo puede generar polémicas y escandalizar a propios y a extraños. Como le ocurrió a Michelle Obama, la esposa del presidente de EEUU, que abrazó inesperadamente a la reina de Inglaterra en el transcurso de una audiencia en el 2009, escandalizando a todo el país.

Aunque todo el mundo esperaba que la primera dama norteamericana causara sensación, la inusitada muestra de afecto dejó perplejos a los británicos, porque iba en contra de todas las normas del protocolo, que pueden resumirse en una: "No tocar a la reina".

La propia Michelle reconoció que, cuando entró en Buckingham, tenía todas las normas en su cabeza. Pero le pudieron los nervios. "Y, de repente, al ver a la Reina, pensé que éramos sólo dos mujeres cansadas y que el protocolo era una basura", reconoció.

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