Masaje facial antiedad: háztelo tú misma
Te enamorarán sus efectos: estimula la circulación iluminando la piel, borra las líneas de expresión, el doble mentón y redefine el óvalo del rostro.
¡Todo a coste cero!
Toma nota de todos los consejos que te damos para hacerte un masaje facial antiedad.
Si quieres vencer las arrugas, combatir la flacidez y que tu cutis gane luminosidad y juventud, nada mejor que incorporar a tu rutina de ‘skin care’ este gesto lleno de beneficios: un masaje facial antiedad. Hazlo a diario después de limpiar tu piel, teniendo en cuenta que, cuanto más regular seas en su práctica, mejores serán los resultados.
Primer paso: limpiar tu rostro de impurezas
Mejora la eficacia de tus tratamientos aplicándotelos mediante un masaje.
Una vez tengas el rostro libre de impurezas, extiende un aceite como el de jojoba o el de argán, un sérum o una crema hidratante. Así se facilita el deslizamiento de las manos o el uso de las herramientas que utilices para el masaje facial evitando irritaciones. Además, al hacerlo, los activos de estos productos nutritivos y antiedad penetran a una mayor profundidad mejorando su eficacia.
Añade esta rutina de belleza a tu día a día. Notarás los cambios.
A continuación, empieza el masaje haciendo una gran ‘c’ con los nudillos desde el centro de la frente a las sienes. Con la yema de los dedos presiona la línea de las cejas y sigue realizando unos distintos pases ascendentes desde de la nariz a las patillas, la línea de la mandíbula y el cuello.
El rodillo de jade tiene propiedades calmantes y es un buen aliado para combatir bolsas y ojeras.
Puedes hacer también estos movimientos de efecto drenante y tensor –ya que estimulan la producción de colágeno– con el rodillo de jade.
Guárdalo antes en la nevera y aplícalo frío sobre la piel, el masaje facial resultará aún más tonificante.
Verás que tiene una parte más grande, que es para la zona los pómulos, la mandíbula y el cuello; y otra más pequeña ideal para masajear áreas más reducidas como el contorno de los ojos.
Muévela siempre de dentro hacia afuera y ten en cuenta que, en general, la parte más curva se suele reservar para la zona de alrededor de los ojos y de la boca y a más plana y ancha para la frente, los pómulos y el cuello.
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