Jane C. Wright: pionera en el tratamiento contra el cáncer
Esta doctora afroamericana, nacida en EEUU en 1919, es la responsable de que la quimioterapia sea, hoy, una terapia viable para los pacientes oncológicos
Lo de dedicarse a la Medicina le venía de cuna. Su abuelo ya lo hizo y su padre fue uno de los primeros afroamericanos en licenciarse en la universidad de Harvard, antes de crear la Fundación de Investigación del Cáncer del Hospital de Harlem (Nueva York). Así que en su casa a nadie le extrañó que la joven Jane C. Wright también siguiera este camino.
Lo que no imaginaban es lo lejos que iba a llegar y la importancia que tendría su trabajo, que la convirtió en la mujer que ayudó a cambiar el panorama de la oncología a mediados del siglo pasado.
Precursora en la aplicación de la medicina personalizada
Jane comenzó sus investigaciones en la fundación de su padre, en una época en la que la quimioterapia era considerada una parte de los cuidados paliativos más que una esperanza de curación. Pero ella y su equipo hicieron grandes avances hasta que, en los años 50, lograron sentar las bases para que esta terapia fuera un tratamiento viable para los pacientes oncológicos.
Ellos fueron de los primeros en utilizar derivados del gas mostaza como tratamiento contra el cáncer y en desarrollar catéteres para administrar medicamentos anticancerígenos en tumores de difícil acceso.
Jane también fue pionera de la medicina personalizada, ya que investigó acerca de la importancia de ajustar el tratamiento a las condiciones de cada paciente. Y, como quería asegurarse de que sus estudios mejoraran la atención clínica, hizo dos cosas.
La primera, como decana en el New York Medical College, fue desarrollar un programa para enseñar a los médicos a usar eficazmente la quimioterapia; y, la segunda, formar parte de la fundación de la Sociedad Americana de Oncología Clínica, para garantizar la difusión de los avances e investigaciones en este campo.
Wright, que se jubiló en 1987, habiendo escrito 135 artículos científicos y ganado múltiples premios y reconocimientos, como ser la primera mujer presidenta de la New York Cancer Society, murió en el 2013, habiendo dejado al alcance de millones de pacientes de cáncer una posibilidad de curación.