Silvia Tortosa murió víctima del cáncer y el desamor
Carlos Cánovas, su última pareja, asistió al entierro en Barcelona

Silvia, que siempre conservó su belleza, en una foto de hace un par de años.
Nadie le explicó a Silvia Tortosa que el cáncer había reaparecido en su vida. Esta enfermedad que la quemaba por dentro se la llevó de este mundo el pasado sábado 23 de marzo, a los 77 años, en un hospital de Barcelona.
Al lado de su lecho de muerte estuvieron tres de las personas más incondicionales de su vida: su representante, Tony Aliaga; su mejor amiga, Ana Congost, y Chema Martín, un bailarín amigo suyo desde hacía décadas.
Su última pareja la dejó por otra mujer

Silvia Tortosa con su representante, Tony Aliaga.
Ninguno de ellos se separó de ella en las últimas horas de su vida, un final que fue tan rápido como inesperado. Tras haber superado un cáncer de mama, el fatal desenlace se produjo por una metástasis y un tumor de hígado, que le descubrieron sólo cinco días antes de morir, cuando se hizo unas pruebas.

Silvia Tortosa con Carlos Cánovas cuando eran pareja
Pero Silvia, que fuera reina del destape del posfranquismo, llevaba meses sufriendo otro mal del alma: el del desamor, ya que el año pasado rompió con su última pareja, Carlos Cánovas.
Los rumores apuntan a que él acabó la relación porque se cruzó otra mujer en su camino. A Silvia esa ruptura le rompió el corazón. Dicen los íntimos de la actriz que "ese hombre le hizo mucho daño y no se preocupó de ella después de la separación, incluso sabiendo de su mala salud y su desesperación".
Una muerte dulce, sin sufrimiento

Carlos Cánovas, ex marido de Silvia Tortosa, llegando al tanatorio de Les Corts para darle el último adiós
Por eso, cuando el día del funeral, el 25 de marzo, le vieron aparecer por el barcelonés tanatorio de Les Corts, muchos se extrañaron de su presencia, pero no es cierto, como se ha dicho en algunos medios, que le prohibieran la entrada al velatorio de los restos mortales de la artista.

Silvia Tortosa en su casa
Ana Congost nos explicó que "Silvia se marchó tranquila y en paz. No sabía lo del cáncer, pero en su fuero interno sabía que la vida se le iba. No es cierto que Silvia pidiera que, si se iba de este mundo, no dejaran asistir a Carlos a su entierro, pero aquella ruptura la hizo caer en una depresión, lo pasó muy mal".
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