Los pueblos más misteriosos de España
Psicofonías, hombres lobo y aquelarres son algunas de las leyendas que pesan sobre varios municipios de nuestro país, destinos imprescindibles para los amantes de lo paranormal
Cuenta la leyenda que Dios, conmovido por la tristeza de San Andrés de Teixido, un pueblo de La Coruña, que se lamentaba de que nadie visitaría su templo al estar en un lugar tan inhóspito, decidió ayudarle con una curiosa concesión. "Desde hoy, nadie ha de entrar en el reino de los cielos sin antes haberte visitado. Y si no lo hiciera en vida, habrá de acudir de muerto", le explicó el Todopoderoso. "Vai de morto o que non foi de vivo", se dice, desde entonces. Eso sí, reencarnados en sapos, serpientes o culebras.
Este pequeño pueblo fue protagonista de la historia más cruenta de la Guerra Civil, en la que 5.000 habitantes murieron y la localidad quedó arrasada. Desde entonces, la leyenda de que los fallecidos en esa batalla vagan por esta aldea fantasma atrae a miles de turistas cada año, fascinados por el misterio paranormal que la rodea.
Este pequeño pueblo jienense atrae la mirada de propios y extraños desde 1971, cuando en la cocina donde María Gómez Cámara tenía su fogón, apareció una extraña mancha con la forma de una cara, que dio paso a otras más. Aunque se descubrió que fue un fraude, y que fueron realizadas con nitrato de plata, no ha impedido que muchos seguidores de lo parapsicológico peregrinen allí para visitar esas extrañas formas.
Hay una narración que explica que un hombre pez habitó esta villa en el siglo XVII. Su nombre era Francisco de la Vega y, siendo un niño, se perdió en el mar hasta que, cinco años después, lo encontraron en la costa de Cádiz, con aspecto frágil y una cinta de escamas que le descendía de la garganta hasta el estómago. Devuelto a su hogar en Liérganes, desapareció para siempre tras nueve años allí.
Esta aldea de Orense es conocida por uno de sus vecinos, Manuel Blanco Romasanta, quien, en el siglo XIX, cometió, al menos, 13 asesinatos, cuyas víctimas eran mujeres y niños. Romasanta alegó que, por la maldición de una bruja, se convertía en hombre lobo, y por instinto cometía todas esas atrocidades.
En las cuevas de este pueblo navarro se dice que, en el siglo XVII, se reunían brujas para realizar aquelarres. Y los vecinos, por miedo a la Santa Inquisición, realizaron un aluvión de denuncias. Cerca de 40 habitantes fueron acusados de brujería y 6 de ellos, quemados vivos. Sólo eran naturistas y fueron víctimas de la ignorancia de la época.