Enfermedades autoinmunes: cuando las defensas atacan por error
En algunas personas, el sistema inmunitario se altera e identifica las células sanas como enemigas. A partir de ese momento empieza a agredir órganos o tejidos del propio cuerpo
Nuestro sistema inmunológico es una compleja red que defiende al organismo frente a las agresiones de bacterias, virus, parásitos, etc. Sin embargo, en algunas personas y por causa desconocida esas defensas se vuelven en contra del propio organismo y atacan a las células sanas. Se habla entonces de enfermedades autoinmunes. Prácticamente todas afectan a varios órganos o tejidos, por lo que se denominan sistémicas (EAS). Una de cada diez personas en nuestro país las padece y son más comunes entre el sexo femenino, como es el caso del lupus, que afecta a nueve mujeres por cada hombre.
¿Cuáles son las más frecuentes?
Se conocen 110 enfermedades autoinmunes, algunas más frecuentes, como la tiroiditis de Hashimoto, y otras muy poco habituales (como el síndrome antifosfolípido –del que se diagnostican unos cinco nuevos casos cada 100.000 habitantes y está entre las consideradas enfermedades raras–). Las más comunes son:
Lupus eritematoso sistémico. Es conocido por provocar lesiones en la piel, dolor e inflamación de las articulaciones (en el 90% de los pacientes), pero el riñón es otro de los órganos más afectados (el 30-50% de los enfermos).
Esclerosis múltiple (EM). Esta enfermedad autoinmune ataca al sistema nervioso central. Los síntomas son debilidad muscular, problemas de coordinación, con el habla, temblores, parálisis, etc. Es la principal causa de discapacidad en jóvenes y, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), la edad media es de 28 años. Tres de cada cuatro afectados son mujeres.
Artritis reumatoide. Provoca dolor, rigidez y deformaciones en las articulaciones, pero también fatiga, enfermedad pulmonar, anemia, etc. Es una patología muy incapacitante y que sufren casi 300.000 personas en España, y muchas son jóvenes.
Enfermedad celíaca. Las personas afectadas no toleran el gluten y, si consumen alimentos que lo contengan, el sistema inmunitario responde dañando el revestimiento del intestino delgado. Casi un millón de personas en nuestro país es intolerante.
Síndrome de Sjögren. Más de 120.000 personas en España sufren esta enfermedad inflamatoria sistémica –casi el doble de casos que el lupus–, que provoca sequedad en los ojos y en la boca, dificultad para tragar, pérdida del gusto o visión borrosa. Es seis veces más frecuente en mujeres que en hombres.
Diabetes tipo I. El sistema inmunitario en esta ocasión ataca y destruye las células productoras de insulina. La consecuencia es que los niveles de glucosa en sangre se elevan y la persona debe inyectarse insulina para controlarlos.
Tiroiditis de Hashimoto. Esta enfermedad reduce la actividad de la glándula tiroides y eso provoca cansancio, problemas de concentración, aumento de peso, etc. Afecta a un 10% de las mujeres mayores de 60 años. En este caso no es una enfermedad sistémica, ya que sólo ataca a la glándula tiroides.
Psoriasis. La parte visible de esta enfermedad autoinmune son las lesiones en la piel, pero también provoca dolor y la inflamación de las articulaciones.
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Causas más comunes
Se desconoce su origen en la mayoría de casos, pero se han identificado varios factores que pueden estar en el origen de estas alteraciones.
Ser mujer. Los cambios hormonales de algunas etapas favorecen desequilibrios en el sistema inmune e influyen más o menos en su desarrollo dependiendo de cual sea la enfermedad autoinmune.
La genética. Las personas con antecedentes familiares están más predispuestas. Por otro lado, la formación de la microbiota intestinal (que en el bebé es similar a la de la madre porque comenzaría dentro del vientre materno) tiene un papel importantísimo en la buena salud del sistema inmunitario.
Algunos productos químicos. Estar en contacto con algunos disolventes, por ejemplo, se asocia a un riesgo más elevado de algunas patologías autoinmunes. También en este sentido se habla de la "hipótesis de la higiene", que vincula un exceso de higiene con trastornos autoinmunes como la diabetes tipo I o la esclerosis múltiple. En cambio, ayudaría a lograr una mayor inmunidad y protección en los más pequeños, por ejemplo, convivir con mascotas.
El estrés. Es uno de los principales desencadenantes de los brotes, pero también de las distintas patologías. Cuando el estrés es crónico, los niveles de cortisol se elevan, lo que provoca que las defensas bajen y puede favorecer enfermedades autoinmunes como el lupus, entre otras.
Los 4 nutrientes para lograr la respuesta justa
1. Vitamina C. Evita la sobreactivación de las células de defensa. El estilo de vida actual –estrés, contaminación, consumo escaso de alimentos frescos– a menudo favorece carencias de esta vitamina. Para aumentar su ingesta incluye cítricos en las ensaladas, combina vegetales de distintos colores o toma fruta de postre.
2. Selenio. Gracias a sus efectos antioxidantes reduce el estrés a que se ve sometido el sistema inmune y, al igual que hace la vitamina C, regula su respuesta para que sea la justa. Marisco, nueces del Brasil o huevos son muy ricos en selenio.
3. Vitamina D. Controla que la respuesta inmune sea la adecuada. Una parte de esta vitamina se produce en la piel tras la exposición a la luz solar, pero la otra se obtiene de la dieta: el salmón, las setas o la caballa cubren la mitad de las necesidades diarias. En los niños, un déficit continuado de vitamina D supondría más riesgo de enfermedades autoinmunes en la edad adulta.
4. Ácidos grasos Omega 3. Pescados azules, nueces, semillas, etc. poseen una potente actividad inmunomoduladora y antiinflamatoria, que es efectiva en el lupus o la artritis. Así, un estudio en 26.000 adultos asoció cinco años de suplementación con Omega 3 con una reducción del 18% en las EA.
Verdadero o Falso
Entre los más de 110 tipos de enfermedades autoinmunes hay mucha confusión y para arrojar algo de luz sobre este tema es importante conocer algunas informaciones que circulan sobre ellas. Te mostramos cuáles son ciertas y cuáles no.
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Las vacunas pueden favorecer su aparición
Falso. Las vacunas son seguras y no favorecen los brotes. En algunos casos, lo que puede recomendarse es interrumpir temporalmente la medicación inmunosupresora antes de administrar una determinada vacuna.
El ejercicio es beneficioso
Verdadero. La actividad física regular, de intensidad leve y controlada es una excelente forma de prevención y también parte importante del tratamiento, por ejemplo, en el síndrome de Sjögren.
Los niños no las sufren
Falso. La incidencia es mayor a partir de la adolescencia, pero antes también se pueden desarrollar artritis autoinmune –la artritis idiopática juvenil–, lupus, síndrome de Sjögren, etc.
La siesta reduce la inflamación
Verdadero. Además de reducir los factores de inflamación en el organismo, puede compensar los perjuicios que ocasiona en nuestras defensas dormir poco. Sin embargo, lo ideal es un descanso nocturno de 7-8 horas, tiempo que el sistema inmunitario aprovecha para regenerarse y fortalecerse.
Una dieta antiinflamatoria es eficaz
Verdadero. Esta dieta –con abundantes vegetales, cereales integrales, legumbres, grasas insaturadas como las del aceite de oliva y nada de azúcares añadidos– protege la microbiota, lo que evitaría la diabetes tipo 1, la enfermedad celíaca y la artritis reumatoide.