Invirtió en el santuario todos sus ahorros, en su afán por cuidar a animales abandonados o en peligro. Frank Cuesta pretendía poner el refugio a su nombre o al de sus hijos, pero, al no poder por las leyes tailandesas, decidió ponerlo en manos de su entonces mujer, Yuyee., Ahora, ella, le exige el pago de 225.000 euros en cuatro plazos, si no quiere perder el santuario.