Infecciones respiratorias: ¿cuándo hay que acudir al médico?
Las bajas temperaturas nos hacen más vulnerables a las infecciones respiratorias. Así puedes mantenerte alerta

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Las infecciones respiratorias, cuya incidencia se eleva en estos meses invernales, suelen estar ocasionadas por virus o bacterias que se instalan en las vías respiratorias altas –nariz, garganta, tráquea y bronquios– o bajas –los pulmones–. Algunas de ellas comparten síntomas.
Conoce un poco más sobre ellas y cuáles son los principales signos de alarma.

El resfriado común se produce por un virus. En la mayoría de los casos no suele revertir gravedad y no se alarga más allá de una semana. Genera congestión nasal, estornudos, tos, dolor de cabeza y malestar general. La fiebre no suele estar presente, pero, ocasionalmente, pueden aparecer unas décimas.
Procura mantener un buen nivel de hidratación, realizar lavados nasales con suero fisiológico para eliminar la mucosidad y la congestión que ésta produce. En principio sólo hay que acudir al médico si hay dolor de oído, dolor de cabeza intenso o fiebre alta.
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En este caso, al producirse una inflamación de la mucosa de la faringe, el dolor de garganta suele ser el síntoma principal. Cuando la faringitis es bacteriana es más habitual que la fiebre sea alta. Pero en la mayoría de casos suele deberse a un virus. Además de fiebre, puede haber mucosidad, tos, dolor de cabeza, ronquera y malestar general.
Es importante consultar cuando el dolor de garganta es muy intenso, persiste más de tres días y la temperatura es superior a 38 grados.

Es una inflamación de los senos paranasales (cavidades situadas detrás de la frente, los huesos de la nariz, las mejillas y los ojos). Puede ser bacteriana, vírica –la más frecuente– y por hongos. Suele haber congestión nasal, dolor de cabeza, sensación de opresión facial y molestias al presionar las mejillas, alrededor de los ojos o la nariz. Puede presentarse tos, disminución del sentido del olfato y fiebre.
Es importante acudir al médico, sobre todo si los síntomas permanecen más de una semana y la fiebre persiste.

Está ocasionada por el virus de la influenza. La fiebre suele ser más alta y el malestar general más intenso que en el caso del resfriado. Puede haber complicaciones en niños, personas de más de 60 años no vacunadas y quienes sufren enfermedades crónicas.
Hay que consultar si aparece una sensación de ahogo, vómitos o diarreas persistentes o la fiebre no remite con antitérmicos.

Se debe al virus SARSCoV-2. Aunque puede depender de la variante del Covid, suele cursar con dolor de garganta, de cabeza, tos, voz ronca, fatiga y molestias musculares entre otros síntomas. Puede haber fiebre y modificaciones en la percepción del gusto y el olfato.
Los principales signos de alarma son la sensación de ahogo, el dolor en el pecho y que la fiebre permanezca más de 48 horas.

En esta infección respiratoria se inflaman los conductos bronquiales y el síntoma más común es la tos productiva que suele empeorar por la noche. Puede haber dolor en el pecho, pitidos al respirar, fatiga, dolor de garganta y fiebre.
Se ha de consultar al médico si la temperatura supera los 38 grados y si se siente falta de aire.

Puede dar síntomas similares a la bronquitis aguda, pero, en este caso, la enfermedad respiratoria afecta el tejido pulmonar. Puede deberse a virus (como el de la gripe o el SARS-CoV-2), a una bacteria o incluso a un hongo. Suele cursar con tos con moco o sin, fiebre, escalofríos, dolor torácico y ahogo.
Es importante acudir al médico si sospechamos que podemos tener esta enfermedad y más si hay dificultad respiratoria y dolor costal.
Cómo tratar las infecciones respiratorias

Aunque depende del tipo de infección y del estado del paciente, en muchos casos el tratamiento será sintomático mediante fármacos que ayuden a bajar la fiebre, a calmar la tos y el malestar general. El médico puede optar por realizar pruebas como una radiografía de tórax para comprobar el grado de afectación de las vías respiratorias. También puede considerar necesaria una analítica de sangre y someter a la persona a una pulsioximetría para medir los niveles de oxigenación en sangre.
A veces pueden ser recomendables los bronquiodilatadores para ensanchar las vías respiratorias y facilitar la respiración o la oxigenoterapia para mejorar el nivel de oxigenación si los pulmones no están realizando bien esta función.
Conviene recordar que los antibióticos no suelen ser efectivos cuando la patología es de origen vírico.
Qué hacer y qué no para prevenir las enfermedades respiratorias y sus complicaciones

Protégete del frío. Abrigarse ayuda a mantener la temperatura corporal y con ello a prevenir una bajada de defensas. Vístete por capas: la primera ceñida con un tejido transpirable como el algodón, la segunda que aísle y la tercera que mantenga el calor. Ponte gorro y guantes.
Evita el estrés. Un estado de alerta continuado disminuye la capacidad defensiva del cuerpo.
Vacúnate. Las vacunas son una de las mejores formas de prevenir y de frenar las complicaciones de distintas enfermedades respiratorias. Acude al pediatra para que vacune a tu hijo y consulta con tu médico de cabecera la necesidad de vacunarte o revacunarte contra el coronavirus y la gripe.
Hidrátate. Además de llevar una dieta equilibrada rica en frutas y verduras, procura beber entre 2 y 2,5 litros de agua al día. Puedes combinarlo con caldos o infusiones. Estar hidratado ayuda a prevenir y a recuperarse de estas enfermedades.