Luis Font, de Locomía, regresa y critica duramente a su hermano: "Es un terrorista emocional"
Renacido de sus cenizas, el co-fundador de Locomía vuelve dispuesto a no callarse nada, y hablado con nosotros de su pasado en el grupo, de su pelea con su hermano, y de la gran depresión que ha superado
Luis Font, en la première del documental de Locomía.
Los hermanos Luis y Xavier Font conocieron el éxito agitando abanicos con su banda Locomía y, durante años, fueron uno de los grupos más aclamados del país.
Pero Xavier, que en 2022 concursó en la primera edición de 'Pesadilla en el paraíso', terminó por expulsar de la formación a su propio hermano, que debido a esto cayó en una profunda depresión. Ha sido para él una época en la que se ha definido como "un zombie": Luis ha vivido los últimos 27 años sumido en un infierno del que ahora ha levantado cabeza... ¡y de qué forma!
El que fuera integrante de la formación original de Locomía ha hablado con Pronto.es y se ha sincerado sobre los momentos más oscuros de su pasado, su renacer... y la polémica relación con su hermano.
Luis Font, durante su época en Locomía. Foto cedida por él.
"Yo no salí del grupo, me obligaron a salir"
PRONTO.es: ¿Cómo lleva alguien haber conocido el éxito tan joven y haber sido apartado del grupo de esa manera?
LUIS FONT: Imagínate. Tenía 15 años, no estaba hecho en ninguno de los aspectos. Yo salí de mi casa, de un pueblo muy pequeñito de Barcelona, sin haberme formado, a un mundo lleno de fantasía, magia y glamour que era Locomía. Yo venía de Chanquete, Marco y Heidi, y de repente me hablaba gente como Sydney Pollack o la duquesa de Alba. Yo era un niño, pero un niño de 2 metros y guapísimo, todo esto lo he visto ahora y lo analizo como si no fuera yo. Pese a todo, qué bonito todo lo que he vivido a pesar del peaje tan alto que he pagado.
Luis y Xavier Font, con la formación original de Locomía.
P.: ¿Cómo viviste el éxito de Locomía ya fuera de la banda “desde la barrera”?
L.F.: Lo viví todo desde el prisma de un niño. Yo no salí del grupo, me obligaron a salir. Era un niño hipersensible, hiperactivo, que vive todo eso de la mano de la persona que supuestamente tenía que protegerte, que era tu hermano, y no fue así. A mí se me inculcaron unos valores y una manera de trabajar que no eran las que ellos predicaban: yo me siento una persona grupal, no sólo en lo laboral, sino en la vida. Me gusta rodearme de gente buena. Recibí la peor puñalada que se puede recibir, la de tu propio hermano, la persona que comparte contigo ADN, y la cual idolatraba. No sólo me robaron lo que me hacía vivir, por lo que yo había luchado día a día, bailando cada noche tomando solo zumo de piña, imagínate… No sólo me robaron mi lugar, pretendieron robar mi identidad. Te quitan tu lugar y disfrazan a alguien que se acerca a ti, pero no eres tú. Hicieron un boceto mal hecho de mí.
Luis Font, en concierto. Foto cedida por él.
P.: En términos laborales… ¿guardas rencor a tu hermano?
L.F.: Cuando se viene del tremendo dolor que he venido yo, de ser un zombie durante 27 años, cuando uno se reconstruye hay que hacerlo desde lo más profundo. No puedo hacerlo con dolor, rabia u odio, lo hago de manera limpia. Me robaron todo, he dormido en la calle… pero lo peor que me han robado ha sido el tiempo, eso es irrecuperable. Cuando uno hace una retrospección tan profunda, lo primero es sacar lo tóxico para fuera. Me ha costado 27 años sacar de mi vida a mi hermano porque es una persona con la que comparto ADN, a la que idolatraba y era leal. No le guardo rencor, le guardo algo peor: indiferencia. Ahora por fin puedo hablar desde esa indiferencia que me deja verbalizar mis sentimientos.
"Me han robado mi momento, mi dinero... pero no mi esencia"
P.: ¿Lo consideras culpable de la depresión que has sufrido?
L.F.: Cada uno es consecuente de sus circunstancias. Y no busco ni culpables ni rencores… pero él fue ya no un maltratador, sino un terrorista emocional y familiar. Eso es lo que yo siento a día de hoy, así lo puedo definir, pero no desde el rencor, sino desde la realidad más absoluta. De verdad, tengo indiferencia, ni rencor ni odio, porque eso no sería bueno en este Luis reconstruido. Me han robado mi momento, mi dinero, me han chuleado tres años de mi vida… pero no me han quitado mi esencia.
P.: ¿Qué te hizo resurgir tras haber tocado fondo?
L.F.: El niño que tengo dentro. Antes me enfadaba cuando me decían que era como un niño, ahora sonrío. Ser un niño no es ser un inmaduro, antes me sentía avergonzado, y hasta hoy en día arrastro eso. No sé si soy feliz, pero hoy lo que no soy es un zombie. No necesito a nadie para vivir porque yo he sobrevivido. Precisamente empecé a vivir, a levantar cabeza, en plena pandemia, con un proceso muy duro y muchas recaídas anímicas. He vuelto a Madrid, donde empezó mi decadencia, porque tenía que afrontar muchas circunstancias, y ahora estoy tan abierto a cualquier estímulo creativo que estoy todo el día creando: abanicos, ropa...
Luis Font, en la actualidad.
P.: ¿En qué punto de tu vida estás ahora?
L.F.: Este año he estado de retiro en Jaén, formando muchos proyectos, entre ellos, mi propio local del que ya tengo la patente. He vuelto de Jaén porque ha salido el proyecto de una película del grupo, pensando que a ver si este hermano que tengo ha evolucionado… ¡pero ha ido a peor! Es el que se ha beneficiado más económicamente del documental y de la película, yo vine para afrontar este proyecto, le llamé hace tres meses y no me ha contestado, porque no le interesa. La oferta que me ha hecho la productora para contar mi vida ha sido de risa, pero lo que no se esperaban es que me fuera a un bufete de abogados. Siempre he tratado de no molestar a nadie, pero ahora eso lo he cambiado, me estoy moviendo yo solo. Mejor que yo, quién me va a vender. He salido de un camino muy oscuro en el que pierdes todo, te dejas de asear, tu sexualidad… ¡cómo vas a mantener tu vida si estás destruido! Ahora estoy en el punto de mi vida de divertirme, de disfrutar y exprimirlo todo segundo a segundo.
Luis Font: "No he cobrado royalties de Locomía"
P.: ¿Qué te ha llevado justo ahora a hablar de tu pasado tras dejar Locomía?
L.F.: Ha sido la consecuencia. Yo podía haber hablado mucho antes de todo esto, pero la lealtad, el compartir ADN, el no saber explicarme… No he cobrado royalties ni de discos ni de Locomía, pero los verdaderos artistas trabajan por amor al arte ¡y yo soy un artistazo! (risas). Al final la vida es muy justa, así que ya que hablo, lo hago ahora ¡y que se entere todo el mundo! Después de tantos años yo no tengo una herida, soy un propio quiste en mí mismo. No te recuperas de esto, pero lo aligero contándolo. Pero no todo ha sido malo: la vida es tan justa que me ha dado regalitos en forma de personas. Tengo amigos maravillosos, me han pasado cosas estupendas, con gente que en ese momento me arropaba el alma. En eso me he sentido afortunado, y ahora estoy haciendo lo correcto.
P.: ¿Qué piensas del documental de tu grupo, que os ha vuelto a poner en el ojo público?
L.F.: Me costó mucho verlo. El señor que lo ha potenciado y creado (se refiere a su hermano, Xavier Font) ha sido para beneficiarse él, nada más. Yo en el documental he contado la verdad, pero no he contado ninguna aventura, las he obviado, porque siempre pienso que se va a volver a unir el grupo… pero ha sido peor, estúpido de mí. No podía ser el que soy por lealtad. Todavía no he contado nada de lo que me ha hecho ese señor, pero seguramente me veré abocado a ello. Me debe dinero y, si fuera un hermano normal, se me olvida, pero no me voy a callar nada.
P.: ¿Cómo afrontas el futuro? Cuéntanos tus próximos proyectos laborales
L.F.: Yo no afronto el futuro, vivo el presente. Vengo de no tener ni futuro ni presente, sólo un pasado. Profesionalmente tengo muchos proyectos, me he dedicado a la hostelería y quiero abrir mi propia cafetería para atenderos con hombreras, broches, zapatos y una comida de gran calidad. Además, estoy diseñando trajes para volver a mis raíces, que es bailar, tomando mis zumos de piña, donde yo era feliz. Quiero hacer musicales y explorar mi parte actoral, pero sobre todo quiero ser feliz y disfrutar del día a día, porque me lo merezco.
