Hipertensión: los riesgos de no tenerla bien controlada
Afecta al 65% de los mayores de 60 años, pero vivir con este problema puede tener graves consecuencias y por eso hay que tomar medidas para normalizar la presión arterial
Según la OMS, en el mundo hay 1.280 millones de adultos de 30 a 79 años con hipertensión, pero se diagnostica y trata a menos de la mitad (el 42%) y sólo uno de cada cinco adultos hipertensos (el 21%) tiene controlado el problema.
Esta enfermedad, a pesar de ser una de las más fáciles de diagnosticar –basta con medir la tensión arterial periódicamente–, es la principal causa de muerte prematura en el mundo.
Tensión: la máxima y la mínima
El corazón bombea la sangre para que ésta circule por las arterias hacia los diferentes órganos del cuerpo. La fuerza que esa sangre ejerce contra la pared arterial es lo que se conoce como presión arterial y se mide en dos cifras: el momento de presión máxima es el del latido y se denomina sistólica, y el momento de presión mínima se da en el descanso entre dos latidos y es la denominada diastólica. Si la tensión sistólica es igual o superior a 140 mmHg y la diastólica a 90 mmHg, se habla de hipertensión.
Hábitos como una alimentación rica en sodio y ultraprocesados, la obesidad y el sedentarismo provocan el estrechamiento de las arterias (lo que reduce el flujo de sangre y oxígeno) y obligan al corazón a ejercer más presión para que la sangre circule. Eso aumenta las probabilidades de padecer un ictus, un infarto de miocardio o un fallo renal, entre otras complicaciones.
¿Cómo afecta a los diferentes órganos la hipertensión?
Cerebro. En los casos más graves, la tensión arterial alta no controlada es un factor importante de riesgo de ictus. Una revisión de diferentes estudios con 600.000 pacientes concluyó que por cada disminución de 10 mmHg en la presión arterial, la probabilidad de ictus se reducía en un 20% y la de ictus isquémico (el más común), cuando la arteria cerebral queda obstruida, en un 27%.
Corazón. La presión arterial alta no controlada puede favorecer un infarto de miocardio, si bien la complicación más frecuente es la insuficiencia cardíaca, una afección crónica en la que el corazón no logra bombear suficiente sangre al resto del cuerpo. La mayor presión también provoca que la pared de la cámara de bombeo principal del corazón se agrande. Es la llamada hipertrofia ventricular izquierda que, si se mantiene en el tiempo, dificulta la función de este órgano.
Riñón. Si la hipertensión no se controla, puede dañar los vasos sanguíneos más pequeños de los riñones impidiendo que este órgano realice su función de filtrado y provocar una insuficiencia renal crónica.
Vista. Puede afectar a las arterias de la retina y provocar una disminución de la visión. Es la llamada retinopatía hipertensiva.
Órganos reproductores. Se calcula que el 14% de los varones hipertensos sufre disfunción eréctil. Cuando la hipertensión arterial no está controlada, el daño vascular que provoca disminuye la cantidad de sangre que llega al pene, lo que dificulta la erección.
Cómo mantener a raya la tensión
Hábitos saludables. En el caso de la hipertensión moderada y de la secundaria (que aparece como consecuencia de otras enfermedades), un plan recomendado por el especialista de dieta y ejercicio físico puede ser suficiente.
Tratamiento con fármacos. En los casos en que la dieta y el ejercicio no sean suficientes, el médico decidirá la medicación adecuada y la dosis para evitar cualquier complicación. La reducción de la presión arterial no es inmediata, así que es necesario esperar un poco, pero cuando se haya normalizado no hay que dejar la medicación. Es necesario cumplir estrictamente el tratamiento e intentar tomar siempre las pastillas a la misma hora, bien por la mañana o por la noche –los resultados de un estudio presentado en el Congreso Europeo de Cardiología, han desmentido que por la noche sean más efectivas, como se creía–. Por otro lado, la medicación no exime de seguir las recomendaciones de dieta y ejercicio si se quieren evitar riesgos.
Recomendaciones para controlar la hipertensión de forma eficaz
Ejercicio. Se aconseja caminar, nadar, ir en bicicleta, correr, etc., es decir, ejercicio aeróbico de forma regular (tres días como mínimo por semana, y de 20 a 30 minutos al día). El plan deportivo debe ser individualizado, teniendo en cuenta la edad, si hay enfermedades que lo contraindiquen, etc.
Estrés. Ante situaciones de estrés, el cuerpo produce una elevación de ciertas hormonas, y éstas aumentan temporalmente la presión arterial. Evita exigirte demasiado, dedícate unos minutos cada día a relajarte, sal a caminar, haz actividades lúdicas, etc. Descubre aquí cómo hacer frente al estrés.
Alimentación sana. La dieta DASH (enfoques dietéticos para detener la hipertensión), creada a finales de los años 90, y la dieta mediterránea son las mejores según los expertos para ayudar a regular la hipertensión. En ambas el consumo de frutas, verduras y lácteos bajos en grasa asegura el aporte de minerales, como el potasio, el calcio o el magnesio, que ayudan a reducir la tensión.
Sobrepeso. La obesidad puede elevar la presión arterial desde la infancia. Cuando una persona gana peso, la presión tiende a subir y al adelgazar, a menudo baja. Por otro lado, aunque no tengas sobrepeso, es importante que midas regularmente tu cintura, ya que el riesgo de hipertensión aumenta si el perímetro abdominal es superior a 102 centímetros, en los hombres, y a 89 centímetros, en las mujeres. Aquí te contamos cómo evitar el sobrepeso.
Mide tu presión. Puedes hacerlo en casa o en la farmacia. Eso sí, como cambia a lo largo del día, siempre a la misma hora. Si se toma en casa, la Fundación Española del Corazón recomienda hacer tres mediciones, separadas una y otra al menos uno o dos minutos. La cifra válida será la media de las dos últimas medidas (desechando la primera).
La buena noticia: se puede prevenir
Mejorar determinados hábitos contribuye a evitar que se desarrolle la enfermedad.
Reduce la sal. La OMS recomienda consumir menos de 5 g al día(un poco menos que una cuchara de té). Evita recurrir a las pastillas de caldo de carne o pescado y para dar más sabor, usa hierbas o especias.
Evita el tabaco y el alcohol. Uno de los factores más decisivos para mantener la presión arterial en cifras normales es evitar el tabaco. De hecho, dejar de fumar consigue a corto plazo el descenso de la presión arterial. En el caso del alcohol, el consumo excesivo es una de las causas más habituales del aumento de la presión arterial. Descubre aquí cómo dejar de fumar.
Cuida el descanso. Si el sueño se ve interrumpido, las cifras de tensión arterial se mantienen más altas durante la noche –en cambio, mientras dormimos la frecuencia cardíaca disminuye y también la presión arterial–. Para favorecer el descanso nocturno, evita las pantallas y el ejercicio antes de ir a dormir, no te acuestes con hambre ni después de una cena copiosa, recurre a aceites esenciales (lavanda, bergamota, mandarina...) con propiedades calmantes, etc.