Así es la nueva vida de los hijos de Cristina e Iñaki tras su divorcio
La Infanta está feliz de cerrar un triste capítulo de su vida y orgullosa de ver a sus descendientes ya encarrilados
Iñaki ha empezado a trabajar en una importante empresa
Cristina e Iñaki unidos por sus hijos.
Ahora que su todavía marido ha encontrado un empleo como asesor en el departamento jurídico de una gran compañía –con un sueldo de unos 300.000 euros al año– es probable que ella no tenga que pasarle una pensión compensatoria elevada y, en cuanto plasmen sus firmas en el acuerdo de divorcio en breve, a los ex Duques de Palma ya sólo les unirán sus hijos, quienes, con sus vidas bastante encarriladas, han librado a la Infanta de preocupaciones.
Hace 14 años, Cristina salió de España, primero con rumbo a Washington (EEUU) y luego a Ginebra (Suiza), para preservar a sus niños del revuelo causado por el escándalo de la implicación de su marido en un grave caso de malversación, fraude, prevaricación, delitos fiscales y tráfico de influencias. Desde entonces, ha pasado por el proceso judicial, el encarcelamiento y la infidelidad de Iñaki apartada de la Familia Real por una especie de "cordón sanitario", pero lo ha superado todo y, poco a poco, ha ido regresando a casa.
Aunque hay quien cree que en breve volverá definitivamente, lo más probable es que no decida nada hasta que su hija menor, Irene, se pronuncie sobre qué es lo que va a hacer tras acabar el bachillerato.
Y en caso de que regresara a España, tampoco está claro si se afincaría en Madrid o en Barcelona, porque, aunque, como quien dice, siempre tendrá un plato en la mesa de su madre, en la Zarzuela, ella se siente muy cómoda y tranquila en la capital catalana, donde vive su hijo Pablo, tiene un leal círculo de amigos y se encuentra la sede de La Caixa, para cuya fundación sigue desarrollando un empleo que combina con el que tiene en la AKDN, la fundación creada por el príncipe Aga Khan para, entre otras cosas, ofrecer financiación a estudiantes brillantes pero sin recursos en países en desarrollo.
Juan promueve los coches eléctricos
Su jefe, actualmente, es Alejandro Agag, el yerno de José María Aznar, que ha puesto en marcha una competición de coches eléctricos.
Esa faceta solidaria de Cristina la ha heredado su hijo mayor, Juan Valentín, quien, tras finalizar el bachillerato, se tomó un año sabático en el que colaboró con la oenegé de monseñor Enrique Figaredo en Camboya y, cuando dejó a medias sus estudios de Administración de Empresas en la Universidad de Essex, Reino Unido, empezó a colaborar con la oenegé jesuita Entreculturas.
Luego, se graduó en Relaciones Internacionales en la Universidad de Sussex, también en Gran Bretaña, y ahora que acaba de cumplir 24 años, busca su lugar en el mundo de las carreras de coches ecológicos. Hace ya más de un año que vive en Londres, donde trabaja para Alejandro Agag, el yerno de José María Aznar, quien lidera la organización de Extreme E, una competición de carreras de coches todoterreno eléctricos en la que 10 equipos, formados por un piloto masculino y una femenina, compiten en lugares del planeta afectados por el cambio climático para dar visibilidad al problema, fomentar el uso del coche eléctrico e inspirar a la próxima generación.
En este proyecto, Juan ha empezado desde abajo en labores de producción, pues, discreto y tranquilo, quiere ganarse el pan por sí mismo, independientemente de su apellido.
Pablo: deportista de élite
Pablo es muy feliz en Barcelona, donde pasa tiempo con su novia y triunfa con su equipo de balonmano con el apoyo de ella y de su madre.
Un poco lo mismo le sucede a su hermano Pablo, de 22 años, que está consiguiendo empezar a brillar con luz propia en el balonmano. El segundo hijo del que fuera una de las estrellas del F. C. Barcelona y de la Selección española en los años 90 ha pasado de jugar en segunda división con el Barça B –y ocasionalmente con el primer equipo– a fichar por el Fraikin BM Granollers, que actualmente va tercero en la liga ASOBAL.
Con su nuevo equipo se enfrentó hace sólo poco al Barça y su madre no se quiso perder la histórica ocasión. Cristina viajó para animarle desde Cádiz –donde había asistido a la boda antes mencionada– y, en la gradería, coincidió con la novia de Pablo, Johanna Zott, y la madre de ésta, aunque no se sentaron juntas.
La relación de los jóvenes y sus respectivas familias parece muy cercana y, de hecho, Johanna ha sido vista a menudo entrando y saliendo del nuevo piso de Pablo en el barrio de Pedralbes en Barcelona. Ella vive en la localidad cercana de Esplugues de Llobregat con sus padres mientras estudia Medicina, pero pasa mucho tiempo en el barrio en el que él creció, donde residen muchos de sus amigos y primos Urdangarin y donde se encuentra el colegio en el que ambos estudiaban, el Liceo Francés.
Actualmente, además de jugar profesionalmente al balonmano, Pablo Urdangarin se forma en Sport Management, "una especie de Administración de Empresas, pero relacionada con el deporte", según explicó él mismo en una entrevista para el diario deportivo ‘Sport’.
Miguel, un enamorado del mar
Miguel besando en la mano su madre en el funeral de Constantino de Grecia.
Quizás el más parecido a Pablo entre los Urdangarin sea su hermano Miguel, de 21 años. También deportista, practica fútbol y esquí, pero sobre todo, deportes de agua, como el surf, la vela, el esquí acuático..., y es que, como su abuelo Juan Carlos, el tercer hijo de la Infanta es un enamorado del mar. Por eso ha estudiado Biología Marina en la Universidad de Southampton, Reino Unido, un grado que finalizó el curso pasado.
En la actualidad, se cree que Miguel está haciendo un curso de posgrado de especialización en la misma institución académica, pero su discreción impide confirmarlo. Dicen de él que es el más cariñoso y sensible de todos los hijos de la infanta Cristina y uno de los nietos favoritos de la reina Sofía por su afición a tocar el piano.
Irene podría implicarse en un proyecto de cooperación
La hija menor de Cristina e Iñaki vivirá a caballo entre Madrid y Ginebra en su año sabático. En España se está sacando el carnet de conducir y en Suiza, busca proyecto solidario.
La única hija de Cristina e Iñaki se encuentra en un momento de impasse. Acabado el bachillerato en Suiza, trascendió que iba a estudiar hostelería en una de las escuelas más prestigiosas del mundo –para lo cual tuvo que hacer prácticas en la recepción de un hotel el pasado verano–, pero en el último minuto, se echó atrás.
Actualmente vive a caballo entre Madrid, donde su abuela Sofía la acoge mientras acude a clases de conducir en la misma autoescuela de Móstoles que sus hermanos Juan y Miguel, y Ginebra, ciudad en la que ha sido vista saliendo de la sede central de la Cruz Roja y la Media Luna Roja, por lo que se sospecha que podría seguir los pasos de su hermano Juan y dedicar este año sabático a participar en algún proyecto solidario.