Contracturas: así puedes acabar con el dolor y las molestias
No sólo los deportistas las sufren. Las personas que, por su trabajo, están obligados a realizar gestos repetitivos también son propensas, así como todas aquellas que adoptan malas posturas o tienen hábitos sedentarios. Para evitarlas, conviene mantener la musculatura fuerte y flexible
Seis de cada diez personas suelen sufrir contracturas con frecuencia. Molestas y muy frecuentes, el uso excesivo de dispositivos electrónicos (móvil, tabletas, etc.) ha aumentado su incidencia. Para aliviar el dolor y evitar su reaparición, es necesario revisar algunas de nuestras costumbres.
Una disfunción muscular
Los músculos, cuando se encuentran en reposo, están totalmente relajados, únicamente se contraen al ponerse en movimiento. La contractura tiene lugar cuando se tensan de forma permanente.
Síntomas
Los más importantes son el dolor y la limitación de movimientos. También, al palparse la zona afectada, se suelen notar nudos o abultamientos o bien zonas más tensas de lo normal. Cuando aparecen en la zona cervical, pueden sufrirse, además, mareos y vértigos. En algunas ocasiones, las contracturas son latentes, es decir, no producen molestias y se manifiestan únicamente en determinadas situaciones (en momentos de estrés, al realizar movimientos bruscos, etc. ).
Dónde aparecen
En teoría, pueden presentarse en cualquier lugar del cuerpo, pero es más habitual que lo hagan en la columna vertebral, ya sea en la zona cervical, dorsal o lumbar.
Factores de riesgo
Las contracturas afectan, sobre todo, a las personas sedentarias que, de forma puntual, realizan un esfuerzo físico (hacer ejercicio, levantar pesos, etc.), ya que la falta de actividad física provoca atonía muscular. También son habituales en deportistas (sobre todo de alto nivel), que fuerzan en exceso un determinado músculo; en profesionales que pasan muchas horas repitiendo el mismo gesto (es frecuente, por ejemplo, en personas que trabajan ante un ordenador), y en personas mayores, debido a la pérdida progresiva de elasticidad de los músculos.
Qué hacer si sufres una contractura
Por regla general, las contracturas, aunque molestas, suelen ser de carácter leve y se resuelven de forma espontánea. Por esta razón, la mayoría de opciones terapéuticas van encaminadas a aliviar el dolor y acelerar la curación.
Reposo
Si el dolor es acusado, la primera medida será no forzar en exceso la zona afectada. En algunos casos y sólo si el especialista lo considera necesario, será preciso inmovilizarla.
Aplicación de calor seco
Es la medida más habitual, ya que relaja la musculatura, reduce la rigidez y alivia el dolor. Se pueden utilizar esterillas eléctricas, bolsas de agua caliente, almohadillas terapéuticas (están rellenas de hierbas y se calientan en el microondas), etc. Es importante, sin embargo, aplicarlas durante un tiempo máximo de 15 minutos, realizando descansos entre aplicación y aplicación.
Duchas de contraste
Consiste en usar de forma alterna agua caliente y fría sobre la zona afectada. La diferencia de temperatura activa la circulación sanguínea y mejora el estado general de la musculatura.
Fármacos
Si el dolor es muy acusado, puede tomarse un antiinflamatorio como, por ejemplo, ibuprofeno, ya que, además de aliviar el dolor, relaja la musculatura y reduce la contracción. Otra opción es aplicar directamente cremas o geles de acción analgésica.
Masajes descontracturantes
Es la forma más rápida y eficaz de acabar con las contracturas, siempre y cuando los realice un profesional, de lo contrario, pueden resultar contraproducentes. Los masajes ayudan a ablandar y relajar la zona, estimulan la circulación y ayudan a eliminar las sustancias tóxicas que suelen acumularse en la zona afectada.
Remedios naturales
Además de proporcionar un rápido alivio, pueden ayudarnos a reducir los fármacos que tomamos de forma habitual. La crema de árnica, por ejemplo, tiene efecto calmante. Las infusiones de ulmaria, romero, cardo mariano o harpagofito también resultan muy eficaces, así como la aplicación de aceites de romero, tomillo o lavanda.
Baños calientes
Sumergirse en una bañera con agua caliente ayuda a calmar el dolor. Si, además, añadimos al agua un producto calmante como, por ejemplo, las sales de Epsom, el efecto será todavía mayor. Estas sales, fáciles de encontrar en tiendas de dietética, contienen magnesio y sulfatos y tienen propiedades antiinflamatorias. Se utilizan añadiendo 250 gramos en la bañera, con el agua bien caliente.
La dieta que ayuda a prevenir las contracturas
Hay una serie de nutrientes que protegen los músculos de las contracturas y otros trastornos.
POTASIO. Su déficit puede aumentar el riesgo de sufrir contracturas y espasmos musculares. Se encuentra en el plátano, la ciruela, la patata y los frutos secos, entre otros.
CALCIO. También juega un papel importante a la hora de fortalecer nuestra musculatura. Además de los lácteos, son ricos en este mineral el pescado y el marisco, las semillas de lino, la avena, la soja y el perejil.
AGUA. Muchas contracturas están provocadas por la deshidratación. Es necesario, por lo tanto, consumir una cantidad de agua suficiente (unos 2 litros diarios) para poder recuperar los electrolitos perdidos.
VITAMINA B. Los alimentos que la contienen relajan los músculos y alivian el dolor. La encontraremos en las verduras de hoja verde, los cereales integrales, las legumbres y los frutos secos.
MAGNESIO. Este mineral forma parte estructural de los músculos, por lo que resulta esencial para mantenerlos en buen estado. Está presente en el arroz integral, las semillas de lino y de calabaza, el cacao, etc.
Así puedes prevenir que te dé una contractura
Cuando se es propenso a este problema, es conveniente adoptar una serie de utilizar sillas ergonómicas, colchones adecuados, etc.
Evita realizar gestos repetitivos. La mayoría de contracturas son la consecuencia de determinados movimientos que realizamos a diario. Si no es posible evitarlo, por motivos deportivos o laborales, se aconseja llevar a cabo a diario una serie de estiramientos para contrarrestar su efecto.
Adopta una buena postura. Sentarse de forma inadecuada (ya sea en el trabajo, en el sofá, incluso durmiendo), provoca contracciones en la musculatura de forma continuada, por lo que conviene evitarlo.
Calienta antes de hacer deporte. Te ayudará a conseguir una temperatura muscular correcta y, de esta manera, evitar lesiones.
Muévete. Si sueles permanecer inactivo la mayor parte del día, es muy probable que, al menor esfuerzo, sufras una contractura. Es aconsejable, por lo tanto, realizar una actividad física de forma periódica.
Controla el estrés. La tensión nerviosa o los sentimientos de ira hacen que tensemos la musculatura de forma involuntaria, aumentando el riesgo de contracturas. Los ejercicios de relajación te ayudarán a prevenir su aparición.